jueves, 28 de febrero de 2019

El suelo del matadero

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—Oye Rick -preguntó la jovencita que acababa de conocer en un bar a través de un guasap- ya sé que te has tenido que marchar de repente porque eres detective privado… Pero ¿qué hago yo ahora el resto de la noche sola en tu cama?
—No sé, puedes contar ovejas… -respondió Rick.
—Tu profesión debe de ser emocionante… Dime… ¿Has estado alguna vez a punto de morir?
—Muchas veces, pero ninguna en mi trabajo.
—No, estoy hablando en serio.
—Yo también.
—Cuenta entonces -dijo y le envió un emoticono travieso.
—Hace un mes conocí una mujer por internet. Quedamos en un hotel, porque yo le propuse que hiciera todo lo que yo le dijera. Y ella aceptó.
—¿Una desconocida aceptó realizar todas tus fantasías sexuales?
—Exactamente.
—¿Y qué pasó?
—Fue un sueño hecho realidad. El mejor sexo que jamás he tenido.
—¿Y sigues con ella?
—No. Después todo se convirtió en una pesadilla.
—¿Por qué?
—Me has preguntado si he estado alguna vez a punto de morir. De repente se volvió loca. No sé, debió molestarle algo que dije o es que en realidad era una asesina, lo cierto es que de repente sacó un cuchillo y me lo quitó todo.
—¿Te robó?
—No exactamente. Se puso celosa y me quitó el móvil y las llaves y tuve que salir corriendo.
—¿Ella conoce tu dirección?
—Sí. Me mandó varios regalos.
—¿Cambiaste la cerradura, supongo?

—No me molesté, vive a más de mil kilómetros de aquí.
—Menos mal que has llegado, me estaba entrando miedo y al oírte abrir la puerta me has dado una alegría.
—Estoy en el trabajo. Yo no he abierto la puerta...


 Texto de Jose Antonio Gamero
Imagen de Pixabay

martes, 26 de febrero de 2019

Error fatal

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Alargué el brazo para comprobar si aún seguía allí, bajo el agua. El frío no parecía afectarme, me había vuelto insensible, o tal vez el temor a ser descubierto en aquella situación elevaba la cantidad de adrenalina en mi sangre de tal forma que me otorgaba la sensación de estar envuelto en una piel de oso. El otro aspecto desagradable era el hedor de aquellas aguas putrefactas. Hacía todo lo posible por no pensar en ello y, como aquellos enfermos que se evaden del dolor proyectando imágenes en su cabeza, yo plasmé en la mía la reacción de los más allegados al averiguar lo que había hecho. Lo más increíble para mí mismo fue el hecho de haberme arrepentido al instante, como si me hubiese agradado haberlo tenido en mi mano. Arrojar un cadáver al río… eso habría sido mucho más comprensible para todos que perder la alianza en el desagüe del inodoro el día de la boda.


Texto e imagen de A. Moreno 


domingo, 24 de febrero de 2019

Miniaturas, de ELoy Falcón

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El mismo autor nos envió una breve descripción de su trabajo en la que podemos  comprobar que controla de su campo. No, no tiene una tienda de Warhammer 40.000. Es arquitecto. Lo explica así:

Presento a concurso estas ruinas hechas con cartón para juegos de estrategia y/o rol con miniaturas de 28mm.

Para llevarlas a cabo he usado cartón de doble corruga, masilla tapajuntas para paredes interiores, pegamento caliente, arena, gravilla y pinturas. Utilizando una miniatura como canon de referencia para la escala, sobre la caja de cartón hice el trazo de una fachada básica. Tuve en cuenta la disposición de las ventanas y de los pilares entre ellas para modular correctamente la longitud de cada trozo de fachada. Del mismo modo, tuve en cuenta las alturas de las ventanas, las posiciones de los forjados y de las cornisas para calcular la altura de la pieza.


Una vez la estructura básica estuvo trazada sobre el cartón, lo corté con un cúter y procedí a ensamblarlo con pegamento caliente.

Con el armazón preparado, tapé todas las corrugas visibles del cartón con pegamento caliente y después cubrí toda la pieza con masilla tapajuntas para darle textura al cartón y que pareciera hormigón.

Por último, añadí arena, grava y alguna que otra pieza de plástico y madera para simular montones de escombros y pasé al pintado.




