miércoles, 8 de agosto de 2018

No debería

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No debería escribir ahora. No en este momento, no ahora que mis neuronas echan de menos el dulce adormecimiento del alcohol. No ahora que siento que no pertenezco a ninguna otra alma, que noto la inapetencia de un mundo que yo mismo he creado, a base de incompetencia. Debería atarme las manos para así evitar que cometan la insensatez de plasmar con caracteres occidentales lo que mi mente troposférica guarda en forma de nubarrón. Un cúmulo de letras cargadas eléctricamente y que no deben ser llovidas por nada del mundo. No es necesario quemar con cigarrillos del pasado los papeles del presente, no es necesario iluminar con brillantes ocurrencias una oscuridad tan densa y plomiza que se traga hasta el más mínimo fotón. Es mejor guardar la pluma, o tal vez ignorarla, hacer como que no está sobre la mesa, pidiéndome a gritos que garabatee cualquier cosa con cierto sentido. No debería escribir más que incongruencias, retales de otros, planas e inconsistentes sucesiones de palabras vacías; talento robado a desconocidos, aplaudido por desconocidos. No debería ni tan siquiera esbozar un intento de narración, de ningún tipo. No mientras aun esté desangrándome en mitad de un sueño, no mientras mis tripas se estén desparramando sobre mis recuerdos, manchados ya con lágrimas. Quizá me lo merezca y, aunque ya lo haya padecido antes, es posible que la traición deba ser pagada con la indiferencia y la soledad.

Aunque puede que aún me queden restos de lo que en su día pudieron llamarse recursos. Saldré a tomar el sol del mediodía con el Bullicio que solo el Abandono es capaz de captar. Merendaré con la artificialidad y el calor del Televisor, el Café sabrá qué hacer con la Desidia. Invitaré al cine y quizá a cenar más tarde a mi gran amiga Introversión, la más fiel de todas mis acompañantes, la que jamás me ha abandonado a pesar de que la noto distante últimamente. Y finalmente olvidaré por qué no debería escribir hoy, ahogando las letras de nuevo en alcohol, de mano de la Ignorancia y el Desdén. Y antes de caer en el completo vacío del Olvido, repasaré por última vez los momentos del transcurrir del día y los nombres de quienes me han hecho compañía. Y con mis últimas fuerzas me iré a la cama a retozar inconsciente con la Pasión, nublada y casi cegada por la Indisposición y la Certeza de que por la mañana desayunaré con Nadie.

Texto de A. Moreno
Imagen de Pixabay (Lukka Richie)

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