Estamos en una cafetería
de Valencia con Ricardo Guadalupe, del que me dijeron que hace poco había
dejado su trabajo como redactor de discursos políticos y había apostado por
meter cabeza en el mundo de la escritura.
La i Crítica –
Buenas tardes Ricardo. Te voy a soltar primero las preguntas de rigor para que
nuestros lectores te conozcan un poco más. Así que cuéntanos. ¿Cuándo
comenzaste a escribir?
Ricardo Guadalupe –
Buenas tardes, Saray. Un placer estar contigo hoy aquí en Valencia. Nos
conocimos en Sevilla, ahora estamos en Valencia. Con lo que viajamos tú y yo a
ver dónde nos volvemos a encontrar. Yo creo que empecé a escribir en el
instituto. Un poco para buscar respuestas que no encontraba en ls libros de
texto, en el entorno familiar y amigos. Un poco para eso, bucear en cuestiones
importantes para las que no encontraba fácilmente respuesta.
LiC – ¿Cómo te
llega la inspiración? ¿Te pilla trabajando?
R.G. – Si, yo
creo que se encuentra trabajando. Hombre hay veces que te llegan flashes,
imágenes evocadoras, ideas viendo una peli o leyendo un libro. Creo en el
trabajo más que en la inspiración. Siempre tengo una historia en la cabeza,
entonces cosas que veo u oigo suman en esa historia.
LiC – Cuando
escribes ¿te metes en una especie de juego de rol o eres siempre tú mismo?
R.G. – Sí, sí.
Totalmente un juego de rol. Yo lo jugaba en mi época. Tengo un montón de
personajes en la cabeza, oigo voces, cada uno de ellos tiene su propia voz y
sí, me meto en su piel. Pero sólo mientras escribo, no es que tenga
personalidad múltiple ni nada de eso.
LiC – Y al hilo
de la pregunta anterior, ya Ricardo se nos pone con cara de “a ver qué va a
preguntar”. ¿Cuáles serían las frases que mejor te definirían.
R.G. – Supongo
que lo dices por mi libro Frases en el muro, en el que he incluido un
montón de definiciones sobre muchos conceptos menos de mí mismo. Aunque forman
parte de mí. Me has pillado. Bueno, “enfermo de la literatura” sí podría,
porque me considero un adicto. También soy un “amante de la belleza”, de
cualquier expresión artística. Me gustan las cosas positivas.
LiC – ¿Para qué
sueles emplear tu blog?
R.G. – Un poco de
todo. Es un batiburrillo: relatos, frases, textos de otros, críticas
literarias. Para mí me ha servido muchísimo, sobre todo para estar en contacto.
Es una forma de publicar. Aunque he tenido la oportunidad de publicar en papel,
mi primera publicación ha sido a través del blog. La gente te lee, te comenta,
ves lo que gusta más, menos, te atreves. Antes me daba mucho pudor publicar. A
mí me ha servido para romper esa barrera. Comunicarme, mostrarme, desnudarme
ante otros.
LiC – ¿Qué satisfacciones
te trajo la publicación de Palabras Literarias?
R.G. – La afición
por la escritura era algo que llevaba en privado, para mis ratos nocturnos, en
el transporte público. Luego tenía mi faceta personal, mi trabajo, amigos,
otras aficiones. La publicación del libro fue una forma de decir “oye, que me
gusta escribir y hago estas cosas, fijaos qué bicho raro soy”. Hubo gente que
se enteró de que escribía durante las presentaciones. También conocí a mucha
gente interesante gracias a publicar.
LiC – ¿Y Frases
en el muro cuáles te está trayendo?
R.G. – Un poco
las mismas, pero más. Hice 17 presentaciones con el primero y con Frases en
el muro ya he superado ese record en poco tiempo. Insisto, me aportó muy
buenas amistades y conocer lo bueno que tiene la gente dentro y que transporta
cuando buscas apoyo.
LiC – ¿Cómo te
surgió la idea de escribir Frases en el muro?
R.G. – Ahora está
muy de moda este lenguaje, breve pero directo, ya sea en las redes sociales,
móviles, internet. Esa es la idea. Lo del muro no se refiere sólo a Facebook,
también a los físicos, estos reivindicativos, de la calle, del 15M, etc.
Estas frases son muy cercanas, accesibles, que puede entender todo el mundo. No
busco ser enrevesado, sino comunicar, que me entiendan y por eso he optado por
este tipo de frases. Que vienen de lejos, en la antigua Grecia ya empleaban la
figura del aforismo. También los hay en el libro y frases más literarias. La
idea es provocar que la gente escriba las suyas. Lo que he hecho ha sido
definir una serie de conceptos de la A a la Z, revisando el diccionario
convencional, proponiendo otras definiciones alternativas. Es lo que me
gustaría que la gente hiciera.