Como extra, y porque no solo de ruinas vive el friki, hemos seleccionado esta otra espectacular miniatura  (de 5x2,5cm) fotografiada de forma exquisita por Jonathan Martín, a quien habrá que seguir la pista a partir de ahora. Creo que es necesario añadir que el cuerpo está hecho con palos de helado y las velas con mondadientes.


Texto de A. Moreno
Texto explicativo del propio Eloy Falcón
Imágenes de Eloy Falcón excepto la última, que es de Jonathan Martín

viernes, 22 de febrero de 2019

Segundo

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Y dices sin decir, lo que nunca quisiste decir cuando tus frases se entrecortan, porque no quieres que las escuche a pesar de que esté delante. Y dices sin decir lo que siempre quisiste decir, porque tus labios vibran y el carmín brilla. Y no dices nada y lo dices todo, porque tus ojos hablan, pero tú no lo sabes. 

Y mi voz tiembla, y te pido que levantes la cabeza con la misma frase tantas veces repetida. Y quieres correr lejos del momento, porque no quieres conversar, pero tú lo haces sin hablar, solo con gestos. 

Y te quedas allí, en el rincón, porque las sombras se han deslizado por el pavimento y han clavado tus pies al suelo, con las puntas en forma de lanza. Y no sangras y nada dices, pero lo dices todo cuando tus ojos brillan como el carmín.

Y las saetas detenidas sobre la realidad persiguen la obstinada persistencia del tiempo. Las sombras regresan a la esfera y puedes escapar, y no decir nada, porque ya lo dijiste todo sin palabras.



Texto de Eugenio Barragán Fuentes
Imagen de Pixabay 

miércoles, 20 de febrero de 2019

Cuando fui el novio de la niña de El Exorcista

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No es verdad que Karras sacara al demonio de Regan. Por lo visto la niña siguió unos años más dando por saco, hasta que la madre se hartó de las tropelías de su hija y la echó de casa.

Regan, vagabunda por Georgetown, ya con veintiséis años o así. Se enrola en un viaje a España y paga el billete con un milagro negro. Aterriza en Toledo, por la catedral primada; rodea el edificio como una mendiga del medievo, a su aire, respondona, escupe a veces el gargajo verde; y se mete por otras calles y los turistas se apartan un poco. Alguna tarde de un día laborable escucha misa con cuatro viejas, y cuando el cura dice «oremos» ella convulsa sobre la madera del reclinatorio; luego reza el padrenuestro al revés y las viejas se santiguan y se van sin terminar la misa. Regan errabunda por el Miradero, por la ribera del río, siempre con el mismo camisón astroso; con un aburrimiento de mil demonios; con la cara rajada de heridas supurantes y los ojos de loba hambrienta. A veces hace lo del giro de la cabeza en algún parque escolar y los niños se tronchan de risa desde los columpios.

Regan y yo nos encontramos en el Paseo de Recaredo. Yo dibujaba algo y ella se paró a mirar lo que hacía; se echó a reir, una risa como un rugido, cargada de mocos en el pecho, y luego lo del gargajo verde. Escupió en el dibujo y quedó una mancha perfecta; un paisaje con un nublado sucio y esmeralda muy original.

        —Eres una artista, Regan.
        —Dame tu alma y seremos felices, Garven.

La voz diésel de Reagan me tiró los tejos. Regan olía a humedad, a cerrado y a frío de sótano. Llevaba siempre el camisón de siempre, viejo, amarillo, de chichinabo, con más mierda que un jamón. Tenía eccemas en los labios y los navajazos infestados del agua bendita del cura. La melena lacia de un cristo arrojado y rescatado del cieno del río.

        —Regan, me encantaría que fuéramos novios. Estoy más solo que la una.

Y Regan me daba su mano hinchada, podrida y fuerte. Metía la lengua en mi boca como un colibrí satánico; esa lengua de dos cuartas que sale en la película. La saliva ácida de Regan con algo de pota verde entre las muelas carniceras. Caminábamos de la mano y me hacía reír con sus palabrotas, virajes y acrobacias. Arreglaba todos mis dibujos a salivazos.

        —Lo que te quiero, cabrona.

A veces se liaba a collejas conmigo; era así de bruta y gamberra, igual que un muchacho. Porque yo no olvidaba el macho cabrío que llevaba Regan dentro, o los machos, nada menos que mil demonios. Cuando se quedaba fija, pensativa, supersticiosa, triste, con los ojos en blanco; se oía el murmullo de los demonios como si estuvieran reunidos dentro de su boca, sentados en las piezas dentales. Comíamos altramuces y cortezas en las terrazas de aquel parque cargado de verdura; bebíamos granizados y horchatas en vasos de plástico para llevar. Bailábamos con la música de los caballitos; nos dábamos el lote en la rosaleda y hacíamos algún sacrilegio. Regan me lo pagaba todo con la magia del infierno, siempre había dinero y saldo positivo; eso no era nada para el diablo y todo para los mortales.

