jueves, 30 de septiembre de 2021

martes, 28 de septiembre de 2021

Full metal Jacket

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de pie
en posición de firmes
en uno de los estantes
de mi biblioteca:

una bala de no sé qué calibre:

una bala de plomo en todo caso
con camisa de cobre o de latón:

una bala blindada
o full metal jacket
de punta hueca además:

una bala que robé
en casa de un narcotraficante
en casa de jeremiah johnson
una vez que fui a comprarle
medio gramo de caspa del diablo:

el mismo diablo que carga las armas:

no con esta bala como es natural:
no con esta bala que en realidad
no es una bala sino más bien

             una vida

             que alguien             

             me debe:

 

Poema de David González
Imagen de Pixabay

domingo, 26 de septiembre de 2021

Perro muerto en la mañana

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Qué inútil ahora tu mirada,
tus patas, hacia delante, inmóviles,
el blanco manchado de tu piel
donde la sangre traza sus purpúreos dibujos.
Nadie, ni tal vez tú, sabía
a qué lugar te empujaban tus pasos,
qué golpes o caricias, qué pequeña extensión de sol,
aguardaban a tu cansado cuerpo caminante.
Sin baños rituales, sin collares ni lazos,
sin palabras de halago y órdenes con dueño.
Solo, arrastrando tu peso por la noche y el día,
hasta llegar aquí, al crujido sordo de la muerte,
qué incomprensible juzgas con tus ojos atónitos.
Frágil y poderoso como la libertad
y como ella duramente vencido,
transformado en silencioso rincón de sombra,
en apagado territorio de huesos y de olvido.
Así, a la luz fría de la mañana,
esperas tu destino de cal o pobredumbre.
Quieto, bajo el polvo y la grasa, montón tierno,
imagen transparente de la tierra en que yaces.

Poema de Juan Luis Panero
Imagen de Pixabay

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Malditos noventa (1990)

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Hay gente, no voy a entrar en calificativos, que asegura que los noventa fue una década horrible para la música. Mi cara de asombro al oír/leer eso no tiene precio. Mi amor por ese decenio no es ningún secreto. Tanto para el cine como para la música, fue un periodo explosivo, puede que decadente, sí, pero de una creatividad y buen gusto impresionantes. Por eso, en esta sección, voy a señalar discos imprescindibles desde los inicios. Hoy, 1990.


Warrant. Cherry pie.
El archiconocido tema que daba título al álbum no ha dejado de sonar en la radio desde entonces. Una banda de rock sin más apelativos pero que seguro que te ha hecho mover el cuerpo de forma patética alguna vez.


Pantera. Cowboys from hell.
Una revolución gigante, inconmensurable. El comienzo de un mito y el espejo en que una década de músicos se tuvo que mirar porque no había más remedio que arrodillarse ante la forma de tocar de los tejanos. El universo del metal se abrió por completo gracias a este disco, y mucho tiempo después quiso venir el nu metal a dárselas de rompedores. Un disco adelantado a su tiempo.


Queensrÿche. Empire.
Qué podemos decir de esta banda legendaria. Y de este clásico que se convirtió en el manual de cabecera de muchos amantes del progresivo y del rock en general. Si escuchas Jet city woman o Silent Lucidity y no te dan ganas de besar la actual calva de Geoff Tate tienes un problema.


Extreme. Pornograffitti.
¿Sabes ese tema que todos los tíos se aprenden para ligar? Sí, ese, el More than words. Pues es una de las pistas de Pornograffitti. ¿Quieres más motivos para adorarlo? Escucha el resto del disco que colocó a Gary Cherone y Nuno Bettencourt, compositores plenos de todos los temas, en el Olimpo del rock.


Dio. Lock up the wolves.
Ronnie... ay, mi querido Ronnie. No puedo escribir nada sobre él sin que se me empañen los ojos. No tiene disco malo, y este de 1990 no iba a ser menos. Poco puedo añadir. Que disfrutes de su prodigiosa voz y sus composiciones en solitario siempre que puedas, así nunca morirá.


Judas Priest. Painkiller.
Fíjate, una de las canciones más versionadas de la banda, más conocidas y cuya batería parece estar grabada por el mismo demonio está aquí, y le da nombre al álbum. Pues blanco y en botella. Es como una vuelta a su época setentera pero con mucha más mala leche y, lo dicho, producción de 10.


Steve Vai. Passion & warfare.
Técnica y pasión, virtuosismo y emoción. Sentimientos incontenibles afloran con algo tan simple y a la vez tan complicado como la vibración de una cuerda convertida en sonido. Las pastillas de su Ibanez deben de estar hechas con sangre de elfo. La primera vez que escuché este CD, puse For the love of God unas seis veces seguidas. A día de hoy sigue poniéndome los pelos de punta.


Mr Big. Raw like sushi.
Si no recuerdo mal, el nombre de esta banda tiene su origen en un tema de Free. Podría pensarse que proviene del Big Bang. Eso fue lo que supuso la aparición de esta superbanda en la escena, una mega deflagración cósmica de talentos unidos en creaciones míticas. Y eso es lo que se puede oír en este su primer CD en vivo. Nada menos que en Japón, donde son dioses.