LiC – ¿Qué
palabras piensas que utilizamos más en la escritura, en la vida…?
R.G. – Creo que la
palabra estrella es “amor”. Hace poco hicieron un concurso para ver cuál era la
palabra más bella. Mucha gente optó por palabras rebuscadas, muy sonoras. Al
final la que triunfó fue esta. Es la que tiene el significado más importante,
más potente Afortunadamente está presente, debía estarlo más. También
reivindico mucho la palabra “sexo”, porque tanto amor como sexo son las que más
frases tienen. Añadiría una tercera palabra: “memoria”. Creo en la evolución de
las personas, de la sociedad, y para eso hay que tener memoria, para aprender
de los errores.
LiC – ¿Y la
palabra libertad?
R.G. – Para mí la
escritura es la máxima expresión de libertad. Cuando escribo es cuando me
siento realmente libre. En otros momentos o circunstancias estoy limitado por
el entorno, las obligaciones. Cuando escribo imagino y escribo lo que me da la
gana. Pero cuidado con la libertad, porque a veces no sabemos qué hacer con
ella. Queremos ser tan libres que nos perdemos. Se trata de encontrarse y de
renunciar también a ella.
LiC – Hace poco
entrevisté a Rubén Muñoz Martínez (que escribe sobre todo textos
filosóficos) y decía que la mayoría de los escritores pretendemos ser
inmortales a través de nuestra palabra. ¿Te incluirías en esa mayoría?
R.G. – Y quién
no. Hay quien opta por el arte efímero. Conozco un pintor que en cuanto termina
su obra da brochazos en blanco y la borra. Cree en el proceso más que en la
inmortalidad. Pero claro, a mí me encantaría que alguna frase por ejemplo de
este libro fuera recordada. No solo por esta generación. Cuanta más gente la
pueda escuchar más contento y feliz, como yo disfruto también de otros autores.
Incluso la mayoría de los que me gustan están ya muertos. Gracias a la palabra
puedo todavía comunicarme con ellos.
LiC – ¿Has tenido
dificultades para publicar?
R.G. – He tenido
mucha suerte. No era del mundillo, no conocía a nadie. Sí que hubo gente que me
ayudó, que me dijo envía a esta editorial, a esta otra. Por ejemplo de Octaedro,
quienes me han publicado los dos libros, no tenía ningún contacto y me
respondieron muy rápido y estoy contento con ellos. Hacen las cosas bien y en
ese sentido he tenido mucha suerte.
LiC – ¿Qué te
gusta más: el nacimiento o mover tu obra en presentaciones?
R.G. – Son cosas
diferentes. Me alegra que me hagas esa pregunta. Por un lado está la creación,
lo más importante. Estás proyectando todas tus inquietudes, tus sensaciones.
Pero requiere mucha soledad. Yo me encierro durante meses y apenas me
relaciono. Me gusta conocer gente y en ese periodo de tiempo procuro estar
centrado. La otra faceta, la presentación del libro es donde me expando y lo
llevo deseando desde hace mucho tiempo. Ese momento de viajar, salir de las
cuatro paredes. Y así estoy, visitando todas las ciudades que puedo, viendo a
todos los amigos que puedo. Las dos fases son muy necesarias y muy gozosas.
LiC – ¿Y lo que
menos te gusta?
R.G. – Hay viajes
que son largos y un rollo. Una cosa que no me gusta es meterme en un hostal. No
lo digo por el dinero. Prefiero llamar a un amigo y que me pueda alojar. Por
tener esa cercanía, ese cariño y apoyo. Esa fase no me gusta, la parte
solitaria que pueda tener estar en una ciudad que no es la tuya o donde apenas
conoces gente. De la creación lo que menos me gusta es cuando acabo el día y me
salen más de diez líneas. Porque yo me marco objetivos diarios, soy muy zen
para eso. Cuando ocurre eso quiero morirme, suicidarme directamente. Pero luego
se me pasa.
LiC – Esperemos
que no te suicides, porque me he leído Frases en el muro, me a
encantado, así que quiero poder seguir disfrutando y hacerte más entrevistas.
La próxima tendrá preguntas más alegres. ¿Cómo se pueden conseguir tus libros?
R.G. – Octaedro
tiene una buena distribución y, si no está en la librería, se puede pedir.
En Amazon y en La casa del libro también. Lo raro es que no ande en la ciudad
de turno para presentarlo y venderlo directamente. También en cuanto lo podáis
leer, tengo un blog que se llama tienesmipalabra.blogspot.com donde me lo
podéis comentar. Ese feedback me encanta. En el proceso literario, aunque se
ponga mucho peso al autor, es muy importante el lector.
LiC – ¿Qué
proyectos tienes previstos a corto plazo?
