viernes, 28 de agosto de 2020

Canciones bastardas III

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Llegó el temido momento. Ya lo expliqué en su día pero conviene recordarlo, porque es necesario para entender la compleja idiosincrasia de estas tonadas. Las canciones bastardas son aquellas que por un motivo u otro se convierten en las más conocidas de una banda o artista. Y no tienen por qué ser malas. A veces sólo son insulsas. El problema, mi inconveniente personal, llamadme loco, es que no representan para nada el espíritu de sus autores. Eso además acarrea un segundo peligro, a su vez el más grave: que se les conozca por ellas y se obvien las realmente representativas. Hoy me encuentro en la difícil tesitura de, emulando a Donald Sutherland en La invasión de los ultacuerpos, señalar a un tema que siempre me ha enamorado y lo seguirá haciendo cada vez que suene en las (por otra parte únicas que hay) radios generalistas de todo el mundo. Hablo de ese temazo cargado de emociones y sentimientos llamado Don’t speak, de los californianos No Doubt. Carne de single, sin duda: por aquello de que es una canción lenta, con sus arreglitos y su maravilloso videoclip y añadiendo el morbo de que en él se hablaba de la ruptura entre Gwen Stefani y Tony Kanal (vocalista y bajista respectivamente).

Pero sí, como es habitual en mí, hay un pero. En mi humilde opinión, aunque Gwen borda su trabajo vocal, como siempre, se desluce al resto de músicos. Bueno, es cierto que Tom Dumont se marca un intimista y más que correcto solo acústico. Pero dónde queda la contundencia de Adrian Young aporreando tambores, o esas lineas de bajo a caballo entre el funk y el rock del mencionado señor Kanal.

Lo siento. Pero me resisto a que este sea su estandarte. Ni siquiera voy a salir del disc(az)o del que proviene. Ese clásico ya de la historia de la música y uno de los representantes de mis adorados noventa. El insuperable (por ellos mismos) Tragic Kingdom (Trauma Records, 1995). Y no es fácil proponer una única alternativa, porque no hay un tema malo de los 14 que lo componen. Hey You tiene una melodía y un estribillo preciosos, adornado por el sitar de Aloke Dasgupta y con una Gwen que juega con el swing y el new wave de forma exquisita. Just a Girl es esa declaración feminista algo tímida que juega con una falsa ingenuidad y un ritmo rockero bastante pegadizo. The Climb posee una cadencia casi hipnótica en las estrofas y un estribillo que nos hace viajar a los años cincuenta. Y qué decir de Sunday Morning, ese portento de reggae-rock al que acompaña un genial y divertido videoclip...

Pero si hay alguno que, para mí, aúna la mayoría de elementos de los que están hechos los de Anaheim y donde además podemos percibir los vientos y teclas de Stephen Bradley (teclados y trompeta, sumada a la de Phil Jordan) y el saxo de Gerard Boisse ese es Different People. Puede que sea un friki de las líneas de bajo más allá de aquellas que señalan lo obvio del acorde, las que lo rodean, se recrean en adornos funk que embellecen el rock más simplista. Puede que sea un amante de los cambios de ritmo, de las estructuras diferentes y de los coros bien hechos. Puede que el resto de canciones también sean maravillosas y que esto sea aun más subjetivo que mi afán por resaltar que hay vida más allá de lo popular. Pero lo que es evidente es que, objetivamente, si un extraterrestre aterriza en La Tierra y sintoniza Kiss FM, se va a llevar una idea equivocada de lo que es esta banda.

 Texto e imágenes de Antoio Moreno

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