Héroes del silencio. Senderos de traición.
Uno de los discos españoles más conocidos tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. El que contiene los dos temas que la radio ha estrujado hasta convertirlos en canciones bastardas, a pesar de su calidad. Estamos hablando de Maldito duende y Entre dos tierras. Soy más de El espíritu del vino, pero este es de los must have.

The Black Crowes. Shake your money maker.
Nada más y nada menos que el debut discográfico de una leyenda semi-viva del rock. Sus fundadores siguen, la banda, por desgracia, murió*. ¡Pero qué manera de estrenarse! Del primero al último, son hits, patadas rockeras en la cara del imperante grunge. Además, en la lista está una versión impagable del Hard to handle del eterno Otis Redding.


Testament. Souls of black.
Una portada oscura y totalmente reconocible. Uno de los grandes de la amplia trayectoria de los californianos. No tan representativo como Practice what you preach o The new order pero un más que digno sucesor de ambos. Con grandes temas como Absence of light o el propio Souls of black donde la presencia de Greg Christian (bajo) es más que evidente.


Gary Moore. Still got the blues.
Un rockero de la vieja escuela, reconvertido al hard rock y cercano al heavy requeteconvertido a bluesman. Todas las étapas del norirlandés (desgraciadamente desaparecido) tienen algo especial. Y esta no se queda atrás. Discazo de principio a fin con míticas canciones como la que da nombre al disco, Oh pretty woman, Walking by myself o Too tired. Un regalo para las orejas.


Bruce Dickinson. Tattooed millionaire.
Otro debut, o más bien inicio de proyecto. Todos conocemos la etapa gloriosa del tito Bruce en Iron Maiden. Pero a finales de los ochenta hubo un tira y afloja con el resto de la banda que vete tú a saber y emprendió su carrera en solitario. Se aleja un poco de lo recorrido con la dama de hierro y factura un larga duración repleto de hard rock y buenas melodías canalizadas por este prodigio de garganta.


Living Colour. Time’s up.
Segundo disco de esta impresionante banda que tantas alegrías me da. No es mi disco de cabecera (tardaría tres años en llegar con Stain) pero está repleto de funk rock y de himnos como Pride o la maravillosa Love rears its ugly head. Se permitieron experimentar con otros ritmos y estilos y el resultado es un disco de lo más variopinto.

Megadeth. Rust in peace.
Todavía me duele la mandíbula desde que se me desencajó la primera vez que lo escuché. Riffs técnicos, solos trepidantes, estructuras locas. Para mí sigue siendo su mejor obra, donde se pueden permitir el lujo de decir que han creado un monumento al thrash con elementos progresivos de una factura impecable. Todos son temazos, no voy a destacar ninguno.


Depeche Mode. Violator.
Para cerrar, un clásico atemporal ajeno a la lista anterior. Los maestros ingleses de la música electrónica crean en este caso algo insólito: un disco de ese estilo que no me dan ganas de usar como frisbee. Poco se puede descubrir a estas alturas de un álbum que contiene Enjoy the silence y Personal Jesus.


Pues después de esto, todavía habrá quien desacredite los noventa. ¡Y la década acaba de empezar!
Seguro que me dejo algunos, como el Tales from the Twilight world de Blind Guardian, el Razor’s Edge de AC/DC, el Seasons in the Abyss de Slayer o el Coma of souls de Kreator, pero ya aparecerán otro año con mejores discos.

*¡Pero, oiga, que se han vuelto a rejuntar!

Texto de Antonio Moreno
Imagen de Pixabay



lunes, 20 de septiembre de 2021

Impermeable

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Mano y cigarro

Hay veces que piensas que no puedes sufrir más de lo que lo has hecho ya pero llega alguien y... ¡zas! te sorprende: secuestra tu sonrisa y te deja los dedos cosidos a un cigarrillo de liar (que son más baratos). En ese momento sabes que todo ha sido una farsa, que no has sido más que su muñeca hinchable y cuando se ha cansado de que sea morena... ha dado un portazo. Ese tipo de persona viene con un impermeable en el corazón y es la que le hace tanto mal a la palabra "te quiero".

Texto y dibujo de Saray Pavón

sábado, 18 de septiembre de 2021

974310439

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Quien me trajo al mundo se ha ido hoy del mundo.
Ella, que me llamaba a todas horas, para saber de mí.

Lo mal que la traté y lo mal que nos tratamos,
aun queriéndonos tanto; y lo poco que supiste de mi vida
en los últimos tiempos, ocultándote lo mal que me iba
en mi matrimonio y en todas partes
y tú sabiéndolo, porque, al fin, todo lo sabías,
me veías beber esos licores fuertes,
me veías esa sed tan rara, esa sed tan desconocida para ti,
que tanto te asustaba y tanto temías.

Ya nadie me llamará, tan obsesivamente, para saber
si estoy vivo, y a quién le importará si estoy vivo o muerto;
yo te lo diré: a nadie.

De modo que el gran secreto era éste:
ya estoy completamente desamparado,
arrodillado
para la decapitación,
para el anhelado adiós de este cuerpo,
de esta existencia meramente social y vecinal que lleva mi nombre,
nuestro nombre.

