lunes, 30 de agosto de 2021

Canciones Bastardas IV

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Con la Iglesia hemos topado! Con la gran institución arcana y sagrada de los grandes dinosaurios del rock, quiero decir. Y esto puede acabar en un amargo escenario en el que me vea refugiado en un molino y asediado por unos fans calvos y entrados en años sujetando antorchas y horquillos. En este número me lanzo al abismo y coloco la polémica sobre Deep Purple. Sí. ¿Qué pasa? ¿Son intocables? Pues casi.

Mi admiración por ellos va más allá del disfrute personal de sus composiciones. Son, junto a otras bandas de la época, nada más y nada menos que los constructores de un movimiento que vendría después como una apisonadora a finales de los 70 y que adoro con pasión. Ellos son, por derecho propio y por prescripción de la prensa, una de las aristas de la piedra angular del germen del Heavy Metal. Y por eso yo me siento agradecido y en deuda con ellos para toda la eternidad. Pero todo el mundo es susceptible de pasar por esta sección. Y puede que ni ellos mismos, como en la mayoría de Canciones Bastardas, sean los culpables. Nos volvemos cómodos, las orejas se dejan, como cuando te echas pareja, engordan y se vuelven conformistas y viejas. Esto me ha salido muy hip-hop… Bueno, quiero decir que descuidamos la salud de nuestros oídos y no los obligamos a practicar ejercicios de mantenimiento como es debido.

Y, claro, luego pasa lo que pasa. Consideras que Smoke on the water es el temazo definitivo y lo mejor que los británicos pudieron componer jamás. Pues no me queda otro remedio que discrepar. Es una canción simpática, que cuenta además una anécdota curiosa. Puede que la anécdota en sí sea mejor que la canción. Pero a lo que iba, es un tema correcto, nada complejo, con el que muchos hemos aprendido lo que son los acordes de cuarta y que para quedar bien con los colegas, pues guay. Algún día crearé una sección que hable sobre las covers que superan al tema original. Voy a adelantarme y propongo la demoledora versión que hacen los alemanes Metalium en su disco de debut Millennium Metal (Massacre Records, 1999). Visto así parece que odie esta tonada, pero no.  Simplemente, lo de siempre: las hay mejores.


Y me voy a quedar con la formación que concurre en el aclamado Made in Japan y no voy a salir de dicho álbum. Hay joyas en ese artefacto ancestral que son magia pura. Child in time, que es un escalofrío hecho canción. Y bueno, una de mis preferidas, Strange Kind of Woman, con esa batalla entre Blackmore y Gillan alcanzando notas imposibles que me vuelve loco. Pero para no liarme mucho, me voy a quedar con esa vuelta de tuerca que ellos mismos le dan en directo a su propio Lazy. Estoy convencido de que esa canción provoca cambios bioquímicos en nuestro organismo, espasmos incontrolables y otros síntomas de estar ante la verdadera esencia de una banda para la posteridad.

 

Texto y bizarrada visual (técnica mixta) de A. Moreno


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