jueves, 30 de diciembre de 2021
8M: #reto365 Semana 6
martes, 28 de diciembre de 2021
La guerra ha terminado. O no
Me hace gracia cuando alguien sentencia que antes no había este tipo de batallas entre consolas. Me hace gracia porque la guerra siempre ha estado ahí y no tenía pinta de terminar. Hasta ahora, al parecer. Recuerdo cuando era un preadolescente y, en el barrio, algunos tenían la Mega Drive (Sega) y otros la SNES (Nintendo). Cada uno defendía que sus 16 bits eran lo mejor. Y si la contienda no era suficiente, el defensor del erizo azul recordaba al del fontanero con bigote que un hermano mayor tuvo la Master System y que ya le meaba los circuitos a la NES. Más gracia me hace que se diga que esto es algo que está ocurriendo ahora cuando pienso en los amigos que no van a tocar una consola ni con un palo porque son los paladines del PC, protectores de las tarjetas gráficas y los dobles, cuádruples núcleos y la RAM actualizable, guardianes de las torres refrigeradas, de la antigua logia de la combinación de teclas WASD.
Nos guste o no, esto no es nuevo. Lo que ocurre desde hace ya bastantes años, como con otras muchas cosas, es que las redes sociales lo amplifican y muy apartado del mundo tienes que vivir para no haber leído alguna trifulca entre el equipo Sony y el equipo Microsoft. Y, hasta hace no mucho, estaba justificada. Cada uno podía tener razón. En algunos aspectos Sony barría a su rival y, en otros, era la consola de Microsoft quien despuntaba. Pero ahora estamos viviendo una situación sin precedentes. No hay posibilidad de guerra. El gigante de Bill Gates capitaneado por Phil Spencer ha puesto todas las cartas sobre la mesa, con sus más y sus menos, pero conocedor de todo su potencial. Y sobre todo poseedor del arma definitiva: el Game Pass. Nos podemos quedar en aspectos técnicos con los que demuestran ser superiores. Por ejemplo la fluidez de los motores gráficos o los 4k reales. Detalles con los que la compañía japonesa ha estado mareando la perdiz. En el apartado comercial también han dado una lección, la posibilidad de una consola (casi tan potente como la versión única de PS5) más asequible al bolsillo gamer ha sido un movimiento bastante tenaz y ha sido recibido con muy buenos resultados. Pero, sin duda, la bomba atómica es, como decía arriba, la suscripción al Game Pass. Títulos exlusivos: gratis; juegos que ya llevan tiempo en la calle: gratis; remasterizaciones de juegos que los usuarios ya habían comprado en su versión original o juegos que ya estaban en la biblioteca de generaciones anteriores: gratis. Como ejemplo personal, Sony me obligó a comprar dos veces el Final Fantasy VII y el Castlevania: Symphony of the night en el cambio de generación (PS3 a PS4) y os aseguro que no habrá una tercera. No es que me haya pasado definitivamente a XBox, pero tengo claro que, de Sony, como a mucha otra gente, solo me van a interesar sus exclusivos. No me imagino quedándome sin jugar al nuevo God of War o a lo que nos tenga preparado Naughty Dog. Es una pena pensar que muchos emigrarán por completo porque no les merezca la pena ni esto último. Aunque unos recientes rumores hablan de un análogo de Game Pass en la consola más grande y aparatosa jamás creada, pero hasta que no lo vea no lo creo. Ojalá me equivoque y Sony despierte, porque así va de cabeza a un olvido parcial porque seamos sinceros y conscientes: siempre va a haber fanboys del
domingo, 26 de diciembre de 2021
La familia del anarquista
Los pintores que han obtenido, por brillante oposición, las plazas de pensionados en la Academia de España en Roma, son conocidos del público por sus cuadros presentados en las exposiciones nacionales: Eduardo Chicharro, Manuel Benedito y Fernando Alvarez Sotomayor
– La Ilustración Española y Americana. Madrid, 15 de octubre de 1899
