miércoles, 30 de diciembre de 2020

Charco

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El sol luce como un disco de fuego en el cielo azul, intensamente, durante meses, sin variación alguna. Las bandadas de pájaros pasan de largo en sus migraciones. El viento traslada las dunas de un lugar a otro, transformando el terreno como si fuera un tablero de ajedrez.

La fina arena acaricia dulcemente unas rocas fracturadas. Observan con la tristeza contenida en las erosionadas ondulaciones, un trozo desprendido, ese fragmento que las unía en la eternidad, rota por la inclemencia del tiempo. La sombra de las rocas se alarga sobre las dunas, sin que puedan ni siquiera rozarse, a pesar de los desesperados intentos. Solo pueden esperar a que se ponga el sol y reine la noche en el solitario escenario. Tendrán otra oportunidad.

La luna llena se yergue en el firmamento. Las sombras de las rocas tampoco pueden tocarse. La brisa sisea rumores al introducirse por los recovecos, lo más parecido a lamentos. En el vaivén, en la alternancia de luz y oscuridad se repite el obstinado deseo.

Con la luna vacía de curso, perdida y desangelada, en las montañas cercanas cubiertas de nieve, brillan las luces del Jardín de las Hespérides, como si fuera un rubor en la oscuridad.

Y los días se suceden sin oposición, por la insistencia del tiempo, porque se considera invencible. Y los días son iguales hasta que la monotonía del desierto se interrumpe. Sopla un viento húmedo y frío. El cielo azul es pespunteado por nubes grises que se desplazan mansamente. La suave lluvia se evapora antes de llegar a la superficie. Persiste. El rocío apenas impregna el terreno. Las lágrimas florecen en las rocas sin tiempo para arracimarse.

El viento ruge. La tormenta estalla con furia. Los relámpagos desgarran el firmamento. La arena se apelmaza, se forman riachuelos, charcos. Las rocas sonríen por el súbito cambio de tiempo. Las piedras ruedan, el cielo se despeja y se asoma la luna, otra vez llena, confusa, enigmática, con una marcada mueca de desprecio. Las sombras vuelven a alargarse, hasta tocar el borde de un charco. Las aguas se ondulan, burbujean, vibran, se erizan en ese momento dulce. Las sombras nadan en una danza durante toda la noche, envueltas con el resplandor.

La bruma se disuelve con el amanecer. Antes de que se evapore el agua, las sombras se deslizan entre la alfombra de flores que colorean el color ocre del desierto. Buscan refugio entre los pliegues de las rocas, para guarecerse de la claridad del sol. Y aguardan.

Aguardan a que la luna pierda su curso, entonces, las sombras vagan entre las extensas planicies, ascienden y bajan por barrancos y desfiladeros. Hilvanan susurros que propagan hasta el Jardín de las Hespérides.


Relato de Eugenio Barragán 
Imagen Casa en llamas (agosto, amanecer), de Carrie Schneidery

lunes, 28 de diciembre de 2020

Millennium (3)

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Os habréis dado cuenta de que hay muchas cosas que no las menciono en Los hombres que no amaban a las mujeres y que luego, en la reseña del siguiente tomo, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, ya os comento con total libertad; esto lo hago para no destripar demasiado del libro que aún no os habéis leído. Para evitar spoilers o restar suspense a la trama. Conforme avanzamos descubrimos detalles suculentos y cruciales del pasado de Lisbeth Salander y no es plan de ser una aguafiestas. 

Como viene siendo normal, en la segunda entrega se zanjan asuntos pero aún quedan cabos sueltos. Recuerdo que La reina en el palacio de las corrientes de aire fue el que menos me apasionó. No es que estuviese mal, pero faltaba una pizca de vertiginosidad y enganche o esperaba algo que no cuajó. En la relectura la percepción ha sido similar. Mantengo que es el que disminuye mis ansias y es el que me ha gustado menos de la saga, por el momento. Y el problema es la repetición. Las partes nuevas son como cocaina/café/bebida energética/añadir aquí sustancia que te estimula/ y el 'pero' es que repiten sucesos anteriores a modo de explicación. Si bien es cierto que en la vida real pasa, si hay que actualizar a diferentes personas de lo mismo y no están compartiendo momento tendremos que reiterar lo ocurrido, pienso que en un libro puedes zanjar con 'tal puso al corriente de la situación a su compañero' o algo así. Luego también, queriendo hilar todo muy bien, peca -para mi gusto- de explayar aspectos que no son relevantes porque no modifican del curso de la historia. 
La reina en el palacio de las corrientes de aire son 868 páginas. Como mencionaba antes sobra lo que ya conocemos pero los nuevos acontecimientos merecen la pena porque son Larsson en estado puro. Mi impaciencia me haría descartar mínimo unas 200 páginas de cosas que ya sabemos. Como lectora quiero avanzar en los acontecimientos no bañarme en agua estancada. Excesivas 'subidas y bajadas de tensión'. De todos modos, quieres saber qué pasa y nada es un handicap demasiado fuerte como para aparcar la lectura. Es cierto que cuando lo finalicé por primera vez no había prevista ninguna futura continuación por el fallecimiento del autor. Por lo que la percepción cambia al volver a adentrarte en él sabiendo que no todo va a concluir ahí. Cuando se filtró que aún siendo esta la última entrega, Larsson tenía ya el manuscrito empezado de una cuarta historia y preparaba una serie con 10 episodios, muchos esperábamos que lo publicasen, sin embargo según leí en Lo que no te mata te hace más fuerte, David Lagercrantz no se utilizó ese material. 

Las aperturas de las partes del libro tratan sobre mujeres guerreras, fuertes y pioneras en tiempos donde se quería amarrar y encorsetar el potencial femenino al ámbito del hogar. Mujeres que han dejado una fuerte impronta y han contribuido a los derechos ganados, hasta la fecha, para el sexo femenino. Otra de las diferencias es que esta novela se trata de una continuación del segundo tomo (a diferencia del primero que es auto-contenido).

La mayor parte del tiempo Lisbeth se encuentra en el hospital (momento idóneo para la relectura eso de estar de postoperatorio). Ha sobrevivido y permanece en la UCI. Su vida pende de un hilo, pero su sed de venganza sigue intacta. Mientras tanto, el bizarro mundo de pornografía infantil y sádica, de perturbaciones realizadas sobre víctimas de trafficking y otras turbulencias recaen sobre los hombros de demasiadas personas. Todos tienen en común vicios y deseos de acallar una posible fuga de información. Nadie quiere descubrir su verdadero yo, su monstruo hambriento. 

Dos sectores trabajarán duro: uno para destruir la verdad y otro para sacarla a la luz. Se teje toda una red para proteger, una vez más, a Alexander Zalanchenco (Zala), esas organizaciones secretas que han trabajado a tiempo completo tapando los destrozos y los excesos del padre de Lis. se verán obligadas a construir una estrategia para volver a inhabilitar la voz de Salander. Teleborian será el peso fuerte de esa guerra. Por otro lado varios amigos de WASP, entre los que se encuentra Mikael Blomkvist, tratarán de demostrar que ella no cometió los tres asesinatos (Dag Svensson, Mia Bergman y el administrador Nils Bjurman), que hay un club de Zalanchenco pretendiendo usar a Lisbeth como cabeza de turco y que las instituciones gubernamentales le han destruido la vida. Para ello, entre otras medidas, la revista Millennium pretende sacar una potente exclusiva exponiendo esa red y la realidad de Lisbeth. 

Cuando llegues a la parte del juicio el ritmo irá in crescendo, retomando la adición que generan las entregas anteriores. Y ahora sólo queda colocar el tomo en la estantería y coger Lo que no te mata te hace más fuerte.  

Imagen principal: portada del libro
Reseña e ilustración de Saray Pavón

sábado, 26 de diciembre de 2020

jueves, 24 de diciembre de 2020

Historias trenzadas con Twine

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Twine es un editor sencillo de historias interactivas y no lineales, en definitiva, historias entrelazadas, como su nombre sugiere. Mediante esta herramienta se puede crear una historia por medio de hipertexto, de modo que el lector puede hacer elecciones que varíen el hilo que sigue la narración. En un relato informativo, podría servir por ejemplo para obtener más detalles de algunos conceptos. En un relato de ficción, este formato despliega las alas y ofrece un sinfín de sugerentes formas de ramificar las historias, crear ramas, desarrollar detalles en episodios clave, prácticamente crear un videojuego, o, llamándolo de otra forma, una aventura narrativa por la que el lector navega. 
 
La historia que se ramifica puede convertirse en un auténtico laberinto. Cada nodo de la historia a la que se puede llegar recorriendo la narración por un camino u otro se llama “pasaje”. Combinando tus buenas ideas con los hipervínculos que conduzcan a un pasaje u otro ya se abre la puerta para crear ficción interactiva. Además, por medio de variables y formatos se pueden ampliar las posibilidades con audio, video, imágenes y contenido dependiente de las interacciones que se produzcan, con inventarios y lógica condicional.
 
Un hipervínculo que conduce a la historia a otro pasaje se escribe así:
 
[[Saltar por la ventana->Muerte]]
 
Hemos construido una historia interactiva para ilustrar el manejo básico de Twine, basada en hecho reales, en aquel día en que el viento se llevo el punto de la i, crítica:
Este es el “storyboard” de esta aventura, que corresponde con el árbol de pasajes de arriba:
 
Como curiosidad, existe una fundación cuyo objetivo es fomentar y preservar la ficción interactiva y las herramientas para desarrollarla:
 https://iftechfoundation.org
 
Twine forma parte de de la Interactive Fiction Technology Foundation. 
 