No volveré a ver nunca
tu número de teléfono en la pantalla
de mi teléfono móvil; tú, que te quejabas de que no tenías uno,
de que yo no te regalara uno,
te juro que no hubieras sabido hacerlo funcionar,
lo habrías tirado por la ventana,
como yo haré con el mío esta noche del supremo delirio.

Porque eras un número de teléfono, cincuenta años
en ese número encerrados: nueve siete cuatro, treinta y uno,
cero, cuatro, tres, nueve.
Márcalo ahora,
márcalo si tienes valor y te contestarán
todos los misterios inconmensurables: el tiempo y la nada,
la ira roja
de los peores huracanes celestiales,
la árida y blanca nada convertida
en una mano negra.

Daba igual dónde estuviera: podía estar en América o en Oriente,
tú llamabas, tú llamabas a tu hijo siempre
porque yo era Dios para ti, un Dios fuera de la ley,
poderoso y sagrado, lo único real y suficiente,
siempre tu hijo fuera de todo orden, siempre reinando,
porque todo cuanto yo hacía e hice recibió tu larga aprobación,
cuya moralidad no es de este mundo.

Sabedlo.

Tú, que me amabas hasta la desesperación.
Tú, que derramaste sangre por mí y por mi discutible y oscura vida,
llena de liturgias cuyo sentido tú desconocías,
y hacías bien, pues nada había que conocer, como finalmente
he acabado sabiendo,
igualado en ese conocimiento
al más sabio de los hombres.

Y ahora, otra vez camino del Crematorio,
como ya escribí en un poema con ese título,
en el que hablaba de tu marido, mi padre,
a quien también quemamos,
unos mil grados alcanzan esos hornos.

Mi gran padre, del que tú te enamoraste —vete a saber por qué—
en mil novecientos cincuenta y nueve,
y a quién demonios le importa ya sino a mí,
el que siempre os quiso tanto y os querrá hasta el último minuto del mundo.

Te di un beso en la santa frente helada
un domingo
por la mañana
de un veinticuatro de mayo del año dos mil catorce,
lloviendo,
en una primavera inesperadamente fría,
mientras una máquina sofisticada introducía tu caja barata
—mira que somos pobres— en el fuego final,
al que mi hermano y yo
te condujimos.

Sentí tu frente antigua y acabada en mis labios
antiguos y acabados,
pero aún conscientes los míos;
los tuyos,
venturosamente, no.

Nunca pensé que el sentimiento final fuera este:
la envidia que me diste, la codicia de tu muerte,
codiciando tu muerte,
porque me dejabas aquí,
completamente solo
por primera vez
en nuestra larga historia de amor,
y solo para siempre.

Y recuerdo ahora a todas aquellas mujeres
que querían acostarse conmigo,
hacer el amor conmigo,
y eso acabó siendo mi vida,
cuando yo solo quería
estar contigo para siempre.

Vaya, mamá, no sabía que te quería tanto.
Tú sí que lo sabías, porque siempre lo supiste todo.

Qué bien que todo haya acabado,
en una culpable tarde de primavera
en donde comienza el mundo,
en donde para ti acaba el mundo,
en donde para mí ni acaba ni comienza
sino que persiste involuntariamente.

Qué bien este silencio omnipotente, aquí, en Barbastro,
donde fuimos madre e hijo, por los siglos de los siglos.

Aquí, en Barbastro, en ese sitio tan nuestro,
tan escuetamente nuestro: todo ocurrió aquí, en estas calles.

Todo lo recuerdo, y todo lo recordaré.

Te amo, finalmente.

Como no he amado a nadie: todas fueron tu réplica.

Ah, se me olvidaba: podías haber dejado algo
para pagar tu entierro,
no sabes lo mal que me va y lo pobre que soy,
mira que fuiste manirrota y derrochadora,
y lo que vale
el ataúd más económico,
como dicen ellos, los caballeros dulces de la funeraria.

Mira que fuimos pobres y desgraciados tú y yo,
ma mère, en esta España de grandes hijosdeputa enriquecidos
hasta la abominación.
Y aun así, pobres como ratas tú y yo,
mantuvimos el tipo,
como dos enamorados.

Qué bien. Qué hermoso. Cuánto te quiero
o te quise, ya no sé, y a quién le importa,
desde luego no a la Historia de España,
nuestro país, si es que sabías cómo se llamaba
la solemne nada histórica en que vivimos papá, tú y yo.


Poema de Manuel Vilas, de El Hundimiento.
Imagen de Pixabay

jueves, 16 de septiembre de 2021

El atardecer de Vincent

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Brillaban sus ojos al resplandor de los recuerdos. Estaba viendo aquel libro y entonces apareció ese cuadro primerizo en el prólogo del que sería un gran pintor. Acarició delicadamente la fotografía como si pudiera atravesar con sus dedos el papel y sumergirse en la atmósfera que insinuaba la obra. Su rostro dibujó una sonrisa profundamente melancólica y cargada de sentimientos. Era como si la tristeza, por un segundo, hubiera aprendido a reír, a esbozar alegría sin serlo. Sólo era una ilusión y él lo sabía. A veces, se acordaba de lo difícil que eran algunas cosas, y entonces parecía escuchar su voz... dicen que la vida es así. Y otras, se dejaba atrapar por don Pedro, y cómo sugería que la vida no era otra cosa sino sueño.

