Hay destellos brillantes que impulsan la esperanza,
el género en la puerta, una hogaza ecuménica
y un tendero que fía hasta el día veintinueve.
El sol, con su guadaña
va rajando la niebla del domingo,
la soledad del viejo
y los abuelos peinan a sus nietos
con una raya al lado
y rezan a la puerta del colegio
su credo, que es pagano y lleno de ternura.
Los carteros conocen tu vida y tu milagro
y hasta se ponen fúnebres si llegan cartas negras.
Hay hombres que pasean a sus chuchos
y conocen los cauces de la sangre
con sus mil afluentes.
El tipo que ha cruzado con la reina Heroína
tres veces ultramar
hoy confía en el verbo,
ama las bibliotecas,
espera con fervor la luz que rompe el caos
del apagón eléctrico.
En el banco agonizan los dragones sin colas.
Aquí se nutren huevos, los bulbos, las semillas.
Hay mujeres que tajan el manglar del futuro
como sotas de bastos,
amazonas obreras, circes que multiplican cero por infinito.
Y aunque todo se tuerza dentro de pocas horas
y prenda la tragedia de la mesa-camilla
hoy canto en esta égloga que el mundo está bien hecho
y enderezo las sílabas del ritmo endecasílabo.
Frase de Rocío Hernández Triano
Imagen de Pixabay
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