Con las historias que a partir de mañana vais a empezar a crear podemos decir que

 
Texto y capturas de Mario Tornillo
Logos propiedad de Twine y de la IFTF
 


martes, 22 de diciembre de 2020

Encontrarse

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Encontrarse en el extrarradio del afecto,
condensar toda una vida en dos minutos,
abrazar lo que el cuerpo esconde,
silenciar los gestos profundos, melancólicos,
allí donde residen los malditos.
Atravesar desiertos de sal y regresar sedientos.
En la calle la tibieza de la noche cae;
se escucha el lenguaje de los perros,
ruge el azahar incipiente de la vida,
está floreciendo el tiempo,
se van ahogando las dudas entre besos,
la luz inunda el túnel hasta el centro de la tierra.
Nos contraemos.
Nos expandimos.
Ángeles que corretean con las hadas,
se acerca la muerte
para empezar de nuevo
y nos va la vida en ello, así... tan dulcemente.

Poema de Laura Frost
Imagen de Pixabay

domingo, 20 de diciembre de 2020

Bien que te gustaría confiésalo lanzarte

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Bien que te gustaría confiésalo lanzarte
de bruces al abismo devorar para siempre
esas terribles ganas que humedecen tus sueños
y en tus pechos habitan enjauladas...

Dale suelta a ese inmenso poder embalsamado
momia viviente abre las compuertas:
verás cómo florecen dos volcanes
en el lugar que el hielo
cerrara la clausura y perdiera la llave...
Encárate al ariete que reclama en tu puerta
la entrada por lo menos en cada primavera:
verás cómo te llenas de caballos salvajes
y de luz que produzcan tus turbinas de sangre...

Pero, antes, mastica la medalla
de dirección prohibida que cuelga de tu cuello.



Poesía de Aníbal Núñez
Imagen de Pixabay


viernes, 18 de diciembre de 2020

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Crimen pasional

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El cañón aún vomitaba humo lentamente cuando soltó el arma de una sacudida. Las manos, manchadas de pólvora imperceptible para el ojo humano, temblaban con violencia. Había llegado al extremo. Ocurrió que había destruido algo valioso. Había arrebatado una vida. No había vuelta atrás. Miles de imágenes burbujeantes se cruzaron por detrás de su entrecejo. Ninguna era un buen recuerdo. Tenía la esperanza, al menos, de encontrar en algún rincón de su enajenada mente un momento de paz, algún instante compartido en el que recordase algún atisbo de felicidad. No fue posible. Los últimos días habían sido un caos tan absoluto que se sumergió en la más desconcertante de las locuras. 

Trató de calmarse. Buscó un cigarrillo en los bolsillos interiores de su cazadora de pana marrón. Su favorita. Y también la de ella. Ella… Había una foto suya en el otro bolsillo, donde guardaba el mechero. La sujetó con el índice y el corazón de su mano derecha, mientras agarraba el encendedor con el resto de sus trémulos dedos. Ni siquiera su imagen consiguió apaciguarlo. Ella… alivio y a la vez causa de todo. Lanzó la foto junto al cadáver y encendió al fin el cigarro. Ahora ya solo humeaba su boca, cuyos labios habían recuperado el color de la calma. Dio media vuelta y salió del salón en silencio. Junto a la foto yacía la caja vacía, rodeada de mil pedazos brillantes de plástico, del juego que ella le regaló: el Cyberpunk 2077. Justo detrás, sobre el mueble minimalista del televisor, la PS4 permanecía inerte con un agujero de bala en su carcasa negra.

Texto de A. Moreno
Imagen de Pixabay

En el camino

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Han pasado diez años y es un día de invierno.
Tú caminas por las avellanedas.
y vas junto a esos sauces amarillos que avanzan
por los ríos con luna.

No será como ahora, no tendrás veinte años;
la nieve irá acercándose a tu casa
y el aire verde moverá en tus ojos
sus bosques de cristal y de silencio.

Recuérdalo, hubo un río.
                                    Los árboles vivían
en el imán del agua.
Por la noche, escuchábamos gotear en las sombras
la canción de los búhos.

Y, luego, la corriente se llevó nuestras caras.
No sabemos a dónde. No sabemos por qué.

Aún estamos aquí.
                            Pero, de pronto,
han pasado diez años
y tú y yo somos dos desconocidos.



Poesía e imagen de Benjamín Prado


lunes, 14 de diciembre de 2020

sábado, 12 de diciembre de 2020

Ratas

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Y sí. Fueron las malditas ratas las que me salvaron. 
Llegó primero una, luego dos, luego seis... todas subían por mis piernas a través del hueco entre mis pantalones y los pedazos de cuero que llevaba por zapatos. Metían la cabeza tímidamente, como buscando a alguien en mis tobillos, olisqueaban y metían el cuello y las patas delanteras. Después empujaban la barriga y podía sentir sus pequeñas uñas avanzar hasta mi rodilla, sus colas, mucho más frías y ásperas que sus estómagos eran como espárragos adheridos a mis vellos, a veces sentía que me los arrancaban. Pero luego, cuando se quedaban quietas, el calor de sus peludos cuerpos calentaba mis huesos, y dejaba de atormentarme el frío del invierno en aquella mazmorra donde Penelope me aventó cuando pensó que la engañaba con la chica del bar, la hermosa chica del vestido azul. Ojalá la hubiera engañado, al menos tendría buenos recuerdos mientras estaba en aquel piso de piedra.
Cuando empezó el invierno, cuando caí de pie después de que me aventaran desde un auto a sesenta kilómetros por hora, se rompieron mis tobillos, y creo que los huesos de la cadera. Recuerdo que cuando me desmayaba de dolor, lo único que pensaba era que mi ropa interior estaba sucia, y que alguna enfermera tendría arqueadas cuando me la cortarán para revisarme antes de subirme a alguna ambulancia. 
Pero nunca llegó nadie, y el invierno ya había comenzado, las heridas impedían que me pudiera mover más allá de donde estaba la gotera, la bendita gotera que me hidrataba, pero que debilitaba mi razón con su sonido. Su hipnotizante y obsesivo sonido, ese ritmo que taladraba mis oídos y quebraba lo poco que aún me quedaba de razón.
Tip-tup, tip-tup, tip-tup, tip-tup.

Juntando todo mi valor, yo mismo me decía, vamos muchacho, puedes aguantar unos días en este calabozo y después te arrastrarás a la ventila a gritar por ayuda. Me lo repetía durante cada ataque de dolor, pero con los huesos rotos un hombre no puede sostener la cordura más de veinte segundos, y en esos veinte segundos me repetía, puedes aguantar unos días en este calabozo.
Pero los días pasaron y no conseguí moverme. 
Fue al segundo día que llegaron las ratas, tal vez fue antes, pero no lo recuerdo.
Mis amadas ratas, después de unos cuatro días llegaban por decenas, y seguían metiéndose debajo de mi ropa a dormir sobre mi piel, entre mis axilas, mis testículos, mi ombligo, y yo me sentía como un rey. Un rey con abrigo de pieles, pieles vivas.
Es cierto que me comí a un par de ellas, pero era necesario, yo ya me había convertido en una rata. Y entre ratas podemos comernos unas a otras para sobrevivir.
Si ellas necesitaban de mi calor, yo me las cobré con los cuerpos de dos regordetas a las que ahora nadie recuerda, excepto yo. 
Cuando me rescataron, habían pasado dos semanas y mis huesos habían empezado a soldar, de una forma aberrante por supuesto. Los tuvieron que romper de nuevo para acomodarlos, ahora ya hasta puedo correr.
Un día, fui por Penelope. 
Estaba parado en la sombra que proyectaba un farol junto a la entrada de su casa, eran las once de la noche, y yo sabía que aún no había llegado, la conocía bien.
A Las once y veinticinco, un auto de color azul y motor de ocho cilindros se aparcó a cincuenta metros antes de la entrada, reconocí en seguida el sonido del auto desde el que fui arrojado.
Escuché la despedida, y murmullos de coquetería, me pegué a la pared.
Apreté el cuchillo y esperé.
Ya son las cinco de la mañana y vine a la cloaca donde hace un año me arrojaron, y mis amadas ratas salieron de inmediato a saludarme, ay ¡mis amadas ratas! 
Era la primera vez que volvía luego de que me rescataran. 
Pero valió la pena, esta noche les traje una hermosa y carnosa pierna con todo y nalga, es difícil separar piezas cuando no eres carnicero y solo tienes cuchillos de cocina en casa, y además si tuviste que llevar un cuerpo en la cajuela y subirlo cuatro pisos a tu apartamento, la cosa se pone de fastidio. 
Mañana, será un suculento paquete de vísceras. Pasado una jugosa cabeza con todo y cabello.
Y quién sabe, tal vez cuando acabe con Penelope, vaya por el chofer del coche azul... aún no lo sé, quizá el sea inocente, un hombre no sabe lo que hace cuando está enamorado. 
Por lo demás, me casare con aquella chica de vestido azul que conocí hace un año en el bar de karaoke, y es posible, quizá , podríamos tener un departamento y tal vez algunas ratas como mascotas, por si el invierno se vuelve insoportable...


Relato de Mario Treviño
Imagen de Pixabay

jueves, 10 de diciembre de 2020

Artes amatorias

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Absténgase señora multiorgásmica
que un servidor no está para estos trotes
y búsquese a un mancebo con más dotes
por mor de juventud citoplasmática.

Venga después a mí, que —desbravada—
mi faena de capa y de muleta
hará que pida indulto a este poeta,
al descubrir que nunca fue la espada

la que ganó las guerras amatorias.
Hay antes y hay después, porque la suerte
suprema de la lidia no es la muerte
por pequeña que sea. Las victorias

no se fraguan con música, la calma
apasiona mejor a cuerpo y alma.




Poesía del Abate Sancho Baile
Imagen de Pixabay



miércoles, 9 de diciembre de 2020

Asomándonos a la música y el arte desde el machine learning

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Magenta es un proyecto de código abierto que explora las posibilidades del machine learning en el proceso creativo. Código abierto hace referencia a que las tripas son públicas, cualquier persona puede tener acceso a ellas. Machine learning es el término inglés para referirse al aprendizaje de las máquinas por medio de inteligencia artificial, en realidad, a través de algoritmos que revisan datos y a partir de ellos son capaces de predecir comportamientos futuros.