        —Regan quiero vivir contigo en aquel barrio cerca de Urgencias por si te pasas conmigo.

De modo que Regan ya tenía las llaves en el bolsillo del blusón y unas escrituras de no sé qué notaría debajo del brazo. Éramos propietarios de un primero que daba al parque de las tres culturas. De una palmada aparecían los muebles a su gusto, blancos, como en la película. Regan tenía un joder salvaje y urgente. Una cabalgada de vértigo, siempre procuraba que acabara yo antes. Su cuerpo desnudo de vampiresa con una incipiente podredumbre post mortem, morada, musculazo, marcado y áspero; con unos pechos breves y rojos, malolientes, un poco quemados con agua bendita. Estaba buenísima como una satanasa de Frank Frazetta. Me hacía su baile maldito con las muñecas vendadas y en bolas; y aparecía la proyección del ángel caído en la puerta del armario. Luego se quedaba tumbada con los ojos en blanco, así hasta mañana, con el murmullo de los demonios en la boca, toda la noche con esos rumores que me ayudaban a coger el sueño.

        —Lo que te quiero, cabrona.

Un domingo había que ir a votar.

        —Mira Regan, estás en el censo electoral: Regan Teresa MacNeil

Y Regan cogía la papeleta de un partido católico para el congreso y el senado. De modo que el diablo votaba con un apostólico sentido.  Me vio la cara y quiso explicármelo.

        —Bajo la falda de una madre de domingo eucarístico solo es posible nuestra anarquía, Garven.
        —Qué huevazos tienes, Regan.
        —¿A quién vas a votar, Garven?
        —Lo que tú me digas, que para eso me tienes endemoniado.

Después íbamos a tomar unas cañas, entre el hueco que dejaba la gente que se apartaba de Regan. Siempre con la blusa de siempre, con los navajazos del cura en la cara; descalza, callosa, hijaputa, triste y digna. Bebía litros hasta regurgitar eructos de verde espuma; verde puré de guisantes; verde absenta o verde limón. Luego hacía lo del giro de la cabeza como un aspersor y quedaba un círculo de pota en el suelo. Qué descojone, Regan. «Esta maldita noche paga Regan» decía cachonda, satanasa; cuando la gente se hacía a sus cosas y la sonreían. Pagaba todo, con el milagro de su bolsillo, con el manantial de dinero desde el infierno. Regan nunca esperaba el cambio; así era de espléndida. Mi Regan.

Pero se fue una madrugada; me despertó el silencio de los diablos. Se iría con el sigilo de una levitación, por la puerta o por el fregadero, por la ventana o por el techo. Dejó un vacío como un limbo; me abandonó en el purgatorio de mi casa sin ella. Encima de la mesa encontré una bolsa de deporte a reventar con billetes de quinientos y una nota escrita a boli rojo que decía: «Me voy, chico bueno. El poder de cristo me obliga». Puse velas negras en las puntas de una estrella de seis puntas. Pero no venía nadie. Regan. Mi Regan.


Texto e ilustración de Garven

lunes, 18 de febrero de 2019

PUTA

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Sin título:

PUTA el ego de tu mente
y de la sombra que te sigue
queriendo despegarse de tu usurpador ser.

PUTA vos y tus ideas deformes,
tus palabras discriminatorias
y tus temores de "hombre" salvaje.

PUTA tus pensamientos machistas
y todo lo que vomitan.
Y hasta el sudor violento que expele tu piel.

PUTA todo lo que me decís
queriendo hacerme de menos,
queriendo hacerme mal.

PUTA mía quizás, pero PUTA tuya, JAMÁS.


