viernes, 16 de diciembre de 2022

Caso resuelto (a medias)

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Todos los papeles se desparramaban por la mesa de su escritorio. Era como si un huracán hubiese pasado por el despacho del Detective Rivera. El vidrio de la puerta roto, los cajones abiertos, sus cerraduras forzadas, cristales por todo el suelo… Parecía que alguien había entrado buscando algo y no lo pudo encontrar. O tal vez tuvo que poner todo patas arriba para encontrarlo. O, quién sabe, es posible que se fuera antes de tiempo con las manos vacías, asustado al descubrir el cuerpo que yacía tras el escritorio. Se trataba de un varón adulto, de complexión atlética y de estatura media. No parecía mostrar signos de violencia y estaba completamente vestido, salvo por el calzado, que se encontraba cada uno en una punta de la estancia, como si alguien lo hubiese lanzado con saña, incluso con desprecio. El desorden y la presencia de ese cuerpo podrían estar relacionados. Puede que ese invasor del que hablábamos fuera el responsable. Puede que la persona descalza que reposaba en el suelo lo descubriese fisgoneando en sus cosas y hubiese un forcejeo tras el que el agresor huyó. Pero eso no explicaba la ausencia de sangre o daños en aquel hombre. Aun así, todo apuntaba a que el cuerpo pertenecía al propio Rivera. Tras unos segundos de silencio sonó un gruñido ahogado. Provenía del suelo. Concretamente de la garganta del Detective Rivera, quien se levantó a duras penas tras varias horas de siesta inducida por un elevado consumo de alcohol. La noche anterior no recordaba dónde había puesto las llaves del despacho, así que tuvo que romper el vidrio de la puerta para poder entrar. Tampoco fue capaz de encontrar la botella de whisky que creía haber escondido en un cajón. Tal era la borrachera que se quedó dormido buscando su preciada bebida tras el escritorio que, evidentemente, no estaba allí. Nunca hubo ninguna botella. El verdadero misterio era el asunto de los zapatos. No ya por qué se los quitó, sino cómo es posible que no se cortase con aquellos cristales porque, como ya hemos dicho anteriormente, había una ausencia total de sangre o daños en aquel hombre.

Texto de Antonio Moreno
Imagen de Pixabay querida

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