Tenía el ejemplar entre sus manos y lo leía meticulosamente. Cómo lo había conseguido tener en su poder, tampoco venía muy a cuento ahora, tan sólo pensaba cuan codiciosa y, tal vez, retorcida, puede llegar a ser la mente del ser humano. Abrió el facsímil y observó su primera ilustración, un tal Chopin, que lejos estaba de ser el gran actor de cine mudo que triunfaba en América. Acarició el papel como si de oro se tratara y luego endureció su mirada, para acto seguido chuparse la punta de su dedo índice y pasar página. La fecha constaba en la cabecera. 15 de octubre de 1899. Eduardo había seguido otros caminos diferentes a su padre, pero el gusto por la pintura lo mantenía intacto. Incluso había probado a pintar, y no había recibido malas críticas. Tal vez su cercanía con aquella forma de Arte, su familiaridad con los pinceles y con la representación plástica, cuyo olor le traía su más lejana infancia, hacía que toda la sensibilidad que poseía se fuera a las letras. Se desparramara por cuartillas en blanco y tomara forma en garabatos gramaticales. Pero ahora, con el deseado documento en las manos, quiso recordar a su recién fallecido padre. Buscó con la mirada y encontró su nombre en la tercera página. Allí estaba Eduardo Chicharro. Sonrió. El nombre de su padre y el suyo propio, tantas veces confundido, y las que él no sabría se confundirían a lo largo de la Historia. Se acomodó en su sillón, suspiró y se sumergió de lleno en aquella pequeña reseña hacia el pintor. Hacia su padre. Mientras leía recordaba sus palabras y su voz, y cómo ganó su beca para Roma. Recordaba lo que le había contado sobre el cuadro que le hizo ganar.
Había escuchado la historia de Tomás Ascheri. De los maltratos que sufrió y de cómo lo detuvieron. Estos detalles lo habían impactado y comenzó a pensar en la familia y en todas esas personas que sufren tras el telón de inocencia. Tras el velo del desconcierto y la angustia. Entonces en su cabeza comenzó a formarse la imagen que estaba buscando. La escena perfecta que requería el tema propuesto. De los tres ganadores, era el único que había omitido la figura del anarquista preso. Su tema se centraba en la familia y el sufrimiento que recorre sus cuerpos cuando el reo acaba de ser llevado a prisión. Recordaba la desgarradora escena que había pintado su padre como si fuera el fotograma congelado de una película. Acaban de llevarse preso al anarquista y entonces todo se queda vacío. Los cuerpos se derrumban y crece el desconsuelo en los seres queridos que sufren y padecen una tortura prefijada. Un destino que no se puede cambiar. Hay veces que, en lo más profundo de tu alma, sabes qué va a ocurrir, aunque te niegas a esperarlo y cierras las puertas de aquello que es inevitable. Tal vez fue eso lo que sintió la mujer del preso, que caía derrotada ante el revés que le ofrecía un destino escrito y marcado a fuego. No escucha nada, pues el silencio embota su mente y carga de angustia su cabeza, aunque hay jaleo a su alrededor. En el mísero cuarto en el que se desarrolla la escena, la luz de un día más gris que claro, entra por un ventanuco como un rayo de esperanza. La esperanza. Ese granito minúsculo que a veces sobrevive en una montaña de arena inexpugnable. Ese único punto insignificante al que agarrarse cuando el mundo se ha desvanecido bajo tus pies. Esa posibilidad escondida entre los garabatos escritos por las Parcas. Nada tiene sentido. Opuesta a esa luz, otra más dubitativa. La luz mortecina de la lámpara. La luz titilante e insegura. La luz del dolor que alumbra su corazón. Ella no está sola, aunque parece que el mundo se ha ido con su marido, al que consideran reo. Dos intentan consolarla, quizás amigos de la familia, o tal vez militantes del mismo ideario que el preso. Aferrándose a la esperanza, o pidiendo a gritos ahogados en el interior de su alma la liberación, una chiquilla arroja su mirada a la claridad del día, mientras otra niña, carente aún de los problemas de los mayores, busca con su mirada una reacción en el rostro abatido de su madre. Ella la acoge con su brazo derecho, mientras que con el izquierdo intenta consolar a una anciana, que se desvanece en un ahogado llanto, taponando su rostro para que no llore más.
Pero ella... ella está sola. Se ha quedado sola, pues hasta su corazón se ha ido con él. Y lo que más le duele, en lo más profundo de sus entrañas, es no poder luchar con ese perro destino que está trazado con marcas de fuego. Y lo que más le duele, es no poder verlo más. Y no poder besarle más. Y no poder abrazarlo más. Y no poder susurrarle al oído que le quiere. Un día. Y otro. Y todos hasta la eternidad. No puede explicárselo. No puede entenderlo. Y mientras, el dolor estrangula hasta sus lágrimas. Es a ella a la que han encerrado. Es a ella a la que están torturando. Porque es su vida la que se han llevado. Es a ella a la que le han quitado la vida sin matarla.