¿Qué es la vida? Un frenesí,
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Observó el cuadro con detenimiento y su corazón comenzó a latir con una fuerza inusitada. Desboque de sentimientos encontrados en el rincón de la memoria. Pudo sentir que le envolvía aquel atardecer verdoso de tonos pardos y emborronado por las lágrimas de la realidad. El gran Vincent ya demostraba su tremenda facilidad para la pintura, aunque aún no había estallado en su interior el ramillete de pinceladas vivas y chorros de luz que el Impresionismo se encargaría de espolear, para acabar cometiendo con su obra, un toque de originalidad inusitado y único en la Historia del Arte. Había saltado al cuadro y se encontraba en aquella pequeña región de Nuenen que acogiera un tiempo al pintor. Contempló el esquema organizado y trazado de aquella zanja central nevada, que seguía su curso hasta la línea final del prado, otorgando una senda de luz, apenas sugerida, y dividiendo hasta el límite del cielo en dos el paisaje. Árboles y zanja verticalmente y el horizonte como frontera horizontal. La lejanía marcaba el final del día entre tonalidades verdosas, oscuras y terrosas. Sólo una línea de luz marcaba la diferencia de atmósfera de toda la obra. El sol moribundo y sus últimas palpitaciones de color anaranjado. Van Gogh estaba palpando el Impresionismo sin necesidad de acudir a París, pues su genialidad se lo ofrecía en bandeja.

Una lágrima furtiva, desoyendo la fuerza de la razón, descendió rápidamente por su rostro e impactó en el libro quebrándose en mil pedazos. Contempló la lámina que ofrecía el libro detenidamente, una vez más. Vincent Van Gogh – Paisaje al atardecer. Suspiró en un quejido contenido y sus ojos, vidriosos y febriles, dejaron de mirar para ver en su interior. La tira de imágenes aparecía como una proyección de diapositivas ante su mirada velada. Un atardecer con la sombra del gran Vincent bajo su subconsciente y el frescor del final del día acariciando su rostro. Sintió de nuevo las cosquillas en la boca del estómago y aquel momento congelado en un instante del pasado. Los muslos fríos al contacto de la piedra antigua y los detalles de una historia corriendo ante sus ojos como la función de un teatro clásico. Todo desplegado bajo sus pies en el final de un risco. Y al fondo del pasillo de lo ilimitado, un desfile de luces cambiantes y un disco anaranjado que desciende lentamente. Todo es tan bello. Hay tanta belleza alrededor. Y por encima de toda aquella hermosura, estaba ella.

Nada tenía sentido sin ella. La respuesta a todas las preguntas. La dosis necesaria para seguir con vida. La mayor luz de aquel atardecer. Recordaba su perfume. Su olor. El tacto de su piel bajo sus manos. La fuerza con la que sus dedos se entrelazaban en una alianza de amor incondicional. Sonrió mientras una nueva lágrima le besaba el rostro. Recordaba cómo la había abrazado, delicadamente, sintiéndola entre sus brazos. Cómo le había apartado el pelo suavemente para verla mejor. ¡Estaba tan guapa! Recordaba su sonrisa y su mirada... la misma sonrisa que le hacía temblar y esa mirada que lo atrapaba. Algo genial y especial. Y ahora, sólo y en silencio, sentado en su viejo sillón, observaba aquel cuadro en el que atardecía en Nuenen. El sol se ponía sin remedio, como aquella tarde. Como aquel día que jamás quiso se acabase. No podía parar el tiempo, y tampoco pudo ese día. El sol acabó clavándose en las entrañas de la tierra. Lentamente. El ocaso de una bellísima tarde que agonizaba mortecina entre luces malvas y anaranjadas. Con una parsimonia cargada de hermosura y nostalgia en un mismo golpe. El fin del mundo atrapado en el límite de un risco de piedra clásica. La impotencia de saber que se acaba el día y que no puedes hacer nada porque finalmente el astro rey se oculte tras el horizonte. No puedes pararlo. No puedes frenar el curso del tiempo. Su vista se convirtió en un velo húmedo y la garganta se cerró rápidamente con un mordisco letal. Ese atardecer sólo era un recuerdo y ahora ella no estaba junto a él para abrazarla, acariciarla y besarla. Y le faltaba el aire. La echaba tanto de menos... ¿Dónde estás?, se preguntó mientras su alma se escapaba por los resquicios de su corazón.

Las palabras de Van Gogh en una de las cartas a su hermano Theo resonaban en su cabeza una y otra vez, “una de las cosas más bellas ha sido pintar la oscuridad, que es también color”. Sin darse cuenta, había pasado todas las páginas del libro, y ahora sostenía la cubierta. Las páginas habían pasado sin ser leídas. Sin ser vistas. Habían pasado sin sentido, como el tiempo transcurrido desde la última vez que la vio...

