Venimos de la ira y la venganza del anterior tema para dar paso al dolor y la impotencia. Con una breve frase, Morgoth condena al olvido a Maedhros, el hijo mayor de Fëanor y el primero en tomar el juramento, de ahí la inquina del Señor Oscuro. Lo encadena por la muñeca en un precipicio y lo deja a su suerte con su pena y la certeza de saber que pasará la eternidad colgado. Pero no llueve eternamente, pues en el siguiente corte (muy apropiada esta palabra) llega su salvador, Fingon, a lomos de Thorondor, señor de las Águilas. La letra habla del calvario que pasa aquel mientras aparece su amigo y la impotencia de este por tener que cortarle la mano, pues la cadena, hechizada por Morgoth, era irrompible.
Ambos estamos condenados a vivir
Es un destino oscuro
(Puedo oír tus llamadas
Puedo oír tus llamadas)
LA VIDA ETERNA
Aún lo veo arder
Cada noche lloro de dolor
Vivo
Hasta el final que aparece mi amigo
Y lloro lágrimas de sangre
Buscaste y encontraste
Cortaste la mano de tu viejo amigo
Mi mente está
En sueños helados
La carne podrida
De amargas mentiras
Bienvenido a donde el tiempo se detiene
Nadie se va y nadie se nunca lo hará
No puedo aguantarlo
Quema
Cada noche lloro de dolor
Y lloro lágrimas de sangre
Dolor sin fin quedó dentro
Y lloro lágrimas de sangre
Dolor sin fin quedó dentro
Parece tan claro
Me di por vencido
Pues la vida en mí se fue
Y un viento cruel sopla frío
Y un viento cruel sopla frío
En la culpa
Y la vida se desvanecerá
Cada noche lloro de dolor
Y lloro lágrimas de sangre
Dolor sin fin quedó…
Cortaste la mano de tu viejo amigo