La inteligencia artificial y el análisis de datos está invadiendo nuestras vidas cotidianas, por ejemplo en campañas de marketing, estudios de hábitos de consumo o recomendaciones de productos. En la iniciativa magenta el fin es facilitar el juego y la creación a mentes inquietas con algunas nociones de desarrollo informático. Lo que primero llama la atención es la facilidad para generar música. ¿Cómo? Utilizando abstracciones que provee magenta, cambiando melodías, tiempo, pasos, incluso temperatura o usando modelos de machine learning que, una vez entrenados, serán capaces de generar la música.

Por ejemplo,  magenta puede echar una mano para crear estilos musicales mezclando otros dos, en mayor o menor medida, como en este demo:

Disponible aquí 

En esta charla la autora habla, entre otros, de Magenta. El título es elocuente: Why you should build silly things.

Detrás de magenta está nada menos que Google, que promueve investigar y jugar con la combinación de inteligencia humana y artificial. 

A veces un ingrediente necesario en la creación es una pizca de locura, humana… o artificial.
 
Texto de Mario Tornillo
Imagen capturada del proyecto Magenta

domingo, 6 de diciembre de 2020

Me ha picado esta noche

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Me ha picado esta noche
la mosca de los celos tras la oreja
y quisiera saber si estás en casa
o con otro, corriéndote una juerga.
Aunque andes de puntillas,
se despierta la fiera
y uno que es liberal y no le importa
lo que hagan con la vida, si es ajena,
se vuelve suspicaz, mezquino, espía,
ve visiones, se amarga y se atormenta.
- Es el amor que pasa.
Pues que llame a otra puerta.


Poema de Javier Salvago
Imagen de Pixabay

viernes, 4 de diciembre de 2020

Nunca se sabe...

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Aunque las horas parecen todas las mismas, nada queda igual tras el transcurso de estas...

En la memoria quedan esos silencios que nunca fueron sonidos, palabras...  solo recuerdos soñados de aquello que pudo ser y no fue... que en realidad quedó, hermoso y bello en el alma, en el corazón... dejémosla estar.

La noche transcurre entre sonidos y luces que me llevan al alba desde la puesta del sol. Las montañas aún no muestran su capa blanca del comienzo de las lluvias; pero encuentro destellos rojos en el cielo; me avisan de las primeras lluvias del otoño.

Creí que las estrellas vendrían a buscarme esta noche, pero encontré el destello de las sonrisas, de las palabras que me abrazan en un son de sonidos mágicos que hacen que no me mueva esta noche de mi refugio. —Llueve—

Encontré en la memoria palabras llenas de belleza, de ilusiones, de sueños… encontré algo que me atrapó en un lugar indeterminado; de sorpresas ilusorias, maravillosas, proveniente de otras partes del mundo. Ya no sé donde ubicarme, no sé donde asentarme; ya no necesito las mismas cosas de antaño.

Solo busco una silla, una mesa, papel y lápiz. Lo esencial quizás para pasar un invierno más.

Buscaba un lugar para quedarme, pero solo encuentro la duda, la incertidumbre de ésta; el no saberme ya de ningún lugar.

Buscaba compañía y solo encontré más soledad a partir de aquella que me dio la serenidad de saberme. Ahora ya no me sé. Ahora ya no me encuentro en aquella que me hizo feliz. Ahora busco lo esencial para recuperar la soledad que perdí; esa soledad que uno aprende  amar,  desear; donde el soñar y saberse se unen en una sola cosa, ser.

Bajé del coche, entré en un bar de carreteras, me senté en una mesa junto a la cristalera que miraba a la autovía y, comencé a hablarme a mi mismo, bueno, a mi reflejo en la cristalera, mientras las luces de los autos pasaban a toda velocidad, sin ellos saber que un individuo solo, estaba hablándose así mismo en un cristal, —en un bar de carreteras—.

Le pedí al camarero un lápiz, o un boli y, un café, comencé a escribir todo lo que el otro, —el otro yo me decía…—  me escuché durante horas, hasta que el camarero me vino a decir que era hora ya de cerrar, no sé si se percató de mi conversación, pero su mirada estaba algo asustadiza… —no puedo recordar de qué me hablaba—.

Me di cuenta que no toqué el café, qué la libreta que llevaba estaba completamente llena de frases y palabras que no tuve tiempo de analizar hasta pasado un tiempo, después de dormir durante días, en una localidad que no pude ver,  —llegué de noche y marché del mismo modo—, buscándome, o buscando no sé qué… quizás solo descansar;  conducía y conducía, de un bar de carreteras a otro, hasta que no podía más… y, —“no sé como”— encontré, una casa que un buen señor me alquiló por muy poco, —la casa estaba en obras—, en un pueblecito muy pequeño, se componía —“el pueblo”— tan solo de dos calles en medio de una carretera que conducía a ningún lugar, por no tener no tenía más que un bar donde se podía comprar de todo; —y ahí sigo—, con la intención de comenzar algo, o terminar, no sé; —“nunca se sabe…”— quizás es tan solo una parada.

Creí que las estrellas vendrían a buscarme esta noche, pero encontré el destello de las sonrisas, de las palabras que me abrazan en un son de sonidos mágicos que hacen que no me mueva esta noche de mi refugio. —Llueve— Que la memoria siga su curso, y aunque las horas parecen todas las mismas, nada queda igual tras el transcurso de las dudas, de los días, meses, años…

En algún lugar quedamos, dejamos nuestra impronta, pero sé, que el camino continúa, que esta será una parada; que visitaré más bares de carretera, que dormiré en otras camas que no es esta de hoy, que la maleta siempre estará medio hecha. No sé; —“nunca se sabe…”— quizás. Todo sea siempre un recomienzo, un quizás, una búsqueda continua, sombras de uno mismo que se desvanecen en el pasado mientras hacemos el presente.  

En el reflejo que deja la lluvia en el asfalto veo recuerdos, colores de otros tiempos, ni mejores ni peores, tan solo imágenes que me evocan a mí. El paisaje se torna de maravillosos contornos que me llenan de esperanzas, de sensaciones mágicas, que construyen mi presente.

Texto y foto de Juan Manuel Álvarez Romero

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Nuestros amigos

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Todos nuestros amigos
odian a nuestro presidente
pero yo no odio a nuestro presidente:
odio a quienes le votaron.

Todos nuestros amigos
arremeten contra la caja tonta
pero la caja no tiene culpa:
emite lo que piden los tontos.

No. Yo no odio a nuestro presidente
ni odio a la caja tonta.
Odio a nuestros amigos.



Poema de Sergi Puertas
Imagen de Pixabay

lunes, 30 de noviembre de 2020

Égoga boba

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Por la mañana el barrio parece estar bien hecho.
Hay destellos brillantes que impulsan la esperanza,
el género en la puerta, una hogaza ecuménica
y un tendero que fía hasta el día veintinueve.
El sol, con su guadaña
va rajando la niebla del domingo,
la soledad del viejo
y los abuelos peinan a sus nietos
con una raya al lado
y rezan a la puerta del colegio
su credo, que es pagano y lleno de ternura.
Los carteros conocen tu vida y tu milagro
y hasta se ponen fúnebres si llegan cartas negras.
Hay hombres que pasean a sus chuchos
y conocen los cauces de la sangre
con sus mil afluentes.
El tipo que ha cruzado con la reina Heroína
tres veces ultramar
hoy confía en el verbo,
ama las bibliotecas,
espera con fervor la luz que rompe el caos
del apagón eléctrico.
En el banco agonizan los dragones sin colas.
Aquí se nutren huevos, los bulbos, las semillas.
Hay mujeres que tajan el manglar del futuro
como sotas de bastos,
amazonas obreras, circes que multiplican cero por infinito.
Y aunque todo se tuerza dentro de pocas horas
y prenda la tragedia de la mesa-camilla
hoy canto en esta égloga que el mundo está bien hecho
y enderezo las sílabas del ritmo endecasílabo.



Frase de Rocío Hernández Triano
Imagen de Pixabay

domingo, 29 de noviembre de 2020

Stand by no sólo es una canción de Extremoduro

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Hemos retrasado demasiado este momento, lo sé. El p**o virus ha conseguido que nuestro número 6 salga menos que El Cachorro (la gente de Sevilla lo entenderá). Y es una pena, porque le pusimos cantidades industriales de ilusión en un momento en el que no sobraba para nadie, en pleno confinamiento. ¡Y además con 40 páginas extra! 
 
¿Valentía o temeridad? 
 
Me inclino más por lo segundo. 
 
El caso es que decidimos, inducidos por ese sobrante de stock y las nuevas medidas de sanidad (que hay que cumplir sí o sí), poner en pausa nuestra revista en papel hasta que podamos volver a vernos en los bares. Esto no quiere decir que vayamos a dejar de aceptar vuestros manuscritos: si queréis publicar con nosotros, estas son nuestras bases
 
No sabemos cuándo habrá un número 7, aunque esté casi maquetado. Pero si no podemos realizar eventos como antes ni ver de forma tan asidua a la gente que nos sigue no tiene sentido parir un nuevo número físico si no va a ver la luz del sol ni a vosotros, criticoides. La web vive, la lucha sigue. Y las redes sociales no van a parar. Seguidnos, apoyadnos y volveremos con más fuerza e ideas nuevas para cuando toda esta pesadilla acabe. 
 