Texto de Ramsés Torres
Imagen: Paisaje al anochecer. Vincent Van Gogh, 1885

martes, 14 de septiembre de 2021

Gustito pa tus orejas II

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Cuáles son las claves que nos llevan a decidir qué es lo mejor y lo peor de cada casa. La mayoría de las veces habla la total subjetividad del individuo que cuestiona. Y por más que pretendamos ser objetivos, una parte del fan que llevamos dentro habla sin permiso y magnifica el objeto de estudio. Voy a tratar de exorcizar al adolescente que aún adora el power metal y hablaré como el adulto (viejuno) que soy. Habrá quien, teniendo ya una edad, ponga el grito en el cielo con lo que estoy a punto de decir. Pero lo he estudiado mucho y tengo que sentenciar que Mission Motherland es la mejor canción de Helloween. No estoy diciendo que sea la que más me gusta, aunque esté en el top. Intentaré explicarme remontándome a la chapa ancestral. La banda siempre ha gozado de buena acogida y reputación. Las dos Helloween, porque como en muchos sectores, existe una división de público según las dos eras más marcadas dentro del seno. Sin contar con el resto de cambios de formación hay una clara diferencia entre la etapa Kiske y la era Deris. Hay seguidores que defienden a capa y espada los primeros trabajos porque eran más fieles al power metal que ellos mismos casi inventan y como cantante, por los agudos a los que llegaba el primero, pues es considerado insustituible. No me parece un argumento muy sólido a la hora de calificar la calidad de las composiciones, pero bueno, para gustos, Pantone®. Deris, a cambio de octavas trajo consigo matices e ideas que ya venía cociendo con su anterior agrupación (Pink Cream 69). Introdujo elementos hard rock, una nueva y magnética personalidad al grupo como frontman y, llegado el momento, incluso produjo algún trabajo. Evidentemente no todo es oro en su estancia. Salvo la secuela en forma de tributo-legado a los dos Keeper of the seven keys, desde el Dark Ride (polémico por su oscuridad y por la afinación grave de las guitarras) no publican una gran obra como fue, por ejemplo, el Time of the Oath, donde está incluida la canción de la que hablamos. (De la calidad de la producción podríamos hablar en otra ocasión). Pero sí que influye al resto de sus compañeros y les contagia esa magia que tienen algunos músicos, consiguiendo entre todos facturar, en mi opinión y en la franja mencionada, los mejores álbumes de su trayectoria. Lo que trae consigo otra apreciación personal directamente relacionada con la anterior. Y es que no me extraña que me parezcan los mejores trabajos, porque también considero que es la formación más puntera que han tenido hasta la fecha.

Modo Line Up ON:

Andi Deris: voz

Michael Weikath: guitarra

Roland Grapow: guitarra

Markus Grosskopf: bajo

Uli Kusch: batería

Y explico esto porque los créditos de la canción pertenecen a Michael Weikath pero en los arreglos participan todos.

Entrando ya en materia y, hablando de la letra, el maestro Weiki no sólo apaña una historia maravillosa y con mensaje, sino que además la encuadra de forma magistral en uno de los géneros de los que más se nutre el power: la ciencia-ficción. Para poneros en situación haré un breve resumen. Cuenta como una inteligencia alienígena que viene de muy lejos con intenciones poco pacíficas se topa con La Tierra. La idea principal: colonizar el planeta tras acabar con sus habitantes. Sin embargo al monitorizar a los humanos y comprobar que no proponen respuesta armada deciden quedarse y colaborar con el fin de crear un futuro mejor para ambas razas. El problema viene cuando tras un tiempo como equipo, los visitantes empiezan a caer como moscas por culpa del calentamiento global y los letales rayos solares que se cuelan por el agujero de la capa de ozono. No les queda más remedio que congelarse y esperar dejando grabado este demoledor mensaje: “Decidnos cuántos de nosotros han muerto bajo las oleadas de luz. Cuerpos sin rostro, macabros gritos... nuestra colonia condenada. Despertadnos cuando hayáis sanado el mundo. S.O.S”.

Lo que pudo ser una colaboración pacífica, cosa que poco se ve en las invasiones extraterrestres, acaba como el rosario de la aurora por nuestra culpa, como siempre, porque somos una desgracia y convertimos en compost todo lo que tocamos. Pero ese es otro tema. El que nos atañe, el musical, comienza con unos sonidos bucólicos de pajaritos acompañados de efectos y el siempre infravalorado bajo de Markus (de los mejores en la escena con su instrumento) que recuerdan a un aterrizaje. Se cuela una melodía alegre y casi robótica, para dar paso a los primeros acordes con distorsión y al poderío de Andi coreando vocales sobre una especie de jam de todos. Entra un riff megathrasher a modo de introducción del que compone la estrofa, el más elaborado de la carrera de los alemanes seguido del puente y el estribillo (que no se quedan cortos en cuanto a creatividad) y vuelta al ultra-palm-muteado metalero de la muerte con un par de power chords de guinda. Y qué estribillo… Algo tan sencillo y a la vez tan necesario como son los coros (del propio Andi) lo redondean hasta darle un acabado pulido y brillante. Esta estructura, ya clásica del power, se vuelve a repetir con otra estrofa/puente/estribillo en la que ya nuestros visitantes de otro mundo están asentados y confían en nuestra capacidad colaborativa para crear un próspero futuro. En otros temas del estilo como por ejemplo Land of the free de sus compatriotas Gamma Ray, tras un par de estas combinaciones entra el solo y un breve interludio, para volver al esquema anterior una última vez. Pero aquí, al terminar el segundo estribillo, el riff introductorio da paso a una serie de entreactos en los que cambian el tempo y los ritmos; se vuelve oscuro y progresivo después; entra el solo, inquietante; le sigue una breve parte medio jazzera en la que las dos guitarras armonizan un par de compases sobre la línea slapeada del amigo Markus en comunión con el excelso Uli Kusch (enorme en toda la canción) y, de pronto, se instala un riff casi doom que va ralentizándose hasta que llega la calma. Emerge casi celestial, la voz de Deris. Se pone en la piel de los supervivientes que nos dejan el mensaje con una bella melodía por encima de samples y efectos en plan: somos tecnoaliens pero tenemos nuestro corazoncito. Va subiendo octavas hasta que pide socorro y vuelve a irrumpir el thrash. Enlaza directamente con un breve puente con letra de esperanza distinta a los anteriores  y ¡al estribillo final!

