Perdía el galeote la cadencia, se movía al trantrán, mostraba flojera y enseguida le hacían sentir el escozor del rebenque en el lomo.
¿Cómo se puede azuzar a alguien que escribe? Eso sí, con una condición, tal vez las más obvia: sin destruir sus frases, sus versos.
Si quieres escribir sin parar y ser víctima del texto, en The Most Dangerous Writing App eres látigo, eres víctima, salvador y verdugo. Se trata de jugar a ser un galeote por unos minutos, remando para evitar destruir tus frases y versos, para entrenar el duende, la musa, el pepito grillo. Incluso perdiendo el ritmo no habrá cicatrices en la espalda, ya sabemos contentarnos diciendo que será bello precisamente por ser efímero, al menos, hasta que inventemos los bocadillos de inmortadela.
Texto de Mario Tornillo
Imagen capturada de https://www.themostdangerouswritingapp.com/
0 críticas :
Publicar un comentario