Firmado con dolor y cariño a partes iguales: A. Moreno
Selfie mañanero e idiota del mismo que os habla

sábado, 28 de noviembre de 2020

Piedrahita

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"Dios hizo el mundo en siete días... y se nota" es un pequeño gran libro de Luis Piedrahita (de formato pequeño y gran contenido). Aquí vas a encontrar humor puro, duro y de todos los colores. Cosas que son tan obvias que por eso mismo no se te han ocurrido pero al leerlas piensas "tiene sentido", otras más rebuscadas pero bien hiladas y mis favoritas: las ideas cruzadas que empiezan, por ejemplo, en un congelador, pasan por un vaso y terminan en un iceberg donde se choca el Titanic. Reflexiones que te harán pasar un buen rato o maldecir el sistema que nos organiza cuando leemos cosas como lo que dice en la contra portada (que es súper potente por otro lado); para que os hagáis una idea comparto el segundo fragmento: Los zapatos y los pies dicen mucho de la economía y la salud moral de este planeta. En este mundo sólo hay dos tipos de países: aquellos en los que hay más pues que zapatos y aquellos en los que hay más zapatos que pies.

Reseña y fotografía de Saray Pavón

jueves, 26 de noviembre de 2020

Guárdamelo

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Guárdame el dolor
bajo enero.
Guárdamelo
hoy que quiero ser presente y no herida.
Apacíguame el ego
que quiero amarme en libertad,
que quiero amarme sin redundancias.
Guárdamelo tú,
que siempre fuiste la mano izquierda, la rabia en las ojeras,
la cerradura del búnker,
la mirilla en el tanque.
Tú, que amándome a secas, leíste todas mis cartas,
las que no son para ti,
las que no eran para nadie.
Guárdamelo una vez más,
hoy, que el dolor es compartido,
que siento tu abandono por fin como propio, que tengo pulso para escribirte
y no me siento tuya.
Hoy,
que me dedico la culpa
de no quererte siempre
pongo mi nombre como destinataria y remitente.
Voy a dedicarme todo lo que te mereces.


Frase de Alejandra Torrero
Imagen de Pixabay

martes, 24 de noviembre de 2020

Conjuro

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Conjuro la vida como si fueran versos
rascando en la superficie de las cosas
teniéndome paciencia.                                                                                                   
He dejado de inventar formas de morir
y, en cambio, construyo mosaicos,
aprendo a comer,                                                                                                       
espero escondida tras la puerta
con el ojo puesto en la mirilla del estómago
observando reír a mis hijos.                                                                                           
La habitación ahora está en calma
célibe, a la espera.
Se van marchando todos los iconos
pronto no quedará nada
ni tan siquiera el eco de los gritos
o la furia o el vacío que desprenden las lágrimas.                                                         
Conjuro la vida como si fueran versos
y dejo los besos para cuando toquen,
por ahora prefiero asistir a mi propia epifanía
e ir devorando poco a poco
este tiempo que huele a principio de todo.

Poema de Laura Frost
Imagen de Pixabay

domingo, 22 de noviembre de 2020

Toma en tus manos

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Toma en tus manos
este jersey tejido en nudos de memoria.
Consérvalo, porque algún día
recordarás las manos desgastadas
que lo tejieron en las noches de tu infancia.
Y no podrás volver. Y tendrás frío
cuando descubras que vivir
a veces es llorar.
Abrígate con el amor que en el jersey está trenzado:
lo que nos quita el tiempo
ha sido el tiempo quien lo ha urdido
en formas misteriosas y sencillas
que hilvanan nuestras vidas a otras tramas.
Es imposible amar fuera del tiempo,
nada infinito hay que se alcance sin su hebra
aunque la hechura de su amor
nos muestre su belleza en sacrificio
sólo al perder a quien más hondo nos ha amado.
No pienses, como Eliot,
que sólo el tiempo vence al tiempo,
porque el tiempo es invencible.
Más bien realiza hazañas cotidianas:
piensa en mamá, aprende a tricotar
tus horas en ofrenda:
-punto de arroz,
ochos perdidos,
espigas que se cruzan
con las agujas de la vida…-

Ponte el jersey
y teje otro jersey para tus hijos.


Poema de Antonio Praena
Imagen de Noemí Villamuza



viernes, 20 de noviembre de 2020

miércoles, 18 de noviembre de 2020

lunes, 16 de noviembre de 2020

La última carta

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Que difícil cosa es hacerte una carta.
Escribirte, amarrar palabras que pasan volando con otros rumbos, y atarles los pies con la promesa de dulces al final del camino.
Que difícil tratar de convencer a los renglones, esperar a que se descuiden y romperlos por la mitad ó en tres pedazos, en varios… ó en muchos, y retorcerlos, y jalarlos, y morderlos y meterles a fuerza palabra por palabra, hasta que digan lo que tienen que decir y no algo que se parezca.
Se que últimamente nada quieres de mí, ni mi olor que te llena, ni mis besos que te queman.
Sé que intentas fuertemente perder los recuerdos entre brumas de olvido.
Pero sigue el curso de la vida, y en cada vuelta de la espiral pasa tu rostro, y me miras.
Y te miro.
Y nos despedimos.

Y nos alejamos dando vueltas, y girando la cabeza para no dejar de mirarnos, de despedirnos.
Y sé también que no quieres que me vaya, que extrañas tu sonrisa, esa que tienes cada que me ves.
Sé que extrañas la inquietud de tus manos cuando te acercas a saludar, la forma de disimular el sudor que no cesa en su empeño por acusarte conmigo.
Pero no puedes, pero no puedo.
Y nos dejamos llevar por la vorágine de esta confusa vida.
Nos perdemos amor, nos dejamos y sabemos que esta pasando.

Ya ni siquiera estiramos los brazos, no vaya a ser que pierdan el último calor que les dejaste, que les dejamos.
El horror de mirar un futuro sin ti me abruma, me toma por los cabellos y me abofetea, y me grita, y dice que mire fijamente lo que pudo haber sido, lo que dejé ir, lo que dejamos ir.
Escribirte esta carta amor, es dejar de creer en el sol.
Es convencer a mi mano derecha que ya no la necesito, es sujetarla sin pedir ayuda para cortarla lentamente, dolorosamente.
Es saber que tú también quedaras sin tu mano, es saber que no tendrás con qué tocar mi rostro cuando muera.
Y que en mi funeral, tú, toda anciana y amorosa… y doliente, perderás la vergüenza y querrás abrazarme, y tocar mi rostro, pero no tendrás tu mano.
Entonces llorarás, y mirarás incrédula que yo tampoco tengo brazo, y comprenderás que tu mano es mi mano, que tu dolor es mi dolor, y volverás a casa a morir de tristeza.
 Y luego, cuando mueras y llegues a donde van todos los muertos, verás que te estoy esperando y que en lugar de llevarte los tulipanes que te encantan, llevaré envuelto en papel de china, un hermoso y blanco brazo, que tiernamente estará tomando mi mano.
Y saldrá de entre el papel también tu sonrisa, y el brillo de tus ojos, y te lo pondrás como quien se maquilla, y el brillo, y tu sonrisa, y tu mano, se quedarán contigo para siempre, conmigo para siempre.
Y caminaremos olvidando todo lo vivido porque ya estaremos muertos, y no diremos más, ¡eres mi vida! Tendremos que decir ¡eres mi muerte!
Y luego, la eternidad.

Nos vemos…




Poema de Mario Treviño
Imagen de Pixabay

sábado, 14 de noviembre de 2020

Abismo del olvido

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Consumir, consumirte, consumido.
Destrozar en mil pedazos
palabras mudas.
Me anulo
dibujando en tu carne
un caer de mis soledades,
arrojando los retazos
a modo de serpentina,
arrojando los retazos
de quimeras
mordiéndome el estomago.



Poema de Saray Pavón inspirado por una canción de La muñeca de Sal
Imagen de Pixabay

jueves, 12 de noviembre de 2020

Definición de poeta

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Me preguntas quién soy.
Soy la pieza que no encaja.
Soy la tarde de lluvia.
Soy el momento exacto
en el que muere toda esperanza.

Me preguntas quién soy
y enmudeces.
Déjame disfrutar de los malos momentos.
Que lance yo mismo mi corazón por la ventana.
Que cambie una sonrisa
por el nudo en el estómago.
Que beba mi propia cicuta,
la desazón, el delirio, la espera.

Me preguntas quién soy
y no te miento.
Soy la escalera del patíbulo.
Soy el mango del puñal.
Soy la muerte anunciada.
El poeta que escribe estos versos
porque prefiere sufrir por ti
a ser feliz contigo.

Perdóname
por no haberte avisado.



Poesía de David Minayo
Imagen de Pixabay


martes, 10 de noviembre de 2020

En la penumbra de la noche

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En la cuerda floja,
suena el sonido de una armónica,
habla con las luces de la noche
reflejadas en la mar;
de aquella mar de olor a puerto,
de gaviotas que vuelan enfermas.
Y veo la sombra bajo una farola,
de alguien que baila y toca una armónica.
Y suena y vibra, y palpita.
Algunas preguntas se forjan
en las aguas tranquilas,
duermen desde siempre,
pero no han despertado hasta hoy.

Poema de Eugenio Barragán
Imagen de Pixabay

domingo, 8 de noviembre de 2020

Posesión luminosa

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Igual que este viento, quiero
figura de mi calor
ser y, despacio, entrar
donde descanse tu cuerpo
del verano; irme acercando
hasta él sin que me vea;
llegar, como un pulso abierto
latiendo en el aire: ser
figura del pensamiento
mío de ti, en su presencia;
abierta carne del viento,
estancia de amor en alma.
Tú -blando marfil de sueño,
nieve de carne, quietud
de palma, luna en silencio-,
sentada, dormida en medio
de tu cuarto. Y yo ir entrando
igual que un agua serena,
inundarte todo el cuerpo
hasta cubrirte y, entero
quedarme ya así por dentro,
como el aire en un farol,
viéndose temblar, luciendo,
brillar en medio de mí,
encendiéndose en mi cuerpo,
iluminando mi carne
toda ya carne de viento.




