Podría ser compleja,
seré mil diamantes de aureola.
Automáticamente,
las trizas de cristal se revuelven en mi yo,
como pizcas de harina
tras una hornada en la encimera
al momento en que el barítono del ego despega.
Esto es un bumerán
un trampolín, un túnel oscuro
un paquete mal entregado, una paloma extraviada.
Una noche de jaurías y sus consecuencias derramadas.
Es una canción bien compuesta que no gustó al público,
es el llanto de un bebé ante un alimento
que de nuevo no es de un busto,
una carta mal remitida
o un deseo mal planteado.
De vuelta a ti, devuelta a ti
siente cómo me haces sentir.
Tan sólo es un instante en el universo,
pero es importante para mí.
De vuelta a ti, devuelta a mí
lo estoy intentando al menos, ¿no puedes ver?
Deseara hacértelo epifanía por todas partes.
Ojalá que el objeto de tus alabanzas
significase al mismo nivel.
La explicación no tiene pérdida,
es un halo en mi cabeza.
Siempre lista, siempre atenta
¡Oh, Dios! ¿Cuánta empatía queda?
En este sitio, en esta esfera
¿Cuánto amor a uno le espera?
Libres sois quienes ejemplo dais
a todos aquellos dentro de fronteras.
De barrotes de cristal
entre familia a la que debes confrontar
entre iguales que no lo son
porque sus palabras como puñales atraviesan.
Entonces, ¡el destino está delante!
¡Predica con el ejemplo!
¿Qué es para mí ser responsable?
La libertad está reservada
a quienes más se inspiran.
¿No es esa la línea al final?
La razón de los que saben los horizontes,
los dueños de nuestros bienes
las sacudidas al ser superior.
Tras esta retina no puedo verte.
Con finalidad,
la empatía procedo a crear.
A mi manera,
no a la tuya.
Texto de Lucía Jorquera Ravé
Imagen de Pixabay