rascando en la superficie de las cosas
teniéndome paciencia.
He dejado de inventar formas de morir
y, en cambio, construyo mosaicos,
aprendo a comer,
espero escondida tras la puerta
con el ojo puesto en la mirilla del estómago
observando reír a mis hijos.
La habitación ahora está en calma
célibe, a la espera.
Se van marchando todos los iconos
pronto no quedará nada
ni tan siquiera el eco de los gritos
o la furia o el vacío que desprenden las lágrimas.
Conjuro la vida como si fueran versos
y dejo los besos para cuando toquen,
por ahora prefiero asistir a mi propia epifanía
e ir devorando poco a poco
este tiempo que huele a principio de todo.
Poema de Laura Frost
Imagen de Pixabay
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