Poema de Emilio Prados
Imagen de Pixabay

sábado, 7 de noviembre de 2020

Entrevista a Nakatomi Radio

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En esta casa somos muy cinéfilos y, cuando nos dejan, bastante cinéfagos. Y nos mueve un fuerte amor por los clásicos. Pero lo de esta pareja es otro nivel. En su podcast, Víctor Nanclares (@nanclas23) y Alfredo Zapata (@al_FRODO) desmenuzan películas de sobra conocidas por el gran público con tanta pasión que me los imagino grabando el programa abrazados a las carátulas de los dvds y disfrazados de los personajes principales. Según su propia descripción es «el podcast donde tipos extremadamente flipados se vienen muy arriba con el cine de los 80', 90' y 00'». No hay más que añadir. Pero es que es lo que nos pasa a muchos de nosotros cuando charlamos sobre nuestras pelis fetiche, solo que ellos saben de lo que hablan y, si no te lo crees, escúchalos (busca Nakatomi Radio en ivoox.com o pincha aquí, qué demonios). En cada programa nos descubren cantidades industriales de curiosidades, anécdotas y entresijos de sus pelis favoritas, que no son pocas. Si antes ya eras fan de estos filmes los elevarás a la categoría de artefacto divino. Si no los habías visto, te convencerán para que lo hagas, sin duda. 

Recientemente estrenaron tercera temporada y cumplieron los dos años en el mundo podcaster. Así que  no vemos mejor manera de celebrarlo que conociéndolos mejor y recomendando la escucha de todas sus flipaduras.

Y recuerda, cuando acabe esta entrevista deberás posicionarte: ¿Team '80 o Team '90?

La i Crítica: Ante todo, muchas gracias por acceder a soportarnos un poco. La primera duda que me surge es ¿de dónde viene ese amor por el séptimo arte y cómo acaban juntándose unos tipos tan flipados por el celuloide? ¿Cuándo Victor encontró a Alfredo o viceversa?  
Victor: En mi caso el amor por el cine ha estado desde que tengo uso de razón. Yo me despertaba con cinco años pensando en qué película vería por la noche. Es algo que me inculcaron mis padres desde bien pequeño. Cada Viernes se iba al cine a ver una película de estreno. Sin excepción. 
Alfredo: Nos conocimos hace casi diez años en una escuela de interpretación y congeniamos, y nos hicimos amigos; y bueno Nakatomi es una extensión de las conversaciones y flipaduras que siempre hemos hecho.

LiC: Ya sé que es el edificio donde se desararolla la primera entrega de la saga Die Hard (Jungla de
cristal) pero ¿por qué Nakatomi Radio?
V: Valoramos varios nombres. Pero Nakatomi Radio era uno que comulgaba con lo que queríamos contar en el programa. Un lugar de reunión que todo el mundo reconozca lo suficientemente grande para que quepamos todos. Además, es una película que los dos amamos. Y sus mejores entregas están en los 80 y en los 90.
A:Como casi siempre nos pasa empezamos hablar sobre el tema y de repente llega una idea, que nos llega y sabemos que es esa, y con Nakatomi pasó parecido, hubo varias opciones y cuando llegó esta lo supimos.

LiC: ¿Cómo decidís qué película diseccionáis cada programa? ¿Cómo hacéis para que ese debate no se convierta en El club de la lucha?
V: Solemos hablarlo a medida que avanzan los días. No hay una lista programada. Vamos decidiendo los títulos en función de cómo va quedando el cuadro de la temporada. A veces se trata de dar un poco de respiro a los programas y escogemos películas con las que nos lo vamos a pasar bien tratándolas. Otras veces escogemos películas sabiendo que nos vamos a tener que arremangar y no mirar el reloj.
A:No hay club de la lucha en realidad, como dijimos antes, cuando sabemos que década vamos a tratar proponemos pelis y de repente la flipadura aparece y sabemos que ES ESA.

LiC: ¿Os atreveríais a grabar un programa sobre una peli que odiais poniendo el mismo ímpetu o sería como estar durmiendo con el enemigo?
V: Es algo que alguna vez planteamos pero creemos que ya hay bastante odio en redes como para dedicar dos horas a despotricar sobre algo. Si no tienes nada bueno que decir sobre algo, es mejor no decirlo. No?
A:No es nuestro target, cuando nos hemos encontrado una película que por la razón que sea ha envejecido mal, lo decimos también, estoy recordando los Inmortales, y ojo, que no tiene porqué ser algo negativo, es más creo que forma parte de su encanto, pero no es la intención vapulear las películas, creemos que ya hay suficiente en ese sentido en la época actual y que crítica se ha convertido en una palabra negativa per se, nosotros queremos que la gente se ponga esa película y vibre y se flipe como nosotros, y cuando nos escriben diciéndonos esto, no cabemos por la puerta.

LiC: Los programas duran de media más que una peli de Nolan pero ¿cuánto tiempo real invertís en cada uno? 
V: Depende de la película que tratemos. Hay películas que procuro ver más de 3 veces para poder fijarme en todo. Por lo que comienzo a preparar el programa una semana antes. Algo que suelo hacer siempre es que durante esa semana anterior me escucho su BSO a todas horas. Viene bien para ir flipandose. Después grabamos el programa en una tarde. Y luego hay que contar con la edición… 
A: Es difícil  saberlo, la grabación es a tiempo real, a eso habría que sumar edición que puede ser perfectamente el mismo tiempo que tardamos en grabarlo pero después están las redes sociales, así que no lo sabemos bien pero es mucho tiempo porque respondemos a todos los comentarios, correos, tuits,etc.

LiC: ¿Tenéis pareja? ¿Sabían desde el principio que erais unos flipados del cine o descubrieron tarde que tenían un loco a domicilio?
V: Los flipados suelen juntarse con flipados… Desde el principio sabía dónde se metía y también tengo la suerte de que ella es igual de entusiasta por el cine. 
A: FLIPADO desde el minuto 1.
 
LiC: ¿Cuál fue la primera peli que os voló la cabeza? ¿Aún estabais en la edad de la inocencia? 
V: Probablemente fue Superman The Movie (1978). Mis hermanos y yo solíamos verla una y otra vez hasta llegar a aprendernos los diálogos. La Última Cruzada, Terminator 2 o Jungla de Cristal no andarían lejos. 
A: Yo era un enano y mi primera película en cine fue los Masters del Universo pero ya venía flipando fuerte con Karate Kid, Gremlims y Los Goonies.


LiC: Durante el confinamiento ¿habéis sido más Seven o más City of angels? En mi caso ha sido más Lluvia de albóndigas.
V: El confinamiento ha sido sobre todo de Disney+, que lo he quemado. La desescalada sin duda ha sido muy de los Monty Python's Flying Circus.
A: El mío ha sido Atrapado en el tiempo pero sin sentirme un Dios, no ese Dios, un Dios.

LiC: ¿Normalmente grabáis el programa cara a cara? Si es así, ¿cómo os ha afectado esta crisis sanitaria?
V: Pensamos en parar Nakatomi durante el confinamiento. El primer programa que estrenamos (Los Tres Mosqueteros) no tuvo las descargas que solían hacer nuestros programas en un día de estreno habitual. Pero después de pensarlo, creímos que sería bueno aportar algo de entretenimiento a los oyentes. Aunque fuesen dos los que estuviesen al otro lado. Incluso nos vino bien a nosotros mismos. Durante dos horas y pico, desaparecían los problemas.
A: Siempre lo habíamos grabado cara a cara y con todo esto se ha convertido en un Tú a Boston y yo a California, el temor que teníamos al hacerlo online era que la energía cayese o no encontrar la sintonía pero creo que hemos slavado ese bache con creces, cosa a la que los directos que hicimos ayudaron bastante.

LiC: ¿Cuál de los dos es más flipado y cuál tiene más sentido y sensibilidad?
V: Hay muchos tipos de flipados y el programa no funcionaría si ambos tuviésemos el mismo perfil o hiciéramos el mismo personaje. Alfredo es más flipado intenso. Y yo soy más flipado de hacer creer que nada me afecta. Es gracioso ver cómo el oyente recibe el mensaje y escoge el bando. Ellos mismos nos han dicho que Alfredo sería más de Hufflepuff (con ascendiente a Gryffindor) y yo de Ravenclaw (con ascendiente a Slytherin). O que de ser Mosqueteros, yo sería más Aramis y Alfredo, Porthos.
A: Creo que los dos estamos al mismo nivel y cuando lo hemos preguntado la gente se iguala bastante en opiniones pero creo que me toca aceptar que me flipo mucho y conste que lo acepto como un regalo y maldición al mismo tiempo 😊. 

LiC: Si os tuvieseis que quedar con una sola escena de la historia del cine ¿con cuál sería?
V: Me sería imposible quedarme con solo una.
A: La parte negra del final poniendo The End. 

LiC: ¿Qué haríais si estuvieseis dentro de Matrix y fuerais conscientes de ello?
V: Aprender Kung Fu.
A: Pues mira, hartarme de filetazos y buen vino y cuando esté hasta arriba, ya salirme y ayudar a salvar el mundo.

LiC: ¿Cuál es vuestro club de los poetas muertos del cine?
V: Hemos descubierto esta temporada que Nakatomi es nuestro Club. Twitter e Instagram son apoyos donde poder interactuar con los oyentes, que son la clave y lo que hace que esto funcione.
A: El club de los poetas muertos.

LiC: Se acabó el flower power. Vamos a entrar en la hora más oscura. En el Hollywood actual, ¿queda algo para recordar?
V: Sin duda. Somos los primeros que adoramos el cine que nos dejó los 80 y los 90. Pero el año pasado quedaron películas como Dolor y gloria, Parasite, Historia de un matrimonio o Érase una vez en Hollywood. Podríamos dedicarles un Nakatomi a todas ellas perfectamente.
A: Sí que queda, cada época tiene su estilo, y quizás esta sea la de los superhéroes, que te pueden gustar o no pero en nuestro jamás habíamos sentido nada parecido en un cine a lo que sentimos con Endgame.

