viernes, 2 de julio de 2021

Frankfurt entenza

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Tú estabas borracho, eso lo primero
y de pronto te encontrabas frente a un desconocido
que la mayor parte de las veces
parecía buena persona y afable.
Entonces se disculpaba, se ponía en pie
y se dirigía a la barra. Se colaba tras ella y le decía al dueño:
Oye, Salva, te cojo un poco de Albal.
Y papel de aluminio en mano
se dirigía a los lavabos
de donde regresaba
tembloroso y sudoroso
con las manos en los bolsillos
y con esa mirada.

En adelante aquel desconocido ya no hablaba más
y en adelante era conveniente no hablarle:
Cualquier comentario banal podía ser interpretado como insulto
cualquier pestañeo como agresión.
Visto con perspectiva
no sé qué hacía yo ahí.
Supongo que por aquel entonces
ya me había dado cuenta
de que para comerse el mundo
se precisaba hambre y de que yo era inapetente.
Tal vez quisiera información de primera mano acerca de cómo les va a los desganados.

Además, me inquietaba el contraste entre la rigidez de mi entorno
y la ternura de mis carnes, mi naturaleza masticable.
En todo caso estaba borracho, eso lo primero
y cuando al grito de ¡Todos fuera!
Salva echaba mano a la persiana de acero
yo me precipitaba al retrete a echar la última meada
y me miraba al espejo
y veía que pese a no andar trasteando con el papel de aluminio
también yo tenía esa mirada
y entonces caía también en cómo
a lo largo de la noche, todos todos
se habían guardado mucho mucho
de decirme nada nada.



Poema de Sergi Puertas
Imagen de Pixabay

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