lunes, 15 de junio de 2020

Deseando un rayo de sol

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No hay duda se acerca el verano. La claridad del día se alarga cada día que pasa y el bochorno se hace insoportable. Los haces de luz penetran a través del ventanuco e inciden sobre el musgo del suelo. Las gotas de sudor apelmazan mi espesa barba y largo cabello. La nariz me moquea, la sinusitis se agrava con la humedad que emana del techo. 

Rasco mi espalda contra la pared. Los harapos se desgarran más y se convierten en jirones. Ladeo la cabeza suavemente, los mechones me tapan la cara, soplo varias veces hasta que recupero totalmente la perspectiva. Estiro los brazos hasta que las argollas se clavan en las muñecas. Apoyo mi pierna izquierda sobre la rodilla derecha. Un leve rayo de sol acaricia mi pie. Aguanto lo indecible, aprieto los dientes con fuerza para prolongar la incómoda postura. Los labios me sangran. La humedad se condensa y una gota que resbala del techo, rebota en el pómulo. El sudor me empapa la frente, rebosa la frontera de las cejas y desagua en mis ojos. Mi visión se enturbia. Apenas puedo entornar los párpados. El picor es inaguantable. Me enjugo con el hombro. Noto la tensión de los músculos anquilosados. La pierna me hormiguea. No desespero y suspiro. Resoplo y descanso hasta que recobro las fuerzas. Casi me desmayo por el esfuerzo. Con la otra pierna repito la operación. Un jirón me tapa el pie. Introduzco el extremo entre el pulgar y el índice. Estiro y arranco el molesto trozo. Siento otra vez el calor.

La última briza de luz se extingue con el atardecer. Una liviana rojez se aprecia en el empeine. Espero que no me aparezca alguna ampolla.

Escucho el rumor de los guardias que se acercan para repartir el rancho y hacer el recuento. Entre mis compañeros de mazmorra, aislados en la sombría, percibo la tensión que he generado. Mascullan todo tipo de maldiciones con los rasgos endurecidos de sus caras. Puedo leer sus labios, después de compartir tanto tiempo entre estos muros. Soy la comidilla gracias a mi exquisito bronceado y a mi privilegiado sitio enfrente del ojo de buey.


Texto de Eugenio Barragán
Imagen de Pixabay

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