LiC: Ahora que estamos viviendo una corrección tan anacrónica, ¿cómo veis todo este tema de poner
en contexto películas que tienen 40, 50 o incluso casi 100 años, como Lo que el viento se llevó? ¿Creéis necesario que haya más educación audiovisual?
V: Yo vi Lo que el viento se llevó sin ningún cartel que me avisara de lo que iba a ver. En mi humilde opinión el cine, si va con instrucciones de uso, pierde capacidad de impacto. Creo que es mejor hablar con los jóvenes sobre lo que han entendido de la película una vez ha terminado que eliminar escenas, poner carteles o directamente prohibir la película.
A: No sé si educación audiovisual o educación en general; es fácil juzgar y mirar por encima del hombro desde nuestros valores actuales pero dentro de 30 o 40 años las generaciones futuras harán lo mismo con nosotros y no sabemos cómo saldremos parados; en el programa animamos mucho a hacer el ejercicio (y nosotros lo hacemos) de situarte en el contexto social, político, etc de la época para poder entender su impacto o el tema del que trata.

LiC: ¿Cómo veis el futuro de las salas de cine y del soporte físico (DVD, Blu Ray...)? ¿Creéis que se quedarán más allá de los sueños?
V: Las salas de cine corren un gran peligro debido a la crisis del Covid. Quiero creer que nunca se acabarán de ir. Lo mismo con el soporte físico. Soy un gran aficionado a coleccionar películas pero cada vez hay menos gente con ese interés y si no hay demanda, no hay negocio.
A: Creo que hay algo de mágico en tener una obra tangible, sentir que es tuya, ya pasó con el libro digital, no se ha comido al físico, se ha hecho su hueco y ahí están los dos. No creo que desaparezca.

LiC: ¿A qué o a quién le decís "Yippi ki-yay, motherfucker”?
V: Al COVID.
A: A los que te dicen que no puedes disfrutar de una película porque sus estándares cinematográficos no son altos.

LiC: No queremos despedirnos sin antes poneros en un dilema. ¿Por qué deberíamos ser del Team 80 o del Team 90?
V: El Team 90 es el equipo de los inconformistas. Claro que nos gustan las películas nostálgicas de los ochenta, pero en los 90 es donde encontramos la miga.
En esta década encontramos un cine mucho más sólido (da vértigo mirar las nominaciones a los Oscar del 91 al 99. El nivel era asombroso). El cine de acción más estilizado, los dramas con los que aprendimos a ser mejores personas, muchas películas de juicios donde la gente es muy guapa y grita mucho, la comedia romántica encontró su lugar y nos dejó joyas y el cine de gangsters nunca había molado tanto.
A: Qué clase de pregunta es esa? Es como preguntarte si eres más de papá o de mam…TEAM 80
 

Muchas gracias por prestaros a esta humilde entrevista, por vuestro podcast, vuestra pasión por el cine y, por si no nos vemos luego: buenos días, buenas tardes y buenas noches

Recordad seguirlos en Twitter👉@NakatomiR e Instagram 👉nakatomi_radio. Hazte Nakatomer y serás más feliz.

 Texto de A. Moreno

Imágenes cortesía de estos chicos tan majos de Nakatomi Radio

viernes, 6 de noviembre de 2020

Thank you very much

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Tengo por costumbre reclamar aquello que estimo me pertenece:
A los cuarenta, dicen
tienes la cara que mereces:
Yo la hice mía antes de la treintena.

Según oigo y tengo entendido
mi cuerpo lleva una semana encerrado en un bloque de apartamentos.
Pobre mamón. Cuentan que dio esquinazo a los buenos propósitos
y ha regresado a la bebida con eficacia sorprendente.
No hay que culparle, cansado de cansarse
arrepentido de arrepentirse como anda.

Lo sorprendí drogándose y bailando solo en el comedor.
Debes comprender, le señalé, que
tu comportamiento no es ni normal ni sano.
Y como me ignoró añadí: ¿Y a mí que me dejarás
en tu testamento?

A ti nada a ti deudas
y vendré desde el más allá a putearte
y dará muy mal rollo, mucho miedo
tú espera y verás.



Poema de Sergi Puertas
Imagen de Pixabay

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Chico que sale al mundo

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Nuestro hijo a los diez años no cree en el mal,
juzga por sí mismo, sabe que ningún hombre
estaría dispuesto a herir a otro, Cree en
la fuerza, el hacha contra la lanza, la ballesta
contra las dos espadas, cree en la mesura,
el poder la división, la sangre, pero no en
el corazón perverso, así que al regresar a casa,
a las tres en punto por la calle 97 Oeste,
deja atrás los hoteles de los drogadictos para llegar
                                                    a nuestro bloque,
la carga ligera de su mochila a la espalda
roja y oscura, como algunas zonas profundas del cuerpo
que nunca se ven, y el hombre le dice Oye, chico,
él responde, la fuerza se enfrenta a la fuerza,
sus brazos tan delgados que la luz los atraviesa en los
                                                    bordes, dice
¿Sí? Y el hombre le hace una pregunta,
impaciente por una respuesta del chico que pueda
                                                    explicar el mundo,
el hombre dice ¿Sabes lo que significa polla?
Nuestro hijo responde con educación y sigue caminando,
siente lástima por un hombre tan bobo
                                          que pregunte algo así,
y sabe que no es un mal hombre,
o un hombre peligroso, solo un hombre corriente,
no lleva ropa de vagabundo ni habla como un borracho,
de todas formas este chico sabe lo que es, puede
mirar en lo profundo de su corazón
y hablar de la naturaleza del ser humano: la bondad,
la cortesía, la fuerza.


Poema de Sharon Olds
Traducción de Óscar Curieses
Imagen de Pixabay



lunes, 2 de noviembre de 2020

sábado, 31 de octubre de 2020

La forma del mal

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Si no te gusta John Carpenter, no te gusta el cine fantástico. Puede que sea una afirmación simplista, pero la mantengo. El aporte que ha hecho este hombre al género durante los 70, 80 y 90 es de un valor incalculable. Las dieciocho películas (además de cortometrajes y producciones televisivas) que tiene en su haber se mueven entre la acción, el terror, la ciencia ficción, la fantasía y el western, a menudo con ingeniosas combinaciones entre esos géneros.

Llevo tiempo deseando que alguna distribuidora adquiera los derechos, que no deben ser especialmente caros, para editar un pack conmemorativo de todas su filmografía, al igual que en su día se hizo con Stanley Kubrick. Aunque preferiría no tener que esperar hasta su muerte para ello. Recientemente, Divisa ha anunciado que se ha animado a hacer algo parecido, pero contando sólo con cuatro películas. También llevo tiempo, casi dos años, deseando dedicarle un artículo a uno de sus títulos más icónicos: Halloween. Concretamente, desde que fui a ver la que, de momento, es su última entrega. Pero a principios de este fatífico año, mis ganas aumentaron cuando leí a la twittera ~Miriam (@mimidt92) analizar el perfil psicológico de Michael Myers. En una encuesta, la enfermera documentada sobre salud mental preguntaba a sus seguidores qué enfermedad era la que le atribuíamos. Entre las opciones que proponía yo lo tuve claro: psicopatía. Myers es una tabula rasa, no siente absolutamente nada salvo el deseo de matar. Hay quien nace con malformaciones físicas, pero él ha nacido con esa malformación mental. Es un cascarón vacío, sin alma ni nada que pueda definirle como humano. De hecho, aunque todos conozcamos su nombre, en el guión firmado por Carpenter y Debra Hill se referían al ser como the shape, la forma. A diferencia de otros asesinos posteriores, Michael no usa su característica máscara neutra para ocultar su identidad, sino para abstraerse del todo y dejar de mostrar a sus víctimas un rostro de carne y hueso que, sin dudas, no le representa.

Tal vez, por eso me fascina tanto este personaje. Es la encarnación del mal en su estado más puro y simple. Y aunque hoy en día la película original de Carpenter pueda parecernos demasiado básica, lenta y predecible, es una obra fundacional, como también lo fue (y es de igual forma tratada por las nuevas generaciones) el Superman de Richard Donner. Después de Halloween, empezaron a brotar como salidos de esporas asesinos de adolescentes fornicadores. Uno de los primeros fue, por supuesto, Jason Voorhees. Si bien fue su madre la que abrió el macabro negocio familiar en la primera Viernes 13, el heredero acabó convirtiéndose en una suerte de copia de Michael Myers, intentando imitar lo que has leído sobre éste más arriba. Aunque de todo lo que salió a rebufo, me quedo con Scream, un divertidísimo ejercicio de metacine firmado por Wes Craven, y que ya bien entrados los 90 resucitó el género del slasher. Si bien es cierto que le debemos a esta última el hecho de que todo lo estrenado con anterioridad nos resulte predecible, al señalar Randy las tres reglas para sobrevivir en una película de terror, las cuales, por supuesto, se cumplen a rajatabla en Halloween. Pero, aún así, la saga iniciada por Carpenter ha conseguido sobrevivir hasta nuestros días. Y si te paras a pensarlo, aunque la película no te diga gran cosa, la idea de ir por la calle en plena noche y cruzarte con un tipo con máscara y cuchillo en mano, a pocos metros de distancia, mirándote fijamente sin moverse ni un milímetro, es cuanto menos inquietante.

