...con estas mismas manos
que asesinaron y ocultaron las pruebas,
filtrar el invierno y los cuchillos
o contarte ciertas cosas como que
a veces llega una persona que piensas
que encaja perfectamente contigo,
con tu cuerpo -en cualquier postura-
y le rodeas con las piernas o apoyas
tu cabeza en su hombro y articulas
pájaros en los besos hasta que percibes
que toda la mentira cabe en su boca
y comienzas a asfixiarte con su lengua
venenosa y se llena tu pecho de exilio;
que hay gente que se toma el amor
como un mero tentempié y luego huye
borrando sus huellas y tú te cansas.
Que el abismo tiene nombre y familia
o que debiéramos ser como los animales
y pensar sólo en el ahora, en el hoy,
porque mañana nunca se sabe,
porque mañana no estaremos aquí
o porque hay tardes en las que naufraga
el corazón y se van yendo las ilusiones
con sus zapatos vagabundos; o tal vez
porque es más fácil recortar la tristeza
de nuestras pieles de lo que creemos.
Con estas mismas manos que han acogido
la muerte y la han mecido con el vaivén
de un columpio, quisiera decirte que la vida
no es más que un estremecimiento en la carne
y una ciudad que se queda con la garganta seca
y los ojos y las manos que tienen lengua
y los gemidos que suben por tu pecho
y un punto final en mi poema
y un punto final.
Poema e imagen: Saray Pavón