Ya el prólogo de Animal de Deseo se nos advierte de que los versos de Kris León son tajantes, golpes rotundos directos a nuestro pecho y el poema de apertura nos lo demostrará. Yo, verso fugitivo,/ yo, carne viva,[...]/que busca un papel/ para rugir y devorar/ la existencia.[...]/
Se nota la fuerza de la juventud, las ganas de gritar y llenar las calles de latidos poéticos. En sus versos percibimos reminiscencias de libros que ha bebido y de otras poetas contemporáneas, quizás porque les azoran las mismas dudas y anhelos. Todo esto lo comparte con Carmen Juan, además de que ambas llevaban tiempo compartiéndose en escenarios pero es ahora cuando se convierten en libro para que en las manos tengamos la evidencia. Ambos poemarios le deben mucho a las cicatrices y se podrían catalogar en poesía de la experiencia.
Carmen, en Amar la herida, nos hace retroceder en el tiempo donde de pequeñas "Jugábamos a deformarnos./ A ser el bicho" y nos manchábamos las ropas. Pero la bestia, insatisfecha, se ha ido expandiendo por el estómago por eso somos nombres agonizando, nos oxidamos y huimos, siempre estamos en huida amando lo conocido: la destrucción.
Texto de Saray Pavón
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