Por desgracia, en Hollywood tener éxito es sinónimo de que tu trabajo se desvirtúe hasta niveles autoparódicos. Que se lo digan a George Lucas. De entre todas las secuelas que se hicieron, durante mucho tiempo yo me quedé con Halloween II, en la que también estuvo implicado John Carpenter (aunque a regañadientes) en labores de guión, producción y música, y Halloween H20, dirigida por Steve Miner, quien estuvo al cargo de varias entregas de la saga "hermana" Viernes 13, y cuya aportación en la que nos ocupa en este artículo me pareció que tenía cierto grado de buen gusto, aunque con un toque noventero muy post-Scream. De las entregas cuarta, quinta y sexta, así como de la innecesaria Halloween: Resurrección, he preferido prescindir, dados los comentarios que me han llegado sobre ellas. A día de hoy todavía no me he atrevido a acercarme, me bastó con ver el vídeo del canal de YouTube Te Lo Resumo Así Nomás dedicado a la saga. Sí que captó mi interés, en cambio, Halloween III: El Día De La Bruja, un intento de Carpenter por dejar atrás a Michael Myers y que la franquicia se convirtiera en una colección de películas de terror ambientadas en la festividad que le da título, pero que lamentablemente no cuajó. También me pareció bastante digno el remake que hizo Rob Zombie en 2007, dándole un toque más salvaje para adaptarlo a una nueva época, pero también despojando a "la forma" de su misterio, colocando a Michael en el seno de una familia desestructurada y mostrándonos un posible motivo por el que empezó a matar. Fue ahí donde falló esa actualización de la franquicia (ya no digamos su secuela, en la que dieron total libertad creativa al director y que acabó siendo una verdadera fumada), y tal vez por eso me gustó tanto La Noche De Halloween de David Gordon Green.

Fui a verla con reticencias. Para mí, Halloween II y Halloween H20 eran canon, una "trilogía", y esta secuela que de repente borraba todo lo anterior, tanto lo bueno como lo malo, me parecía algo innecesario. Máxime cuando la película tenía el mismo título con el que fue estrenada la original en 1978, y su director era el de Caballeros, Princesas Y Otras Bestias. ¿Qué me estás contando? No tenía buena pinta. Pero... ¿y si las anteriores, aunque parte del canon, simplemente no eran reales? ¿Y si todo había sucedido en la mente de Myers durante su estancia en el psiquiátrico? Ha estado encerrado cuarenta años, en algo habrá tenido que entretenerse. Si lo ves bajo ese prisma, la cosa cambia. De hecho, nada más empezar La Noche De Halloween, el Dr. Sartain habla con sus pacientes sobre los sueños, sobre lo que recordamos y lo que no. Esto, por supuesto, no demuestra que mi teoría sea cierta, pero me da ánimos para seguir considerándola como posible.

¿Y qué nos encontramos en esta nueva entrega/reboot? Entre otras cosas, que regresamos al planteamiento original, a la indescifrable psique de "la forma", sin motivación aparente pero sin ningún tipo de control. A pesar de contar con sesenta y un años, muestra una vitalidad a la hora de matar (con un cuchillo o de cualquier otra forma) que ya la quisiera yo a esa edad. Michael Myers ha vuelto con fuerza, y al parecer, para quedarse al menos durante dos entregas más: Halloween Kills, que aún no hemos podido ver por culpa del coronavirus, y Halloween Ends, donde espero que todo acabe de forma digna. «No puedes matar al hombre del saco» hemos oído alguna que otra vez a lo largo de la saga. Pero, aunque duro de matar y escurridizo, sigue siendo un ser humano, al menos exteriormente. Tal vez acabe muriendo de anciano. Entonces, por fin, descansará. Y también nosotros.

Texto de Román Pinazo
Imagen de Universal Pictures

jueves, 29 de octubre de 2020

Prius

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Hace poco conocí a un hombre que me contó la historia más desastrosa y al mismo tiempo hermosa de la que yo tenga memoria. Él se llama Jacinto, un tipo de unos sesenta y pico de años, con más pelo sobre las orejas y la nuca que en la frente y la coronilla. La vez que lo conocí, estaba afuera de un bar, allá por el rumbo de Tacubaya, yo fui allí porque mis amigos me habían dejado botado y ese día en particular tenía necesidad de beber más. A esa hora, aún estaba cerrado.
-¡Eh!, Jaime. ¿Por qué chingados no has abierto?- pregunté a mi camarada de parrandas, el cantinero.

Me hizo señas para que guardara silencio y me explicó que estaba el dueño allá adentro. Suspiré, me di la vuelta y saqué un cigarrillo. Busqué en mis bolsillos pero no encontré encendedor, y fue ahí cuando vi a Jacinto. El poco pelo que le quedaba ya era más blanco que negro, lo traía descuidado. Una pequeña melena de unos ocho meses sin cortar, y además llevaba barba de semanas. No parecía pordiosero, pero si era un anciano a todas luces alcohólico y dejado. Llevaba zapatos Bostonianos desgastados, con una fisura en los pliegues de ambos, que dejaban ver un sucio calcetín a través de ellas. El pantalón café tenía por lo menos dos semanas de no lavarse, y la camisa otrora caqui, era un lastimoso recuerdo de lo que fue.
Noté que llevaba varios lapiceros en la bolsa de la camisa, y pude clasificarlo como oficinista de gobierno, tenía toda la pinta y sin duda, ya estaba gozando de los beneficios de su jubilación.
-Oye amigo- le dije. -¿Me prestas tu lumbre, por favor?- Le mostré mi cigarrillo sin encender a lo que asintió y me pasó su propio tabaco encendido para prender el mío.

Le agradecí con el cigarro en los labios, y al tiempo que le devolví el suyo, señalé con la cabeza y le dije: -Son ya las once de la mañana, es una chingadera que aún no abran, ¿no crees?.- Busqué situarme en la misma banca que él, dando por hecho que también esperaba que abrieran la cantina. Él estaba sentado en el respaldo de la banca, yo me senté como debe sentarse uno. Así que me miro hacia abajo y dijo, hablando entre dientes y cerrando los ojos:
-Hace ya tiempo que no sé a qué hora abren joven, yo vivo a dos calles de aquí y está banca ha sido mi lugar favorito para sentarme cuando empieza a calentar el sol, desde hace unos veinte años-
Me sentí un poco decepcionado porque mis dotes de analista estaban perdiendo efectividad, pero se disipó mi malestar al ver que Jacinto no me dejaba solo en la conversación. Sonreí y dije -Es extraño, he pasado muchas mañanas aquí y jamás lo había visto.-
Él volvió a entrecerrar los ojos y me dijo, -Aquí no es allá joven- y señaló con la nariz hacia adentro del bar.
Sonreí, y asentí.
Ambos le dimos una calada profunda a los cigarros y guardamos silencio unos segundos. Sin prisa, creo que para ambos era agradable hablar con un extraño.
-¿No te gusta? - Le dije- Entrar al bar...- Y me volteé para no ver mientras respondía.
Escuche que fumó de nuevo y me dijo -Claro que me gusta, pero llevo haciendo esto por años, y hasta hace un par de semanas no me había pasado el querer beber solo en casa- ahora volteé a mirarlo.
-Entiendo, yo hago lo mismo, pero mi casa está lejos y tengo ganas de beber- le contesté viendo al cantinero desaparecer detrás de las ventanas del bar.
-Sí, me ha pasado algunas veces también, pero si quieres invitarme unas cervezas, yo te llevo a mi casa y podemos beber ahí en lo que abren esta cantina- me dijo a la par que se bajaba de la banca y pude notar que era casi tan alto como yo.
Al principio dudé un poco, pero la resaca me estaba matando así que le dije -Está bien, yo compro las cervezas, dices que es a dos calles ¿verdad?- Él asintió y señaló hacia la esquina donde podríamos comprar unas latas de cerveza y supuse que también hacia allá será su casa.

Era una unidad habitacional de interés social, de los años sesenta deduje por la arquitectura, en esos tiempos los departamentos eran más grandes que los de ahora y estaban mucho mejor diseñados. 
Jacinto vivía al fondo de una hilera de cuatro edificios de ocho departamentos cada uno, el suyo estaba en la planta baja, justo al final del predio.
Frente al departamento había un jardín, lleno de maleza seca, algunas latas de cerveza vacías, y dentro de lo que era el garaje, estaba un Chevy nova setenta y cinco, las molduras impecables, aunque oxidadas. La pintura era un desastre, se veía brotar herrumbre por el toldo, el cofre y la cajuela. Las llantas estaban completamente desinfladas y cuarteadas.
Era una lástima ver un auto de esos en esas condiciones, y para ser honesto, me recordaba mucho a su dueño. La desconfianza que había sentido al principio se desvaneció en cuanto cerré la puerta de malla que protegía el garaje, no tenía candado pero el pasador rechinaba bastante como para que alguien entrara sin hacer que se notase.
Dentro del departamento el olor a suciedad era asfixiante, basura rancia, ropa sucia, tabaco viejo, el característico olor a pies sudados, y baño sucio. Húmedo y bastante oscuro Gracias a unas cortinas que se veían de la misma edad del Chevy y que al parecer tenían lo mismo de no abrirse.
Jacinto me pidió las cervezas y dejo dos en la mesa de centro, se llevo las demás hacia la cocina. Escuche como se abría y se cerraba la puerta del refrigerador y un segundo después me llegó el olor a cebolla cortada.
Espere cortésmente a que abriera su cerveza para abrir la mía, pero ya estaba bastante sediento como para esperar un minuto más, el entendiendo mi actitud, me dijo -Adelante, con confianza, estoy buscando a mi gato- y siguió caminando hacia el final del pasillo, le hice caso y abrí mi lata, bebí casi la mitad de un trago y eructé levemente, mientras sacaba otro cigarro de mi chaqueta. Afortunadamente había comprado una caja de cerillos con las cervezas así que no tuve que perseguir a mi nuevo amigo para molestarlo con el fuego.
Me recargué y jalé un cenicero que me quedaba a la altura de la cara, aspiré el humo y sentí ese leve bajón de presión que te da cuando fumas de repente. 
Miré detenidamente lo que había a mi alrededor y vi que todo el lugar estaba lleno de libros, no había televisión, pero si un equipo de sonido viejo, un estéreo Phillips con tornamesa y reproductor de cintas.
Era una belleza pero era algo que ya era viejo cuando yo era niño, vi que había un disco adentro y sin dudarlo metí la mano para poner la palanca y darle play, a esta hora, ya me interesaba bastante que es lo que Jacinto escuchaba.
En unos segundos escuché el barrido de la aguja por el vinyl y de inmediato sentí los movimientos del bajo en una estupenda obra de jazz, a los diez segundos la escobilla rascaba los platos de la batería y yo estaba en trance.
Un maullido me saco de mis fantasías.
Un enorme gato negro se metió por la ventana y aterrizó en mis piernas ronroneando y apretándose contra mi vientre, lo acaricié con la misma mano que usaba para fumar, pero a él no pareció importarle mucho.
Entonces quise llamar a Jacinto, adivine que este era su gato.