Se acabó. Como se puede ver es una estructura poco habitual en el estilo. Nueve minutos de orfebrería metalera alemana que hacen de este tema una joya única. Un portento de imaginación y creatividad que además, a pesar de los cambios de ritmo, los interludios y los sonidos futuristas, hace que muevas la cabeza como si no hubiera un mañana. Por si todo esto no fuera del todo suficiente, tanto los arreglos como los efectos y la propia música consiguen que te metas en la historia, dando a cada parte el dramatismo, la tensión o la sensación de esperanza que necesitan.

¿Que tienen otros temas geniales y que quizá les definan más como banda genuina del power metal alemán? Evidentemente, y del mismo disco incluso. Kings will be kings, Steel Tormentor. O sus clásicos de la primera era Eagle fly free o Future world. También sus bombazos hard rockeros auspiciados por el actual frontman como Mr. Ego o Perfect gentleman y otros oscuros y profundos como Mirror mirror o Scalation 666. Todos grandes, sin duda. Pero esta pieza es irrepetible, por todos los detalles que he resaltado, porque tiene una estructura auténtica y sus riffs son una verdadera locura y un derroche de técnica. Absolutamente recomendable oirlo para leer este arrebato de pasión noventera. No sé si las mismas veces que lo oí yo para escribirlo, pero al menos las suficientes para saborearlo. Después de todo este rollo no puedo evitar pensar que me he dejado llevar. Puede que esté equivocado, aunque al menos lo he intentado, ¿no?

Texto e imagen (Illustrator) de Antonio Moreno

domingo, 12 de septiembre de 2021

Cómo destruir ángeles

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Lo acostumbrado:
El taxi que se detiene, nosotros que nos subimos a tu casa:
Ahora la velada, los cigarrillos, el vino caro.
Amparados por el estímulo y la complicidad
tejemos verdades a medias
ponemos en juego confesiones astutamente mesuradas
y rellenamos con palabrería los espacios
a la espera del momento propicio para meter la garra.

Si quieres que te diga la verdad hago lo que puedo
pero nada me parece ya ni medio normal.
A fuerza de pensar perdí el criterio para vivir
y aunque la sofisticación enmascare a la biología
su antifaz es más que transparente:
El ego es omnipresente omnisciente y omnívoro
y es el plan primigenio de otro
quien te quiere gimiendo contra las sabanas
para obligarte a alumbrar a otro monstruo.
Cuando cumplo
gozo y me horrorizo a un tiempo
sintiéndome dios creyéndome libre
sabiéndome siervo de la cadena
burócrata y funcionario del ADN



Poema de Sergi Puertas
Imagen de Pixabay

viernes, 10 de septiembre de 2021

Entrevista a Rodrigo Vaz Cano (La Red Van)

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En esta ocasión Nacho Delgado nos pone sobre ruedas entrevistando a Rodrigo Vaz Cano, que forma parte del proyecto de La Red Van. Tras pasar por nuestro Asaltrón* de corrección Saray Pavón, esto es lo que os ha dejado de una nueva forma de entender la música.

ND: Con 4 años tus padres te regalaron tu primera máquina de escribir tengo entendido…

Rodri: Mis padres vieron lo pesado que era porque teníamos una máquina de escribir antigua en casa y me pasaba el día tecleando porque me encantaba el ruido que hacía (porque se parecía a una ametralladora y parecía como que estaba jugando con la máquina de escribir) (Risas). Cuando tuve un poquito más de uso de razón ya empezaba a escribir frases con sentido: entonces me regalaron una máquina. Era de verdad… pero de niños pequeños (todavía está guardada en el altillo) y me pasaba las horas muertas escribiendo frases, lo que me pasaba durante el día…

ND: Ha llovido un montón… Ahora te dedicas a pasear músicos en una furgoneta mientras tocan canciones. ¿Qué has estado haciendo… desde esa máquina de escribir de juguete?