Poema de Dánitza Baca
Imagen de Pixabay

sábado, 16 de febrero de 2019

@Drink&DrawSevilla

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Desde el 2009 percibo Sevilla como una ciudad muy viva. El movimiento artístico, más allá de los canales oficiales, salpica la poesía con sus ciclos, el teatro, la música… hasta el dibujo. Para esa faceta tenemos clubs, quedadas de bocetistas urbanos (urban sketchers) y una nueva iniciativa: @Drink&DrawSevilla

Su precursor es Antonio de Zayas y lo que plantea es: quedadas, por toda la ciudad, que reúnan a los interesados en el arte del dibujo y la pintura (tanto tradicional como digital)

Lo que se pretende: 
-Ampliar tus círculos de conocidos.
-Aprender de unos y de otros sobre técnicas, programas, materiales, tips,...
-Conocer rincones nuevos, tanto al aire libre como en interiores.
-Y salir de tu zona de confort mediante la propuesta de temas concretos.


Es un evento gratuito. Sólo tendrás que reservar tu plaza mediante mensaje privado. Y da igual el nivel que tengas de dibujo, lo importante aquí son tus ganas de aprender y crecer en el mundo del dibujo.

El primer encuentro se realizó el domingo 10 de Febrero en la Taberna del Dragón Verde (¡me lo pasé genial!). Estuvimos Carlos Gómez (@strengian), Rosario Utrera (@Rosario_Utrera), Maiku (@maiku_no_koe), Antonio de Zayas (@adzrinsta) y yo, Saray Pavón, (@SarayPavon aunque subo más dibujos en Behance) (vamos, gente muy maja). Puedes ver fotitos en el Instagram @Drink&DrawSevilla y Facebook, esa red social que nos hace procrastinar y a veces trae sorpresas. 

No se ha concretado periodicidad ni día específico de la semana pero sí sabemos la fecha del siguiente: 16/02/2019 a las 17h en CheckPoint @arcadebarsevilla c/Feria, nº49 (un evento a puerta cerrada porque la inauguración del espacio será el 22 de Febrero). Artista invitada: @sarahconhachecartoonist  

¡No os lo perdáis!


Texto de Saray Pavón
Cursivas e Imágenes de Antonio de Zayas


jueves, 14 de febrero de 2019

Muerte creciente

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Córtame en dos con un hacha.
Miedo.
Haz que mis entrañas jueguen.
Suelo.
Córtame después la leña,
Cielo.

Dispárame tras ocultarme,
A traición.
Con razones contundentes,
Corazón.
Justifica mis desvelos.
Estupor.

Acuchíllame en el lecho,
No te cortes.
Que la sangre no te asuste,
Y que brote.
Haz de mi pecho tu lienzo,
Pon tu toque.

Estrangúlame despacio,
Medias de seda.
Hasta que me torne malva,
Es tu carrera.
Juega conmigo a la muerte,
¡Eh! Tú la llevas.

Arrójame al precipicio
Desde lo más alto.
Que parezca un accidente,
Tacón desgastado.
Búscame luego si quieres,
Te esperaré abajo.

Envenéname en la noche,
Romántica la cena.
Espera a que llegue el postre
Para apagar las velas.
Lleva el champán a la cama,
No me esperes despierta.

Empápame en gasolina
Ríete de mí un rato
Fuma un puro con desprecio
Antes de prender el rastro
Y observa cómo me enciendo
Sin acabar en tus brazos.

Aunque parezca una broma
Hay que tomárselo en serio
Asesinar no es tan fácil
Como andar contando cuentos.
Créeme y haz lo que digo,
Sigue estos sabios consejos.
Que muy pronto y, si te aplicas,
Me estarás cortando el cuello.
Pero empieza desde abajo
Como yo he estado escribiendo
Poco a poco, una locura
Como crecieron los versos.
No tengamos prisa, tonta
Mientras, ve matando el tiempo
Pues esto es vivir contigo,
Un continuo matadero.

Texto de A. Moreno
Imagen extraída de Pixabay y retocada por A. Moreno

martes, 12 de febrero de 2019

1 de Noviembre

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A veces al revivir una vieja foto de familia, se dejan recuerdos en remojo cerca de la ventana, en la cocina. Y se sienta uno, mientras tanto, a repasar garbanzos de manera meticulosa y enfermiza redescubriendo momentos que ya no se recordaban haber vivido.

De la confusión se da uno cuenta entre el cuarto garbanzo y el quinto, al fijarse en el piquito formado por el relieve que dejó su raicilla.

Y vuelves, despistado, del garbanzo a la vieja foto de familia, con ese color que ya se iba, y que ahora, al mirarla fijamente, parece que se intensifica. Que huele a otro tiempo, a nudo en el estomago, y a pellizco en la barriga. 

Casi parece otra vida, aquella de recuerdos en remojo, cerca de la ventana, en la cocina.