Eduardo recordaba el cuadro de su padre a la perfección. De cómo aquel juego de luces y sombras, se completaba con los vivos colores. Ahí fue cuando más se notó su trabajo con Sorolla. Quizás el rey tuvo muy en cuenta esta obra cuando lo hizo su pintor de corte. Era normal que después no comulgara con aquella ideología anarquista, y que sus pasos políticos fueran por otros derroteros. Aunque tampoco antes la había profesado. Su biografía así lo constataba. Sin embargo, ese cuadro y su victoria en aquella oposición becada a Roma siempre había impactado a su hijo. Si bien es cierto que su padre no volvió a tratar temas políticos en su pintura, éste en concreto sí había causado una profunda huella en el escritor. El Anarquismo era noticia en España, y Eduardo sabía que la intención de la Academia no era otra que erradicarlo con escenas de dolor y tragedia. Tal vez así escarmentarían, creía que pensaban desde el organismo de pintura. Tres años seguidos, desde 1897, con el mismo tema para las becas de pensionados. Grandes pintores ilustres trataron la misma escena, desde Romero de Torres hasta Ramón Casas. ¿Y qué se había conseguido?, todo lo contrario. Al menos así lo pensaba él. Terminó de leer la referencia de su padre y volvió atrás en el documento. En la segunda hoja leyó algo al azar...
El conflicto del día es la solución que ha de darse a la huelga de una minoría de contribuyentes de Barcelona. No aprobamos el hecho, ni nos parece propio llamar resistencia pasiva a una confabulación evidente para trastornar el país con pretextos en apariencia sanos, pero que no se pueden admitir; porque si es potestativo en los contribuyentes pagar o no sus cuotas, según crean o no que se administra bien, no habrá recaudación. Lo que hay en el fondo de todo ello es una condenación del sistema representativo, y desprecio de las Cortes y de todos los poderes. Es la anarquía mansa, precursora de la tumultuosa que asomó la cabeza en Zaragoza y, si Dios no lo remedia, ensangrentará a España antes de mucho
– La Ilustración Española y Americana. Madrid, 15 de octubre de 1899
Cerró el facsímil y sólo se acordó de ella. De aquella mujer del cuadro. No sabía si la intención de la Academia fue saciada con la pintura de su padre, pero les habría tenido que gustar. Sonrió. Le gustaba que lo confundieran con su padre, pero ahora, en la soledad de su salón, recordándole cuando sabía que se había ido con Caronte, dijo su nombre. Nadie le escuchó. Sus palabras rebotaron en las paredes. Sonó solemne. Melancólico tal vez. Eduardo Chicharro Agüera.
Texto de Ramses Torres
Pintura de Eduardo Chicharro, 1899
viernes, 24 de diciembre de 2021
La dependienta
Leí brevemente la sinopsis (para que no me destripasen mucho) y me convenció, aquí os la comparto: Keiko Furukura tiene 36 años y está soltera. De hecho, nunca ha tenido
pareja. Desde que abandonó a su tradicional familia para mudarse a
Tokio, trabaja a tiempo parcial como dependienta de una konbini, un
supermercado japonés abierto las 24 horas del día. Siempre ha sentido
que no encajaba en la sociedad, pero en la tienda ha encontrado un mundo
predecible, gobernado por un manual que dicta a los trabajadores cómo
actuar y qué decir. Ha conseguido lograr esa normalidad que la sociedad
le reclama: todos quieren ver a Keiko formar un hogar, seguir un camino
convencional que la convierta, a sus ojos, en una adulta.
Con esta visión hilarante de las expectativas de la sociedad hacia las
mujeres solteras, Sayaka Murata se ha consagrado como la nueva voz de la
literatura japonesa.