Rodri: (Risas) Pues eso, junto a que la rana Gustavo con gabardina era mi personaje favorito de Barrio Sésamo, hicieron un poco que yo me metiera en el mundo del periodismo. Vine a Sevilla hará 12 años, para estudiar periodismo, acabé la carrera notando que eso al final no me había gustado, como casi toda la gente de mi año. No era la carrera, sino el panorama desolador que veíamos delante (el mismo que ve el que estudia una carrera hoy en día). A partir de ese momento me dediqué a grabar, que era otra de mis pasiones (mi tío también vio que era muy pesado con las cámaras de fotos (risas) y me regaló una por mi comunión y no hacía más que fotos y fotos), el mundo audiovisual siempre ha estado presente en mi vida. En mi residencia de estudiantes grababa algunos videos chorras (era el típico que siempre salía con la cámara de fiesta) y dije ‘¿Qué puedo hacer ahora?’ No me voy a poner a estudiar Derecho (Risas) así que terminé en un grado superior de Realización. En él conocí a una cuantas personas, uno de ellos tenía un amigo con un sueño: utilizar su caravana Volkswagen en un formato de video en el que un/unos grupo/s se suban y, mientras vamos por Sevilla con la furgoneta, les grabamos. Nos sumamos a la iniciativa aunque actualmente, por desgracia, como no tenemos los apoyos necesarios económicos (la furgoneta está malita de momento), estamos en stand by. Queremos volver pero… mientras tanto, hemos fundado nuestra propia productora con la que seguir grabando y ganar dinero, para volver a arreglar la furgoneta y retomar nuestra pasión: subir a músicos a la furgoneta.

ND: Bueno, la Red Van, para alguien que no os conoce de nada, hemos dicho que cogéis a gente, los montáis a una furgoneta y los ponéis a tocar…

Rodri: Sí, pero bajo su consentimiento (Risas) que con esa forma de decirlo lo mismo la gente se asusta (Risas). Al comienzo nosotros intentábamos contactar con músicos para crear una especie de caché. Ahora, gracias a Dios, son ellos los que nos buscan a nosotros. Es un formato distinto, es un espacio en el que no se suele tocar mucho… pero hemos querido coger una furgoneta porque es el sitio en el que, a la hora de hacer tours, las bandas siempre van en las típicas caravanas y había temas que se componían en las furgonetas y nos pareció como… bonito el volver a los orígenes. Es una especie de reto para él y para nosotros (grabar en movimiento tampoco es que sea fácil…). Al principio era un acústico, pero ya hemos llegado hasta el punto de subir electrónica, amplificadores… Invitaría a la gente a que se metiera en www.laredvan.com o en nuestro canal de YouTube, que es una experiencia guay.

ND: Canijo sin fronteras, Muchachito, All B, Círculo Vicioso, Electro Billy… ¿A cuántas bandas habéis llevado ya en la furgoneta?

Rodri: Uff… Esa es la pregunta de pillar, ¿no? (Risas). Ahora mismo no se decirte un número exacto pero creo que hemos superado el centenar, porque… han sido tres temporadas más el Monkey week, que hicimos como actividad paralela, en el Puerto de Santa María también hicimos unos cuantos bolos… Creo que podemos llegar a la centena, pero tampoco me pillaría mucho los dedos.

ND: ¿Seguís algún criterio a la hora de seleccionar a las bandas que montáis? 

Rodri: Sobre todo que les gustara el rollo. No queríamos que nadie se subiera por compromiso. Buscábamos bandas emergentes, para darles voz y un apoyo audiovisual. Muchos, para tocar en un local, necesitan un video y quisimos hacer eso. A medida que ha pasado el tiempo y contactaban ellos con nosotros, sí buscábamos cierta variedad. No sólo subir cantautores o raperos… sino tener una pequeña muestra de todo lo que es el aspecto musical... Obviamente, cuanta más locura, mejor y, cuanto más riesgo… -Riesgo no físico (Risas)- de actuación, más nos motiva y nos tira para adelante.

ND: Los videos que publicáis, ¿tienen algún tipo de edición o van a pelo?

Rodri: Otra de las normas básica de la red van es que los videos se suben in situ. Tienen edición, obviamente, porque vamos a tres cámaras (una go Pro y dos cámaras frontales) y el sonido también se graba en la propia furgoneta, pero no metemos insertos de otra parte. Lo que se grabe, se grabó. Por eso es también un reto para nosotros, porque todo tiene que valer. Solemos grabar dos y nos solemos quedar con la primera porque es la más fresca.

ND: ¿Habéis tenido patrocinadores?

Rodri: Esa es nuestra espinita clavada. En el propio FCAT estuvimos hablando con una reportera de RTVE  y la chica nos dijo ‘Pero esto lo habéis vendido ya, ¿no?’ y nosotros: ‘es que nadie ha mostrado interés’… Hemos tenido intenciones pero actualmente marcas que se dediquen a la música la mayoría son alcohólicas, asociar alcoholismo con furgonetas… (Risas) es un combo bastante complicado. Nos encantaría que jager (que está en sintonía con muchas bandas y tiene su propio escenario en el Monkey Week) contara con nosotros o Heineken que lleva también bandas y demás… Hemos intentado algunos pero no han salido. 