Microrrelato de A. Ramírez
Imagen de pixabay

domingo, 10 de febrero de 2019

Mírame

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Deja ya de mirar hacia la calle
mientras la camarera nos pregunta
si queremos la leche bien caliente
o si la preferimos más bien tibia.
No me hables más del tiempo, que ya sé
que hace un calor impropio de estas fechas,
ni repitas de nuevo
las sandeces que dicen los políticos,
que ya me tienen harta.
No muevas más las manos en el aire
ni te subas las mangas ni te abroches
por enésima vez
el último botón de la camisa;
déjala un poco abierta, que me ponen
esos vellos rebeldes que se asoman
como pidiendo guerra.
No me cuentes la última película
ni ese libro tan gordo que has leído.
Cállate, por favor, calla un momento,
deja las manos quietas y, de una puta vez,
mírame tres segundos a los ojos.


Poesía de Ana Montojo
Imagen de Pixabay


viernes, 8 de febrero de 2019

La versatilidad de sus cuerdas

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Si buscas en google José Marín, Wikipedia nos lleva a un compositor y cantante español del Barroco (año 1618), sin embargo, aunque calcen mismo nombre e inquietud por el mundo musical… del José que vamos a hablar es el que nos ha regalado momentos impresionantes en el Ciclo de La Mirada de Hoy (en el cierre de temporada se marcó, junto con Carlos Castro -al saxo-, una improvisación basándose en una de sus canciones). Espero que al tiempo pongan la desambiguación en la web, mientras tanto nosotros ya empezamos a hacer sonar su nombre. 

Los escenarios no le dan miedo y se entrega, ya sea con micrófono o a viva voz. Ha lanzado su primer EP Siete canciones menores y otras tantas creciditas que cuenta con cinco pistas en las que se demuestra la versatilidad de sus cuerdas de guitarra y vocales, pero sabemos que su estudio nunca descansa y que tiene sentimiento para llenarnos las estanterías con sus CD’s. 

Su destreza le ha llevado a arriesgarse musicando el poema Una mujer de Carmen Aliaga, del que ha salido victorioso (y he de reconocer que se encuentra entre mis favoritos): no sólo se mete la piel de los versos sino que capta el ritmo de Libro Huérfano

Y mientras esperamos su siguiente entrega, podemos encontrarle en YouTube, Facebook y cautivando en el plató. 



Texto de Saray Pavón
Fotografía de Álex Ruiz
Audiovisual José Marín

miércoles, 6 de febrero de 2019

Proyecto Rockin' ladies

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Es difícil descolgar un sambenito y mostrar la realidad. En estos momentos en los que muchos hombres (y peor aún, mujeres) arremeten contra todo movimiento feminista, hay que destacar iniciativas como esta que nos ocupa. No hace falta hablar de paridad sino de ganas de hacer las cosas bien hechas y demostrar que están ahí. Perdón, demostrar nada, no hay que convencer de nada a nadie, sino hacer visible lo que otros o bien no quieren ver o bien tratan de ocultar por vete tú a saber qué motivos. El proyecto Rockin' Ladies trabaja por esto y mucho más. Está encabezado por la fotógrafa Raquel García, que además tampoco le teme a ponerse detrás de una batería; está aprendiendo, dadle tiempo. Junto a ella, otras dos polifacéticas e inquietas músicas: María Neila, vocalista de Alien Rockin' Explosion (aquí la divertida entrevista que nos regalaron) y París Lakryma, ex-batería de La calle del ruído. En su incansable lucha, no escatiman en esfuerzos para que salgan a la luz artistas del entorno del rock y el metal que, por el simple hecho de ser mujer (en el amplio y completo sentido de la palabra) permanecen en un segundo plano. Nada más y nada menos que en estos géneros tan masculinizados desde siempre en los que, hasta no hace mucho (y aún en algunos casos), se usaba la figura de la mujer como mero objeto de deseo y para hacer parecer malotes a nuestros ídolos. Raquel  y compañía pelean por todo lo contrario, dar nombre y visibilidad a mujeres con talento, que es lo que nos interesa. Y sobre todo en nuestro país. Todos conocemos bandas extranjeras con alguna integrante, o incluso con una mujer al frente. Pero en España, donde el rock y el metal carece del apoyo de los medios masivos, ese "yo me lo guiso, yo me lo como" es más complicado, si cabe, para ellas. Y no solo se preocupan de que suenen sus nombres y mostrarlas con increíbles fotos, sino también sus voces, sus historias, sus experiencias. Todos los días se puede descubrir una intérprete, compositora o instrumentista  a la que conocer, con la que disfrutar y dar mimo a tus orejones. Están ahí, te lo aseguro.

