jueves, 16 de agosto de 2018

Cuando todo cae

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Hace poco os hablábamos de la antología Liberoamericana que recoge a más de 100 poetas, de distintas partes del globo terráqueo. Nuestra intención es ir compartiéndolas -poco a poco- para que dejen de ser una lista de nombres y os adentréis en sus latidos. 

Comenzamos con Sol Iametti, de Buenos Aires, que se vierte sobre el papel con un estilo ágil y contundente. Os dejamos con uno de sus poemas y os recordamos que aún estáis a tiempo de adquirir vuestro ejemplar. 


Cuando todo cae
y aflige
entonces
leer un poema de Audre Lorde
y estudiar el movimiento.

Quedar tendida en la música blanca
de la resiliencia.

Eso es lo que promete hoy:
pendular
sobre la boca de la belleza
perdurar
sobre el anhelo de una voz
que irrumpa en el castillo de la bestia
y rompa el silencio.

Todas en mí dirán:
cristales, cristales, cristales.

Cuando todo cae
y persiste
pienso:
la hiedra de la poesía
es un hecho extraordinario
de este mundo.

Escribir cuando se corta la luz,
escribir con los ojos vendados
y aun así dilucidar los estímulos lumínicos,
la voz de la luciérnaga.

Aun así rozar el agua de la memoria
y con los mismos dedos
de los que nace el placer
llenar el fondo de corales.

Tocar, oler, morder
el silencio
pero no contarlo todo.
Y con los ojos llenos de lágrimas,
con los ojos al nivel del aire susurrando,
dejar
ese aroma a herida
apenas ansioso
apagarse.

Cambiar aquella lengua letal
por la lengua del ámbar.

Cuando todo cae
y hiere:
limpiar las algas.
Pasar
mañanas merodeando la palabra,
manteniendo intacta la melodía mansa
de la nieve cuando cae.

Leer un poema
y quizás,
entonces,
fundar mi primera ciudad,
quizás
reinventar mi nombre.


Entradilla de Saray Pavón
Foto y poesía de Sol Iametti
Blog: www.todasmispalabras.com
Instagram: @todasmispalabras

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