lunes, 24 de febrero de 2020

La estafa y el arte (III)

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Dibujar algo en una hoja de cuartilla y ya no dibujar nada nunca. Doblar el dibujo y meterlo en el bolsillo del pantalón. Convertido en un artista itinerante, porque uno va ahora por las calles, los bares y las salas de espera anunciando su dibujo a viva voz; dejar bien claro que no hubo otros dibujos antes ni los habrá después, sólo aquel día, aquel rato de trazos inspirados. Levantarlo por encima de la cabeza, mostrarlo erguido, girando la hoja. Viajar incluso a otros países; artista y expositor itinerante; llevarlo encima siempre, arropado en el vaquero. Al principio nadie mira, nadie escucha; pero puede que la foto de un móvil provoque un viral en los wasap o una reseña en los telediarios.
Quizá después de morir el viejo loco, incinerado ya el artista de peculiar andadura y única obra, quede el dibujo plegado y sobado entre las manos enguantadas y británicas de los operarios de subastas Christie's.
-Two hundred thousand. Three hundred. Three hundred and fifty. Five hundred thousand.

Texto e ilustración Garven

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