Así que si no conoces este necesario proyecto ya te informo yo y, si no lo sigues, ya estás tardando. Te lo pongo fácil: PINCHA AQUÍ

Texto de A. Moreno
Logo diseñado por Helen Sotillo

lunes, 4 de febrero de 2019

Pasmados

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Nos quieren engullir y cercar
nos persiguen incesantemente
nos controlan tozudamente
si nos pillan se sonríen y relamen
y nos piden que les acompañemos a su hogar
en la pocilga te dan tu espléndida ración
incluso si quedas descontento
te la pueden aumentar
la ley y el orden
son nuestros principios fundamentales
el que atente a alguna debe morir
Dios así lo quiere.
Te tragan, tú corres,
tropiezas y vuelves a correr
pero ten cuidado
los ángeles también lo son.


Poema de Felipe Zapico
Ilustración de Casilda García Archilla



sábado, 2 de febrero de 2019

Ir

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Para que la poesía sea un viaje debe acompañarte sin interferencias y de manera tranquila. Si existe una poeta que está fuera de la contaminación de las redes sociales y alejada de la inmediatez su nombre es Cecilia Silveira. Su nuevo libro de poesía se llama Ir. Ir, llegar y estar son las tres secciones del poemario. Y en este tránsito pausado Cecilia Silveira compone sus versos con exquisita musicalidad.

Mienten mis manos.
El desplazar se instala en mi garganta,
no digo casi nada cierto,
escucho un latido que huye,
lo sigo,
y el surco que dibuja en el espacio
me guía.

Los versos de la autora recuerdan esos inicios de Woolf o Duras cuando componen sus textos a partir del sonido de las olas del mar, el silencio de las playas desiertas o las sombras de los árboles. Desde esos paisajes la palabra se transforma en un puente que te conduce a cuestiones como la muerte, el deseo o el hecho de escribir. Sus versos se parecen a las naturalezas muertas en la pintura, pero las suyas están completamente vivas. Además, el ritmo, la cadencia y la musicalidad de su poesía surgen de manera muy natural tras esa elaboración tan calmada que la autora nos expresa.

Dejamos el puente atrás,
gritamos conjugaciones de un ir común,
y llegamos al acontecimiento.
Porque un puente atravesado por el tiempo
es siempre un disparador de instantes.

Lo veranos, las dunas, la muerte.
El guardián de los granos de arena
conoce la estrategia de las hormigas,
y seduce al aire
en espera de un paisaje quieto.
Sabe que el movimiento incita a dudar.


El puente es un lugar de paso, de cambio, de unión de un lugar a otro, pero también puede separar, marcharse y abandonar a los caminantes. El puente es una proyección de deseos e ilusiones, así como un lugar en el que se pierde aquello que no se es. En definitiva, el puente de Silveira es un terreno sin tiempo.

y conseguimos arañar la cáscara que nos niega,
en un terreno sin tiempo,
donde ya estamos perdidos.


Elementos líquidos y marinos están muy presentes en Ir. Encontramos mareas, olas, corrientes, lluvia, lágrimas o ríos entre los símbolos de agua de la autora.  Así como también aves, insectos y árboles entre lo inmaterial y lo material de piedras, nidos, juncos, aire o luz. Sus composiciones son hermosas, plasman sabiduría y transmiten la paz de los versos que se han escrito con calma y que luego se han trabajado con lentitud.
Para poder escribir, se debe leer con profundidad. Es por todo ello que no sorprende que entre las muchas lecturas de la autora se encuentren escritores de la talla de Ida Vitale, Idea Vilariño, Inger Christensen, Tomás Transtromer, Adam Zagajewski, Wislava Szymborska, Concha García, Sharon Olds o Alejandra Pizarnik.

Se oyen gritos que llegan.
La entrada a todos los puentes es una puerta
en la última habitación del ahora.


Ir es un gran poema lento, culto y prudente. Un libro para aprender, sentir y vivir un recorrido. En él Silveira nos muestra su madurez poética observada desde un instante de transición.

Sólo sé estar en este instante
y apenas soy capaz de transmitirlo.


Título: Ir
Autora: Cecilia Silveira
Ediciones En Huida
ISBN: 978-84-17502-36-2
Reseña de Beatriz Pérez Sánchez
Imagen portada de Ir