El mesiador es un ser con forma de pie humano (fig. 2), capaz de nadar por la superficie del agua. Es de destacar su habilidad para mantenerse a flote, incluso mientras soporta grandes cantidades de peso, dado su tamaño. Para alimentarse, un mesiador debe trabajar en equipo, aliándose con otro de sus congéneres y con un humano de buen corazón y fácil de convencer. Ambos mesiadores cargarán con ducho humano, haciendo parecer que éste camina sobre las aguas y ofreciendo un espectáculo (fig. 1), que será remunerado con donativos y premios por parte de quien lo presencie.
CUIDAOQUETEDEGÜELLA
La cuidaoquetedegüella es un ave cuyas alas están formadas por dos afilados cuchillos. Hay quien las acoge como mascotas mascotas por su carácter cariñoso (fig. 1), pero para ello se deben tomar no menos precauciones que quien tiene en casa una serpiente venenosa. Se trata de un ser muy presumido que, para lucir sus alas, las abre y las agita en una danza tan hipnótica como peligrosa (fig. 2). Puede hacerle a uno perder la cabeza, y después echar a volar sin demasiados remordimientos en busca de otra víctima.
PARAGUAMPIRO
Para protegerse de la lluvia, no hay nada como un paraguampiro. Se trata de una criatura con forma de murciélago de gran envergadura (fig. 2), provisto en su parte inferior de un asa como la de un paraguas. Dicha asa presenta ventosas similares a las bocas de las sanguijuelas, capaces de succionar de forma indolora la sangre de la mano que la sostiene. Unos pocos centilitros de su fluido vital son un precio más que razonable a cambio de poder presumir de su majestuosidad (fig. 3), mientras los demás se resguardan bajo un vulgar paraguas.
GATO VOLANDERO
El rasgo más distintivo del gato volandero, y que lo diferencia con creces de los demás felinos de su especie, es el hecho de estar hueco por dentro, con una abertura en la parte trasera de su lomo por donde meter un pie, y cordones (fig. 1), por lo que dos de ellos pueden usarse a modo de calzado. Suele ser dócil y cariñoso con las señoras mayores que viven solas, pues éstas tienen por costumbres adoptar a un par de ellos y tratarlos a cuerpo de rey, a cambio de que les ayuden a moverse con sus sigilosas patas, pudiendo fisgonear a sus vecinos sin ser percibidas por éstos (fig. 2).
Texto de Román Pinazo
Ilustraciones de Andrés Rábago García (Ops)
0 críticas :
Publicar un comentario