En las primeras páginas vislumbro la acidez y originalidad de Amélie Nothomb (concretamente me ha recordado a Metafísica de los tubos,
mi favorito de los suyos) y eso ya es un punto a favor. Desde el
presente donde encontramos a Keiko atendiendo a varios clientes, nos
hace flashback y comienza a relatar una serie de sucesos
infantiles que nos muestran su verdadero yo (su punto ásperger y/o
pragmático), ese que tiene que ocultar para pasar desapercibida y
encajar en la sociedad. Aquel trabajo repetitivo y metódico le aseguraba
una estabilidad emocional, aunque para ello copiaba los patrones que le
habían enseñado en el curso de formación inicial (la voz, cuándo
sonreir, etc.).
De ritmo rápido y adictivo, voy pasando páginas
con ganas de saber qué sigue, hasta qué pundo de la vida de Keiko nos va
a mostrar Sayaka. Así que prefiero no hacer spoilers, no condicionar y dejar que sea la dependienta la que os lleve de la mano y os muestre dónde está la estantería que no encontrábais.
Reseña de Saray Pavón
Imagen: Portada (imagen de Yuschav Arly
y diseño de la cubierta de Elsa Suárez Girard)
miércoles, 22 de diciembre de 2021
The eyes of Medusa, de Symphony X
Ya con el título es fácil saber por dónde va la cosa. Efectivamente, el mito de Medusa, hija de Forcis y Ceto y de cuya sangre nació Pegaso, cuenta que convertía en piedra a todo a quel que la mirase a los ojos. Siempre se la ha retratado como un monstruo, pero el sufrimiento de la mayor de las gorgonas era infinito. Condenada a no poder mirar a nadie, desterrada a una isla, maldita para siempre. Perseo quizá le hizo un favor cortándole la cabeza. Por otra parte, la musical, poco puedo decir de estos monstruos de otra índole. Imagina que eres un guitarrista virtuoso, tienes una banda, una ilusión, un proyecto, buscas cantante y aparece Russell Allen. Bueno, al turrón:
Tell me, now do you somehow
Still recognize this stare I wear
Through crystal tears
The light escapes my smile
There is no likeness to be seen
It is so strange to me
The mirrors curse-it besets me
To the isle of deadly shores
Sightless, countless, ageless, torture
To behold the sight of Medusa's eyes
The hand of fate is never late to
Ring the time
I'm forced to climb the walls
A voice bids last farewell
With no beginning or no end to
Be found by me
To the isle of deadly shores
Sightless, countless, ageless, torture
To behold the sight of Medusa's eyes
To the isle of deadly shores
Sightless, countless, ageless, torture
To behold the sight of Medusa's eyes
lunes, 20 de diciembre de 2021
En el amor siempre sobra un brazo
Vas al cine con tu novia y hay cuatro brazos para tres
reposabrazos. ¡Ahí te sobra un brazo! No puedes hacer
nada. Dices: «Ya sé, se lo pongo así por detrás». ¡Nooo!
Porque los sillones de cine hacen efecto torniquete. Si la
peli es larga se te corta la circulación.
Fragmento de ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre
encima de un charco? de Luis Piedrahita
Imagen de Pixabay
sábado, 18 de diciembre de 2021
El pensamiento...
Fragmento de El enano, de Pär Lagerkvist
Imagen de Pixabay
miércoles, 15 de diciembre de 2021
8M: #reto365 Semana 5
martes, 14 de diciembre de 2021
Madrugada del nueve de mayo
Desde las áridas paredes alquiladas,
entre muebles ajenos y pesadas cortinas
que la bruma y la lluvia pretenden ocultar.
Desde el hostil refugio de un vaso de ginebra,
vuelvo, necesito volver, a aquella tarde.
A aquel pequeño bar, iluminado apenas,
a la segura posesión de unas manos, de unos labios
que ya nunca volverán a ser míos.
Fue un día, tiempo después de habernos separado para siempre,
o por lo menos de haberlo prometido, tras insultos y gritos,
en la pesada cólera del alcohol.
Otra vez juntos, sentados frente a frente,
oyendo el monótono transcurrir de una canción
a través de los rostros y el humo quieto sobre las mesas,
en actitud distante repetíamos los gestos de costumbre,
las banales comedias de defensa o cansancio.
De pronto, una sonrisa, el leve roce de otra piel,
quizás el doloroso temblor de los recuerdos, enfrentó nuestros ojos
y un instante, el vaho cálido de la ternura
que no encuentra palabras, acercó nuestros cuerpos,
amparando su humillado mendigar sin descanso.