Jacinto llegó a los pocos segundos después que su gato, sonrió y me dijo que era raro que “el negro” se acercara alguien con tanta confianza. Yo terminé la primera cerveza y en el Phillips, Benny Carter ya me llevaba al paroxismo. La voz gastada y aguardientosa de jacinto me empezó a contar su historia, fumaba con sus dedos gordos y ásperos, fumaba hasta el filtro, como debe fumarse un cigarrillo, como fuman los hombres.
Me contó que estuvo casado hace mucho tiempo, que se enamoro de una chica de la universidad y se casó con ella.
Pero su afición por el trabajo, las chicas y el alcohol hicieron que fuera un pésimo marido, sin embargo, jamás dejo de amar a esa esposa.
Me contó que tuvieron tres hijos, el menor, vivía a hora con su novio en algún lugar de Inglaterra, se habían dejado de hablar desde que el muchacho se declaró homosexual. El segundo vivía con la madre en Boston, y por supuesto tampoco le escribía o llamaba. Me explicaba que este hijo es al que menos quería ver, es un paria, inútil y flojo niño rico, que tiene más de cuarenta años. El nuevo esposo de su exmujer era un hombre de negocios y había sabido darles una excelente vida, cosa que dejaba tranquilo a jacinto, tranquilo y escondido en su apartamento mugroso.
Sin embargo, y aquí suspiro, y fue por otro par de cervezas al refri. El primogénito, el hijo mas amado, había salido de este mismo departamento hacia ya dos décadas, se fue porque no soportó ver que su mamá se acostaba con un hombre que no era su padre, y porque su padre jamás notó que estaba siendo engañado. El sentido de lealtad hacia ambos padres hizo que tomara la salomónica decisión de salir y no ver las consecuencias del conflicto.
No supieron nada mas de él, pero jacinto siempre conservó la esperanza de volverlo a ver.
Y me dijo, -a ver muchacho, ¿quieres conocer la historia?
-Por supuesto- contesté
Entonces, es hora de abrir una botella. Se levantó sonriendo y fue hacia una de las puertas junto al baño, supongo que era una recamara, o una recamara usada como estudio.
-Estas botellas las he guardado para una ocasión especial, sin embargo, no creo que se presente mejor oportunidad, además, lloverá- dijo mientras miraba por un espacio entre as cortinas hacia el cielo de las dos de la tarde que efectivamente ya estaba nublado.
No puse objeción, entre las cervezas y el jazz, estaba por completo seducido por la personalidad de mi nuevo mejor amigo. Regresó del cuarto/estudio con dos botellas de Mcallan 12, y dos vasos de veladoras limpios.
Me sorprendí agradablemente cuando el sirvió y me dio un vaso a exactamente tres cuartos de lleno.
Pues bien, paso hace un par de años, por ahí de julio, ya ves como se ponen las tormentas en julio.



“Esa noche estaba en el bar del español, me gusta ese bar porque siempre hay chicas amables, te dejan ver sus muslos y el comienzo de sus senos, sonríen y te acarician la cabeza cuando pasan junto a tí, yo siempre he tenido cierta debilidad cuando alguien me acaricia la cabeza, no se porque, estoy seguro que mi madre lo habrá hecho alguna vez, pero no lo recuerdo de cierto.
Estaba bebiendo mezcal con cerveza, mucha cerveza, mucho mezcal. Eran ya las once de la noche así que pedí la cuenta, por esos años el Chevy aun funcionaba como caballo viejo.
Pero siempre fue imparable.
Miré por la ventana y la lluvia me dio un poco de fiaca, pero ya era hora de retirarse, dentro de poco el lugar se llenaría de chicos hermosos y escandalosos que pretenderán a las chicas del bar, y ellas pretenderán ser conquistadas y se irán con ellos. Hay ciertas cosas que un hombre de mi edad, prefiere no ver, así que pedí la cuenta y pague en efectivo. Deje la propina para la chica del vestido verde y le guiñe un ojo cuando me fui, ella estaba en la mesa de unos jóvenes de traje que bebían champaña, champaña en este bar, pensé. Ella sonrió y me envió un beso, uno de los chicos vio el gesto y gritó, ¡eh abuelo ¡no vaya a darte un infarto si te llevas a esta chica ¿eh? ¡tiene la vagina más poderosa de todo el barrio! lo ignoré y salí bajo los goterones de lluvia hacia mi Chevrolet, al llegar, las llaves resbalaron de mi mano cayendo un poco abajo del auto, así que tuve que ponerme de rodillas para sacarlas, estaban enlodadas. Abrí la palma de la mano y dejé que la lluvia la enjuagara. Ya estaba empapado, y estaba muy ebrio. Dudé en aparcar el auto y regresar en taxi, pero justo cayó un relámpago y me refugié dentro del auto.
Conduje estupendamente hasta dos calles de aquí, es decir, a dos calles de la casa, un imbécil en un auto de marica, porque solo un marica podría conducir un Prius en esta ciudad, se atravesó y casi le pego, gire rápidamente y el auto subió por la acera unos dos o tres metros bajándose casi de inmediato. El marica, detuvo su auto y me gritaba insultos en inglés. Entonces tal vez no era marica, solo Americano, que es lo mismo. Bajé del auto, y arroje medio cigarrillo al americano, este se quemó un poco el cuello y gritoneo furioso. -Hey amigo, si haz sido tu él imbécil que salió de la calle sin mirar, ¿por qué me jodes?- el tipo también bajó del auto y se acercó rápidamente a mí, cuando estuvo al alcance y sin mediar palabra lo abofeteé, su mirada de incredulidad debió ser grabada el alguna película de lo hermosa que fue. Todo su traje, bastante fino por cierto se estaba mojando al igual que yo.
De la nada, me golpeo en el estómago, caí como costal, la cerveza y el mezcal no ayudaban en mi oficio de boxeador. En el piso, me pateó otra vez en el estómago, y luego giré para protegerme y me pateó las costillas, quedé boca a bajo y me volvió a patear, esta vez en el centro del culo. Hay cosas que no puedes tocar de un hombre, el culo, por ejemplo. Doble las rodillas y trate de levantarme, pero vomite. Todo el mezcal y la cerveza que había pagado hace poco a la chica del vestido verde estaban saliendo de mi boca, desperdiciados, y yo solo podía pensar en los billetes que me costo todo ese alcohol, y en la chica del vestido verde con la vagina más poderosa del barrio, y también pensé en mi culo recién pateado.
Cuando me levantaba, el americano pensó que yo estaba vencido porque se acerco demasiado y su cara era ahora de asustado, aproveche y le arroje un puño de tierra y lodo a la cara, le atine en los ojos, y fue mi oportunidad. El hombre era un poco mas alto que yo, pero pesaba unos veinte kilos menos, tenia figura atlética, pero no era hostil para nada, no para este barrio, no para este viejo. Se frotaba los ojos llenos de vomito y lodo cuando le enterré la rodilla en los testículos, ya hablamos que hay dos cosas que no tocas de un hombre, el me pateo el culo, yo le pateé las bolas.
Estaba hincado retorciéndose de dolor, cuando lo agarré del cuello y comencé a apretar, y a apretar, de pronto sentí como algo o alguien me jalaba hacia atrás y me tomaba del cuello mientras  me torcía el  brazo izquierdo hacia los riñones.
Había llegado la policía.
Nos llevaron presos a ambos, y pasamos la noche en prisión.
No tuve problemas en hacer amistades, del americano no supe porque lo apartaron en otra celda. Esa noche la pasamos contando chistes entre todos los vagos que estaban ahí, de hecho, encontré a algunos amigos de la secundaria y no la pase nada mal, hasta eso de las cinco de la mañana que el frío comenzó a calarme como demonio, y mi ropa seguía aun mojada.
Al amanecer, vinieron por mi.
El oficial me sacó y dijo que no había mas cargos, y que me largara.
Pagué la multa por el arrastre del auto al corral de la policía y salí con rumbo a mi departamento a eso de las ocho de la mañana.
El auto no podría andar mas, tendría que mandar a reparar el golpe a la banqueta de la noche anterior.
Cuando llegué, mi vecino, el anciano que vive arriba de nosotros, bajo de inmediato y me toco a la puerta.
No tenía ánimos de escuchar quejas o contar chismes. Pero este vecino tenia la amabilidad de alimentar a mi gato, y era un a cosa que ni siquiera hacia yo todos los días, el si, y por eso abrí la puerta para escuchar lo que tenía que decir.
-¡Jacinto ayer te vinieron a buscar!- quién carajos podría buscarme, pensé en algunas opciones que deseché de inmediato. -¿Pues como quién?- Abrí la boca para ya echarlo de mi puerta cuando dijo
-¡Tu hijo, el mayor! Te dejó algo de dinero, una carta, y una foto mira!-
Tomé el paquete que me daba, y comencé a abrirlo, sentí mucha emoción y me temblaban las manos, era eso o la resaca.
-Estuvo esperándote hasta eso de las once de la noche pero tenÍa que volver a su hotel, su esposa lo estaba buscando cuando se tuvo que marchar- Yo abrí el sobre y vi unos billetes de cien dólares, después una carta, y la foto de un hombre joven y bien vestido, abrazando a un hermosa rubia, tenían ambos una bebe entre los brazos.
-Oye jacinto, ¿menudo auto ha comprado tu hijo eh? ¿A que no adivinas que coche es?- Miré detrás de la familia en la foto y vi el auto blanco, reluciente, y solo dije:
-Un Prius-
-Carajo, ¿Cómo adivinaste?-"


Relato de Mario Treviño
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