jueves, 17 de enero de 2019

Satán es un canalla despeinado

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                                                 Todo el Mal imaginable se hizo dueño del planeta.
                                                 Y el diablo en este asunto no ha tenido nada que ver.
                                                 Ya nos bastamos nosotros.

Existe una dualidad muy interesante en González Lago: ser poeta y profesor canalla. Parece que cuando escribe le resulta imposible desdoblarse.  Y este autor deja muy claro desde el primer poema que sus textos se enmarcan en una filosofía canalla.

El canalla es
políticamente incorrecto,
sordomudo ante medias verdades.
Las medallas relucientes
no se hicieron para ser exhibidas
en el pecho ensombrecido del canalla.

Satán es un canalla irreverente. 


Ahora bien, ¿Qué nos quiere contar este profesor poeta canalla en su nueva obra?

Nos quiere hablar de Satán, un ser libre, un outsider resistente al orden social establecido; un personaje rebelde que no se peina como oposición al capitalismo feroz, a la idiotez generalizada y a la cultura de la imagen como culto.

El sociólogo Manuel Castells dos décadas atrás nos hablaba de los ángeles y demonios del ser humano y de los agujeros negros del capitalismo. González Lago también aborda estas cuestiones del bien y el mal sin hallar respuesta. Lo que sí sabe es que es mejor convivir con la oscuridad y sus diablos antes que negar su existencia.  Y en última instancia Satán no es más que un ser exento de responsabilidad, inocente y con gran capacidad para amar universalmente. Invertir la estrategia de juego del poder le resulta tan difícil que su único recurso es dejarse el cabello despeinado cada mañana para marcar la distancia entre los seres como él y los perversos que sí podrían modificar el rumbo de la historia pero que, en cambio, la prefieren destrozada.

Y todos tenemos,
en algún lugar del mapa que somos,
esa marca del demonio que nos delata,
la prueba del delito
de nuestros coqueteos con el mal.

Confesemos sin torturas.
Nadie está libre de pecado.

Solo nos queda elegir
entre el baño de la bruja
o el calor de la hoguera.

Y como si el arte y el infierno fueran de la mano para hablarnos de la vida, el autor dedica una sección de su libro a tratar el dolor que causa la luz en la pintura de Picasso o a hacernos ver cómo Goya es un artista acorde todavía a nuestra modernidad.   El poeta está realmente preocupado por la ceguera de una gran parte de la población y es por ello que parece interesarse en la mirada que aporta la pintura, el cine o la fotografía como forma de transformación cultural y social.  Porque vivir en un mundo de grises o en el jardín del Edén de El Boso sería lo mismo para este escritor.  No hace falta inventar nada, todo está dicho ya, sólo hace falta recuperar la memoria histórica y la visión del arte transformador para sostener la dura realidad.

Kiarostami nos enseñó
-    a través de los olivos –
que Occidente se mueve
demasiado deprisa,
a un ritmo frenético
y endiabladamente feroz.

La vida continua sin él
y hará lo mismo sin nosotros.

No hay que correr tanto.

Cuando el poder carcome como forma de dominación, la poesía surge para intentar combatir las injusticias. A González Lago le duele mucho la supremacía del Mal en sus diversas formas que ejerce contra los más frágiles: víctimas de violencia machista, los niños tragados por el mar, los muertos en las guerras o los olvidados en las cunetas. Y por ello el autor también grita rechazando el futuro de la educación que se encarga de programar individuos sin escrúpulos y descerebrados que banalizan el Mal y sirven para aumentar los intereses de un grupo de opulentos.

Ejercer el mal a sabiendas es pernicioso.
Permitir que se ejerza,
con complicidad y alevosía,
con una venda de inmundicia en los ojos
o con la cara mirando hacia otra parte,
es incluso más ruin.
Es insalubre y repugna.

Cuidémonos de la excesiva normalidad.
Ninguna calma dura eternamente.

González Lago desnuda su voz al final del poemario.  Sus poemas se vuelven cercanos y muy personales. Sus versos canallas permutan y muestran el secreto de su pensamiento de manera más íntima. Y es ahí donde se desahoga completamente y permite que aparezca su  yo más verdadero y auténtico.
Mezclando poemas más largos con otros más breves el poemario se divide en seis partes, todas ellas con una intencionalidad muy clara en sus versos: el poeta quiere que seamos grandes consumidores de cultura para poder ser libres después. Sólo así podremos transformar nuestra mirada repleta de luz para combatir los efectos devastadores del poder y del Mal.

Quiero escapar de esta clara penumbra.

Satán es un canalla despeinado
David González Lago
Editorial: Canalla
Madrid, 2017.

Reseña de Beatriz Pérez Sánchez
Imagen portada de Satán es un canalla despeinado

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