domingo, 22 de agosto de 2021

Peter Pan y el secreto del polvo de hadas

0

Nota de la autora: el siguiente artículo puede dañar la sensibilidad de aquellas personas que se
consideren fans acérrimas de la figura de Peter Pan, ya que se muestra una versión desvirtuada, y en algún caso denigrante, de nuestro compañero del País de Nunca Jamás, así como del resto de personajes, aunque siempre tratada desde la propia opinión y, sobre todo, desde el respeto y el humor. Cabe añadir que yo misma he sido (y soy) fiel defensora de “El Complejo de Peter Pan”, por lo que en ningún momento albergo ninguna pretensión de crear una visión negativa de este “eterno niño”.

¡ATENCIÓN SPOILER! Quién sabe, lo mismo hay quien no ha leído la obra o visto la famosa película de Disney… yo aviso, por si.
Puedo decir que durante una etapa de mi niñez la historia de Peter Pan era de mis favoritas, ya que además me movía (y todavía me muevo a veces) en esa filosofía de no querer ser mayor, envejecer y todo lo malo que conlleva ser una persona adulta. Pero, no sé cómo pasó, de pronto, mi mente juvenil le dio una vuelta de tuerca a la historia y leyó entre las líneas del cuento un significado completamente diferente del que hasta entonces le había dado y empecé a tejer una oscura explicación de lo que consideraba mi versión connotativa de las aventuras de este personaje tan peculiar.

Mi perversa imaginación empezó a atar cabos hasta convertir un inocente cuento infantil en toda una
trama oculta sobre los narcóticos, su uso y sus consecuencias, así como todo lo que rodea el mundo de la drogadicción (aquí el lector o la lectora empieza a pensar si no soy yo la que consume estupefacientes – puedo prometer que no, todo en mi cerebro es química natural).
A ver, he aquí mi interpretación: tenemos una familia londinense compuesta por padre, madre, la hija mayor y dos niños más pequeños. El matrimonio sale a cenar y deja a sus tres descendientes, menores de edad, a cargo de Nana, la niñera-perra… SÍ, es una perra, tipo San Bernardo, que les sirve el jarabe y les recoge la habitación, todo muy normal…ya. Puede que a finales del XIX eso fuera lo habitual, incluso a final de los años 50 del XX (lo de irse de casa y dejar a las criaturas allí solas; lo de la perra no es lógico en ninguna época), pero eso hoy día es abandono infantil.

No sabemos que lleva el jarabe que la perra les suministra a Wendy y a sus hermanos, pero de pronto entra en escena la sombra de Peter Pan: LA SOMBRA… porque está separada de su dueño, que por cierto llega a buscarla de inmediato acompañado por un hada. Persigue a la sombra por toda la habitación, desordenándola como buen amigo y, finalmente, cuando la atrapa (es una sombra tangible), la buena de Wendy se la cose al zapato. Ni las historias de gente que tomaba setas alucinógenas, daban para tanto. 
 
Peter Pan, entonces, les come la oreja para que se vayan con él al País de Nunca Jamás, que suena muy tentador, maravilloso, un paraíso de ocio desenfrenado que está la segunda estrella a la derecha. Venga en serio, parece el típico amigo mala influencia que te dice: vente a la macro fiesta de este fin de semana, que yo invito… va a ser como tocar el cielo… deja el cuarto este destrozado y escápate de casa por la ventana, aprovechando que papá y mamá os han dejado aquí con la mascota como vigilante… Eso a ciertas edades y en ciertas personalidades: no hay Pepito Grillo que lo evite.

Y aquí llega el elemento estrella, el que me abrió los ojos: El polvo de hada. Peter Pan pretende que Wendy, Jack y Michael se vayan con él volando por el espacio exterior y, para eso, que mejor que pensar en algo encantador, un pensamiento feliz y una canción pegadiza que te dice: “Volarás, volarás”. Pero NO. No vale, para volar de verdad no basta con pensar en cosas felices, hay que usar polvo de hada…y entonces “volarás, volarás”. ¿Soy la única que ve clara la relación con la cocaína? Encima dejan a la perra-niñera flotando en el aire y se van con toda su tranquilidad. ¿Quién en su sano juicio sería capaz de hacerle eso a su perra? Estar bajo los efectos de la cocaína puede ser una buena explicación.