ND: Pregunta comprometida, ¿habéis tenido algún problema con tráfico por el uso de los cinturones de seguridad y los músicos?

Rodri: (Risas) Muchachito sale en uno de los video poniéndose dos cinturones, dos. Nosotros, por norma general, siempre advertimos del hecho en plan: ‘Ahí tenéis los cinturones, si os los queréis poner, os los podéis poner’. Es verdad que a lo mejor un músico o cantante, a la hora de cantar, si le oprimes lo que es el diafragma con el cinturón no puede tampoco cantar… En muchos videos no se nota el cinturón porque nosotros también tenemos un departamento de arte (Risas) que se encarga de ese tipo de cosas. En la mayoría llevan cinturón aunque no se nota. En los que no hay cinturón, sabemos que está mal y que no es correcto. Nosotros tampoco circulamos a más de 20 km/h y vamos con todo el cuidado del mundo por donde podemos… es un tema peliagudo.  En uno de los videos de Muchachito sale diciendo ‘Hay que ponerse el cinturón chavales’.

ND: Habéis salido en unos cuantos medios de comunicación: La región, Historias de Luz, la revista Wego, el ukelele, colaborado en el Monkey Week... ¿cómo notáis esta repercusión?

Rodri: Historias de Luz fue el primer medio que quiso hacer eco de esto y nos vino de perlas porque muchos diarios y publicaciones movieron la nota de prensa (incluso Europa Press). Nos supone un plus siempre. En otros sitios no nos ha gustado como nos han tratado como es el caso de Canal Sur, por ejemplo. Tuvimos nuestros más y menos con el uso del material que se grabó y no acabamos muy contentos. De hecho, en un artículo de El Mundo se nos nombra sin nombrarnos, es decir, se hace alusión a nuestro proyecto pero no se nos nombra y se nos echa mucha mierda encima junto a muchos músicos que tocan… Los medios más independientes, más outsiders siempre nos han tratado genialtratando la iniciativa como algo muy bueno, dándonos su apoyo. También lo que nos ha dado alas es la repercusión de los músicos con el paso del tiempo, la gente al conocerlos se ha metido en YouTube y sale nuestro video… Como kanka, Musgö que llegó a la final de Got Talent y también notamos mucho la subida con Muchachito (fue como un favor hacia nosotros y hacia los otros artistas que se habían subido antes porque aprovecharon ese flujo de visitas).

ND: Has colaborado con el Festival de Cine Africano de Tarifa FCAT. ¿Cómo sale esta oportunidad y qué otros campos tocáis?

Rodri: Cuando la red van paró su actividad como proyecto, seguimos como La Red Van Producciones y quisimos abrirnos al mercado audiovisual y se fijaron en nosotros el Monkey Week o el FCAT, vieron nuestro estilo y nos llamaron para hacer la cobertura audiovisual. Echamos allí una semana magnífica porque además, es un festival… que aquello es como un campamento. Diez días viviendo en Tarifa con todo el mundo, paseando por las calles, grabando cine, ¿sabes? Es como unas vacaciones pero trabajando. Y genial, este año han vuelto a contar con nosotros y otra vez ha sido un placer enorme. También repetimos en Mairena del Alcor a grabar el Festival Emergente de Teatro y esperamos repetir con el Monkey si Dios quiere. 

ND: ¿Qué esperáis traer para una cuarta temporada de la red van?

Rodri: Si volvemos con una cuarta temporada, que lo queremos y deseamos con toda nuestra alma, vamos a ir a muerte. Intentar subir lo que nosotros queremos… a Ara Malikian (es una espinita que tenemos ahí que siempre que viene). Pero no sé ahora mismo, el panorama es tan diverso en Sevilla que puedes elegir la banda que quieras que seguro que aciertas. Eso es algo que la gente no se da cuenta, siempre miramos fuera, pero aquí hay bandas muy muy buenas.

Esperamos tener de vuelta pronto a la furgoneta y que no os falten estos proyectos que tanto os hacen disfrutar. Mucha suerte y mientras tanto os seguimos por www.laredvan.com, el canal de YouTube y Facebook


*Asaltrón: Modelo robótico de combate -con cuerpo femenino- que aparece en Fallout 4

 

Entrevista de Nacho delgado
Foto de  Juncal Roig

miércoles, 8 de septiembre de 2021

lunes, 6 de septiembre de 2021

sábado, 4 de septiembre de 2021

¿Para qué sirve la vida?

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Si 1 Seat Ibiza sale de la ciudad de Cáceres
a una velocidad media de 120 Km./h
con 2 enamorados que tienen cada uno 150 sueños
y 50 minutos después colisiona
con un tren mercancías procedente de Madrid
que avanza a 100 Km./h de media:
¿Cuántos amores y cuántos sueños nos quedan?

Solución: 1 mercancías más 1 gran amor más 300 sueños
es igual a 1 un funeral y 2 cadáveres.
Razonamiento: Sólo el tren mercancías y la colisión contabilizan.
El amor y los sueños vienen para despistar.
Si al padre de la chavala le da por liquidar al maquinista
me llevo 1.



Poema de Sergi Puertas
Imagen de Pixabay

jueves, 2 de septiembre de 2021