Abrir el ojo y contemplar con eufórica discreción, con sorpresa silenciosa.
Descubrir el relato
que atavía los hábitos,
que imprime el tono al día.
La apertura se acompaña
de complejas compresiones que te vuelcan a los resortes oscuros
del pasado;
de fatigas sutiles que emborronan
el refinado carril
de lo realizable.
Su miedo,
Su cuento de amor inmerecido,
Su confianza avanzando a paso discontinuo. Como todos los seres vivos
que se levantan.
Poema de Francisco Escudero
Imagen de Pixabay
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