La cosa continúa con la relación de “los niños perdidos” y Wendy, a la que Peter ya advirtió que sería su madre, que les leería cuentos y les cuidaría. Eso me hace vincular inmediatamente a estos personajes con drogadictos, enganchados al polvo de hada que viven en su mundo de fantasía donde no tienen que tener las responsabilidades de las personas adultas y viven felices brincando por las praderas, pero que en su fuero interno lo que sienten es una profunda necesidad de afecto maternal, cuya carencia sea el motivo mismo que les ha llevado a la adición a las drogas. Están perdidos… enganchados…
Enganchados por culpa de Campanilla. Que no os engañe su tamaño y su presencia tan graciosa, ese tintineo y esa supuesta fragilidad. Campanilla es el auténtico “camello” que suministra la farlopa. Ella es la interesada en mantener a los niños perdidos en el País de Nunca Jamás;  que también el nombrecito… claro, una vez que entras en la droga ya… es difícil salir. De hecho, monumental cabreo que pilla el hada de nuestra historia cuando Wendy se convierte en alguien importante para Peter y encima pretende meter en vereda a los niños perdidos hablándoles de lo que es tener una madre de verdad. Parece que ve peligrar el negocio y se encarga de intentar eliminar a la voz de la conciencia que supone Wendy, no vaya a ser que consiga desintoxicar a los chavales y ya no tenga clientes.

Por el camino nos vamos encontrando con: la comunidad india, que no son más que porretas que
están todo el día fumando “la pipa de la paz” y que mientras no les metan en problemas están ahí a lo suyo; las sirenas, que… no sé, son como unas “chonis marroneras” que no dejan que nadie se acerque a su Peter Pan, el cual, por cierto, es un auténtico Latin Lover; y por último: LOS PIRATAS.
Estos se merecen párrafo aparte, porque, si Campanilla es la que suministra la droga, Peter Pan la mala influencia que va haciendo que la gente caiga en ella y los niños perdidos el resto de enganchandillos… ¿Quiénes pueden ser los piratas? Creo que después de todo el follón que he montado, no puede haber otra respuesta más que ¡La POLICÍA! Pensadlo un poco, siempre a la caza y captura del líder de la banda, para lo cual usan las artimañas que creen convenientes con la intención de atraerlo hasta su área de acción. Son los malos de la película y no parecen tener interés por el polvo de hada para sí mismos (SPOILER OTRA VEZ: teoría que se me desmonta con las aventuras de Campanilla en las que Garfio quiere el polvo de hada para su beneficio - ¿poli corrupto?). Redondea este peculiar cuadro el simpático personaje del cocodrilo, que acosa a Garfio queriéndole alcanzar  al ritmo del tic tac del reloj que hay en su interior, como símbolo del tiempo que se va escapando y que hace más lejana la recuperación de los niños perdidos.


Y como remate final, no solo Wendy y sus hermanos dicen NO a la droga queriendo volver a casa con su padre y con su madre (en plan: la fiesta ha estado bien, pero este no es mi rollo) sino que al llegar a casa en el barco volador, el Sr. Darling se asoma por la ventana y dice, rememorando tiempos mejores, aquello de que recordaba a ver visto ese mismo barco cuando era joven... ¡Ajá! O sea que también tuvo su coqueteo con sustancias psicotrópicas ¿no? Y lo que es peor: como venían de fiesta, a saber lo que se habían tomado para ser capaz de ver el barco.
Hasta aquí mi narcótica versión de Peter Pan y El País de Nunca Jamás y mi teoría del mensaje subliminal. Para algunos y algunas todo esto seguramente sea una parida monumental a la que le encontraréis lagunas por todas partes, pero bueno, cada persona interpreta las cosas como quiere ¿no? 

 
Texto de Mayte Nékez
Imágenes de Google tuneadas por A. Moreno

0 críticas :

Publicar un comentario