Eres una persona esencialmente feliz con tu smartphone, tu tablet o tu portátil, leyendo noticias en Facebook, viendo los tuits de los tuiteros de moda, comprando cositas en Amazon o Aliexpress que has visto recomendar a algún youtuber, instagramer o blogger, hablando por WhatsApp con ese amigo al que hace tiempo que no ves… La tecnología es maravillosa. Igual puedes sobrecogerte de un terremoto grado 7 en la escala Richter en una punta del mundo que enternecerte con el nacimiento de sixtillizos en la otra punta, y eso mola tanto como darle un “like” a alguno de los que antes mencionaba. Y ya si ese “like” es para ti, porque estás contando, exponiendo públicamente tu vida y milagros en la inmensidad anónima de internet, entonces ya es el acabose a nivel mental. Supremo. Deleite absoluto. Y mentira absoluta. Porque esas noticias que lees en las redes sociales no te molestas en contrastarlas; esos tuiteros tan graciosos probablemente están plagiando la creatividad de alguien que no querrá (porque es alguien inteligente) publicar nada ingenioso en la marabunta internáutica; esas cosas que compras online porque tal o cual influencer pagado por multinacionales te asegura que es lo más de lo más no es realmente lo que quieres, pero lo acabarás comprando igualmente porque es cool; y ese amigo al que hace tiempo que no ves y con el que hablas por WhatsApp vive dos calles más allá de la tuya, pero mola más mandarle GIFs y emojis que contarle las cosas a la cara con una cerveza o un café. Todo gracias a la maravillosa tecnología, que te lo pone todo al alcance de tu mano, jamás mejor dicho que ahora.
Quedar con ese amigo para contarle lo que te pasa cara a cara no es moderno. Comprar en una tienda física y buscar lo que te gusta entre muchas cosas, con tu propio criterio, no es cool. Leer una noticia en una red social y quedarte con ella como verdad absoluta es ley. Y todo gracias a este montaje, un esperpento a nivel mundial, orquestado desde el principio de los tiempos por unos pocos para controlar a otros muchos, sólo que con unos medios que esos pocos jamás soñaron y ahora manejan a su antojo para feliz desgracia nuestra. Una auténtica máquina de ordeñar nuestros cerebros y sobre todo nuestros bolsillos, lo primero ansiado por los gobiernos para perpetuarse en el poder, lo segundo por las empresas mastodónticas que se benefician directamente de esos gobiernos con leyes absurdas que en vez de ir a favor de las personas van directamente a llenar las arcas de multinacionales cada vez más ricas, podridas de dinero… Dinero que extraen metódicamente de nuestra cartera.
Querid@ amig@, hazte sólo alguna de estas preguntas cada vez que en tu quehacer diario tengas que echar mano de la tecnología: ¿Es esta noticia verdadera? ¿Lo que cuenta esta persona lo ha pensado o lo ha copiado? ¿Verdaderamente necesito esto que voy a comprar, o habrá algo que no está ahí online que sea mejor? ¿Es mejor mandarle emojis a ese amigo que invitarle a un café y contaros cómo os va la vida?
Y sobre todo pregúntate si cada vez que un dato tuyo pasa por internet sabes a dónde va a parar, porque te sorprendería (y no para bien precisamente) saber lo que saben de ti todos los gobiernos y esas grandes empresas. Maldita esa tecnología que puede salvar vidas en un hospital según dónde vivas y el tamaño de tu cartera, o en la carretera porque el coche que te puedas permitir tenga tal o cual ayuda a la conducción realmente necesaria en caso de accidente en vez de una pantallita de 8” para ver bien el logotipo de los 40 principales mientras oyes la radio. Bendita la tecnología de a diario, diseñada expresamente para encarcelar la mente de mujeres y hombres en un Matrix que no tiene nada de virtual, sino que es muy, muy real… Y que tienes en la palma de tu mano tan idiotamente feliz, somatizado.
Recuerda estas letras cada vez que tengas a alguien conocido delante y te des cuenta de que no les estás prestando la más mínima atención a lo que te dice porque en tu mano tienes tu Matrix particular, donde te sumerges, te zambulles, naufragas y te dejas ir hasta el fondo. Porque así es amig@, los coches no vuelan pero tú vives en Matrix. Y si no lo sabes ya después de leerme y pensar un poco en ello mereces quedarte ahí.
Para siempre.
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