Después todo acabó definitivamente,
la vida fue más poderosa que nosotros,
pero ahora nada importa sino aquella tarde,
aquel momento de unión irrepetible,
la tibieza de una piel, de unos labios, cuyo solo recuerdo
protege esta noche en mi corazón, me da fuerza
para continuar el error de vivir hasta mañana.
Poema de Juan Luis Panero
Imagen de Pixabay
domingo, 12 de diciembre de 2021
Lo que importa
que nadie llore
tu muerte:
importa esto:
que la vida
te sonría:
Poema de David González
Imagen de Pixabay
viernes, 10 de diciembre de 2021
A 2 de Abril de 2020
en la puerta principal del hospital.
Una compañera ha fallecido
víctima de la pandemia.
Han venido de la televisión
para grabar y emitir el dolor a mediodía,
cuando la gente esté comiendo,
tintineando las cucharas en los platos de sopa
como si tintinearan
en la cerámica de una funeraria.
Se ha ido joven.
Deja dos hijas y un marido
que ya nunca vendrá a recogerla con la moto.
Por edad podría haberse tratado de mi madre.
Me alivia saber que no.
Poesía de Begoña M. Rueda, Servicio de lavandería.
XXXVI premio de poesía Hiperión
Imagen de Pixabay
miércoles, 8 de diciembre de 2021
¿Y si te mueres mañana?
lunes, 6 de diciembre de 2021
Yo no quería publicar en una antología de mujeres
Todas las niñas en el baño después de clase de educación física. El sudor aún no es un problema grave. Muchas ni se cambian de camiseta. Los chicos que se asoman no alcanzarán a ver nada. Ni siquiera les interesa realmente ver algo, porque aquí no hay cuerpos maduros ni pechos prominentes como los que han visto en jpg. Ellas juegan a escandalizarse. Gritan ¡cochinos! ¡guarros! mientras se tapan algo que ni siquiera ha llegado a descubrirse. A toda niña le avergüenza su camiseta interior.
sábado, 4 de diciembre de 2021
Cepillos de dientes
Compartíamos piso.
Una tarde entre en el lavabo
y pillé a F. afeitándose
a J. subiéndose la bragueta.
«Un momento»
Exigió J: «Vamos a aprovechar
que estamos aquí reunidos
para hacer una cosa:
A la de tres
que cada cual coja su
cepillo de dientes: ya.»
J cogió su cepillo de dientes
F cogió su cepillo de dientes
Yo cogí mi cepillo de dientes.
Quedaron en el vaso de los
cepillos de dientes
unos, no sé, tal vez siete
cepillos de dientes
la mayoría extraños para mí
pero sí reconocí el verde
como el que había comprado para P
cuando se quedaba a dormir conmigo.
El rojo había sido desprecintado expresamente para M
y también reconocí al amarillo
como el que en su día pillé para R.
«Perfecto», dijo J
al tiempo que agarraba el vaso de los
cepillos de dientes
y lo vaciaba en la papelera.
«Mucho mejor, ¿no?», añadió
devolviendo a su lugar el vaso de los
cepillos de dientes
J y F salieron entonces del baño
y allí quedé yo,
cepillo de dientes en ristre
en pie, mirando al fondo de la papelera
donde yacían todos aquellos
cepillos de dientes
tristes como señuelos que jamás lograran capturar presa.
Mis sueños
allí muy quietos, definitivamente liquidados
en el fondo de la papelera
adoptando la forma de
cepillos de dientes
apenas usados.
jueves, 2 de diciembre de 2021
Canción
I am stuck in traffic in a taxicab
which is typical
and not just of modern life
mud clambers up the trellis of my nerves
must lovers of Eros end up with Venus
muss es sein? es muss nicht sein, I tell you
how I hate disease, it’s like worrying
that comes true
and it simply must not be able to happen
in a world where you are possible
my love
nothing can go wrong for us, tell me
Canción
Estoy atrapado en un taxi en un atasco
algo bastante típico
y no solo de la vida moderna
el fango trepa el enrejado de mis nervios
¿tienen que acabar con Venus los amantes de Eros
muss es sein? es muss nicht sein, te lo digo yo
odio la enfermedad, es como una preocupación
que se hace realidad
y que ha de impedirse que suceda
en un mundo donde tú eres posible
amor mío
nada malo puede sucedernos, dímelo