R.G. –
¡Vacaciones! Aparte de las vacaciones y terminar la promoción de este libro,
tengo aun unas cuantas ciudades que quiero visitar. Donde me digan que puedo
presentarlo, yo voy. Quiero ofrecer un libro de relatos que tengo terminado y
seguir escribiendo la novela. Llevo muchos años con ella, he volcado mucha
energía en ella. Yo creo que no quiero acabarla, porque lo estoy pasando tan
bien con el proceso que me da miedo.
LiC – ¿Puedo
tirar un poco de la lengua sobre la novela, de qué trata…?
R.G. – Va a sonar
un poco raro, porque no tiene nada que ver con los dos libros que he publicado.
Tiene un toque de ciencia-ficción aunque se desarrolle en el Madrid actual,
pero hay personajes extraños por ahí. La ciencia-ficción tiene mucha
simbología. Te permite plantear coas de una manera amena, incluso plantear
reflexiones filosóficas, pero sin asustar a la gente. Esa es la idea. Una
historia con fondo pero entretenida.
LiC – ¿Qué le va
a suponer este cambio a los lectores de tus anteriores obras?
R.G. –
Efectivamente son géneros muy diferentes. Igual dices, no me interesa. Al fin y
al cabo yo soy todas esas palabras. Lo que escribo no solo salen de mí sino que
me forman. Me pueden encontrar tanto en las frases como en los relatos como en
una novela de ciencia-ficción. Ahí voy a estar yo también. Si en algún momento
algún lector se ha podido sentir identificado con una frase, también puede
hacerlo con un extraterrestre. Toda la pasión y la visión de las cosas van a
estar independientemente de la temática.
LiC – Dejando los
libros en la estantería. ¿Cómo ves el panorama actual a la hora de mover o
promover la cultura y en concreto la literatura?
R.G. – Has tocado
un tema importante. Están los grandes nombres pero esos no necesitan apoyo.
Venden sin promoción apenas. Pero para gente que está empezando el apoyo es
nulo, directamente. Todo lo tenemos que hacer nosotros. No nos importa porque
nos gusta. Es cierto que las instituciones no ofrecen cobertura. Me da mucha
tristeza. En Madrid, recientemente he presentado en dos bibliotecas públicas,
pero gracias a una amiga que tiene amistad con los responsables. Todas las
presentaciones en instituciones han sido gracias a amistades. Por lo general me
han dado largas e incluso me han pedido dinero. Y el apoyo de los medios de
comunicación, tres cuartos de lo mismo. Pero tenemos que seguir luchando. Yo
disfruto mucho cuando viene alguien en una presentación y me dice: me has
sacado de mi día a día. Tenemos que dar esa visión esperanzadora a través de la
belleza de las palabras de las ideas, de la literatura y la cultura en general.
Si ves un telediario si que te dan ganas de suicidarte. No dan espacio a la
cultura, la muestran de una forma despectiva a veces. Esto hay que cambiarlo.
LiC – ¿Crees que
la unión entre artistas hace la fuerza?
R.G. –
Totalmente. Antes de que me diera por publicar, cuando quería llevar a cabo un
proyecto me daba pereza, porque estaba solo. El grupo es fundamental para
cualquier proyecto que se emprenda en la vida. En la literatura es fundamental.
El grupo motiva, da comprensión, es terapia…
LiC – Y para
concluir ¿nos podrías leer algunas frases de tu libro?
R.G. –Dos de la
palabra amor, que antes mencionábamos. Una visión positiva: “es quien da la
vuelta al reloj de arena”. Y una menos positiva: “elige bien a quien a quien
amas, pues te puedes convertir en esa persona”. Cuando una pareja está tan
unida que se funde y se confunde. Hablando de la pareja voy a leer otra frase:
“si te fijas son dos líneas paralelas, ya sea paseando o en la cama, en
vertical o en horizontal. Una pareja debe funcionar como un par de esquíes, en
paralelo, por separado pero apoyándose en los giros y compensándose unos a
otros”. Otra, “semen: sexo recién exprimido”. Y así una más lírica en cuanto a
sexo: “quiero ser la noche que tape tu cuerpo”. Y con memoria, antes
mencionada: “la memoria es la que hace durar el tiempo”. Y no puedo dejar de
leer una sobre la palabra vida: “tu vida es un papel pautado al que le faltan
las notas musicales”. “Imagina que eres un piano, procura tocar todas las
teclas de tu teclado”.
LiC – Si queréis
leer más frases en el muro tendréis que pillaros el libro, yo lo recomiendo
porque a mí me encantó. Esto ha sido todo. Muchas gracias.
R.G. – Muchas
gracias a ti.
Entrevista de Saray Pavón, transcrita por A. Moreno
Forografía Ricardo Guadalupe