domingo, 2 de febrero de 2020

Mecanismo de defensa

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Ana Patricia Moya (Córdoba, 1982). Licenciada en Humanidades por la Universidad de Córdoba (España). Ha trabajado como arqueóloga, documentalista, bibliotecaria, correctora ortotipográfica, diseñadora gráfica, etc. Directora del proyecto Editorial Groenlandia. Ha publicado recientemente Píldoras de papel (edición española, Huerga & Fierro Editores, 2016; edición chilena, Cinosargo Editorial, en prensa). Sus poemas y relatos han aparecido en distintas publicaciones, digitales e impresas, de Europa e Hispanoamérica. Aparece en distintas antologías literarias (“Nocturnos: antología de poetas y sus noches”, Editorial Origami, 2010; “Poetrastros: por favor, tratad con cariño”, LVR Ediciones, 2011, “Heterogéneos: poemario colectivo”, Editorial Escalera, 2011; “La vida por delante: antología de jóvenes poetas andaluces”, Ediciones En Huida, 2012; “En legítima defensa: poetas en tiempos de crisis”, Editorial Bartebly, 2014; “Generación 2001: 26 poetas españolas (sin peaje)”, La Manzana Poética, 2014; “Koiné: antología poética española de autores emergentes”, 2014; “Veinte con veinte: diálogos con poetas españolas actuales”, Huerga & Fierro Editorial, 2016, etc). Ha obtenido algunas menciones por sus textos (accésit del III Concurso de Relato Breve del Museo Arqueológico de Córdoba, 2008; finalista del I Premio Andrés Salom, categoría poesía, 2011; finalista del I Certamen de poesía y microrrelato Dínamo Literaria, 2015; segundo premio (ex aequo) de poesía del II Certamen “Por amor al arte” de Revista Litteratura, 2015; finalista del III premio Francisco Gijón de microrrelatos de historia, 2015; finalista del premio Internacional de Poesía ELLAS, 2016; finalista del MálagaCrea, modalidad poesía, 2016; finalista del VII Concurso de Microrrelatos Canyada D´Art, 2016; etc). Ha sido traducida parcialmente a seis idiomas.


Mecanismo de defensa (Inédito)
Esta manía de dormitar en el sillón

distanciada de la cama de los amantes
-no me puedo permitir ahora ni una pensión-

con la espalda doblada
desertando de todas las dudas que me invaden
-¿estamos condenados a desolar pechos,
a ser icebergs?-

este hábito de no contagiarme de cariño
que se adhiere en las pieles solitarias

este temor a que me arranquen en afecto

el que no se merece nadie.



Síntomas

Levantarse temprano,
tomarse una taza de leche templada,

pensar en comerte el mundo
a fieros bocados,

hasta que el temor entumece tu cuerpo
que acaba refugiándose en el colchón,

no hacer nada

¿para qué?

A veces, los obstáculos son reales

y es imposible derribarlos
por mucho que perseveres.





Texto de Ana Patricia Moya
Imagen de Pixabay



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