Hace muchos años, allá por 1995, entrevisté a Andrés Giménez, del grupo argentino ANIMAL, y me dejó dos conceptos muy claros que voy a dejar en este artículo: “No hay música más igualadora a nivel social que el heavy metal". Todos somos una gran familia. La gente, el grupo, los sonidistas, somos personas que estamos conectados y debemos cuidarnos del entorno.” En el festival, entonces, cuando vi a chicas de 20 años con sandalias y vestidos bailando pogo, pibes menuditos con camisetas de La Selva Sur bailando con un gigante cuarentón en medio de la pista, reviví esos conceptos. Porque cuando de la organización me dijeron que estaban todas las entradas vendidas, sentí que éramos una tribu de lo más variopinta, tanto en edades como en estilos, y que el significado de FAMILIA DEL METAL, estaba en la Sala X. Hubo armonía y paz, hubo gente tan dispar, que me dio coraje que nos tengan que meter en ghettos de estereotipos y mirarnos de reojo. Pero eso ya no importa, se disfrutó de un ritual novedoso y antiguo a la vez. Para mayor información, chicos, busquen el FAMILY VALUES TOUR.
Pero volvamos al principio: la organización estuvo impecable; se comenzó puntual, el ambiente estaba muy cuidado, el sonido e iluminación sin quejas. Los tiempos ente grupo y grupo perfectos para beber algo o fumar un cigarrillo. No es un dato menor la elección de la Sala X, tanto la producción del evento, como el personal que trabaja allí, estuvo a la altura para manejar el volumen de gente que asistió al festival. Dato fundamental para que agendes: la refrigeración y ventilación del lugar. Tal vez deba decir que una cerveza que cueste algo menos que 3€ vendría bien. En fin que llegué justo antes de que comenzara Chaos before gea, y me dispersé entre la gente buscando un buen sitio para lo que me quedaba. De pronto, cerca del escenario, me encuentro con Ángel, cantante del grupo Ebola D.P., y me preguntó si había podido escuchar ya el nuevo disco KHROM. Le comenté que todavía no, y me dijo que me quedara tranquilo, que, esa misma noche, lo iban a tocar íntegro. Lo felicité por el nuevo trabajo y quedamos en vernos. Debo comentar que en ese momento me pareció una apuesta muy arriesgada por parte de la banda, salir a tocar, completo, el mismo día que recién salía a la venta ese mismo día. Por lo general hay un par de semanas para que se mastique en la calle, en las redes sociales, y la gente acuda luego a por el directo con el trabajo ya asimilado. La verdad, con semejante bomba, no fue necesario.
En su hora comenzaron los chicos Chaos Before Gea, se plantaron en el escenario y montaron una buena pajarraca. Me encanta este estilo brutal de melodía combinado con un sonido de machaque continuo, y el cantante tan metido en el ritual del concierto, que cuando le parece oportuno, baja del escenario, y se mete entre los asistentes a hacer pogo con el mismo empuje y entusiasmo de ser uno más. Cosas de familia, la genética del heavy que no cesa, le llamo yo.
La gente ya estaba muy emocionada, promediaban las 23 horas, y nos estábamos poniendo cada vez más en estado de adrenalina total. Entonces les llegó el turno a los Bolu2 Death,quienes llegaron desde Huelva y, si bien había escuchado sus trabajos anteriormente en internet, en cuanto los vi en el escenario, abriendo su show se me vinieron estas anotaciones (sí, en el medio de la gente, apunté esto: “Son unos putos dragones, con letras dignas de lo más ácido de Sistem of a down, y un fuego sagrado sobre el escenario más que brutal). Bolu2 Death se ocupó de terminar de calentar la Sala X con sus mejores golpes, Modernformers como segunda canción, hizo que los que estábamos allí nos sintiéramos de nuevo en una tribu señalada por el resto de la sociedad. Y luego Flamencore los terminó de poner en un lugar del espectro musical por encima de la melodía (difícil de conseguir en este estilo), y al lado de una buena sucesión de golpes que denuncian sin amargar. Son irónicos, altivos y conscientes de sus latigazos. Las piezas maestras de Love song y Hate song, me terminaron de convencer del todo.
Luego ocurrió Ebola DP y KHROM. La introducción del concierto fue un retroceso a los avernos de la especie humana y de toda noción de música. ¿Conocen Fear Factory, Machine Head? Bueno, cuando comenzaron con la primera canción del concierto, ”Virus”, noté que algo en el ambiente cambió. Si fuiste a conciertos sabés de lo que te hablo; ese momento donde el grupo comienza a expandirse lentamente y marca su territorio, cuando te deja claro que salió para partirte la cabeza.En su hora comenzaron los chicos Chaos Before Gea, se plantaron en el escenario y montaron una buena pajarraca. Me encanta este estilo brutal de melodía combinado con un sonido de machaque continuo, y el cantante tan metido en el ritual del concierto, que cuando le parece oportuno, baja del escenario, y se mete entre los asistentes a hacer pogo con el mismo empuje y entusiasmo de ser uno más. Cosas de familia, la genética del heavy que no cesa, le llamo yo.
La gente ya estaba muy emocionada, promediaban las 23 horas, y nos estábamos poniendo cada vez más en estado de adrenalina total. Entonces les llegó el turno a los Bolu2 Death,quienes llegaron desde Huelva y, si bien había escuchado sus trabajos anteriormente en internet, en cuanto los vi en el escenario, abriendo su show se me vinieron estas anotaciones (sí, en el medio de la gente, apunté esto: “Son unos putos dragones, con letras dignas de lo más ácido de Sistem of a down, y un fuego sagrado sobre el escenario más que brutal). Bolu2 Death se ocupó de terminar de calentar la Sala X con sus mejores golpes, Modernformers como segunda canción, hizo que los que estábamos allí nos sintiéramos de nuevo en una tribu señalada por el resto de la sociedad. Y luego Flamencore los terminó de poner en un lugar del espectro musical por encima de la melodía (difícil de conseguir en este estilo), y al lado de una buena sucesión de golpes que denuncian sin amargar. Son irónicos, altivos y conscientes de sus latigazos. Las piezas maestras de Love song y Hate song, me terminaron de convencer del todo.
Ebola DP no se parece a Pantera en estilo, pero en esos momentos, recordé toda la violencia pareja, combinada y contundente que desplegaban Anselmo y los suyos cada vez que abrían un espectáculo. Puede que una analogía con Sepultura sea más adecuada pero cuando mis oídos no podían más, recordé a los grupos de la era donde los Korn eran chicos y, en serio, corran al bandacamp ahora mismo a escuchar este álbum, porque van a redescubrir un sonido que ha sido pensado e interpretado con un trabajo y unas sensaciones que hace mucho no se producen en el Metal. En los 14 segundos que dura el grito del vocalista, en la apertura, las guitarras se ponen debajo de su voz para agravar la inhumanidad de ese llamado a lo más oscuro. El bajo, mientras tanto, juega con la batería a ser la banda de sonido de un terror digno de película de Rob Zombie.
Los 5 integrantes del grupo están ocupados en recordar que subieron al escenario para recrearse en los años de escuchar, dentro de ellos, la tenebrosidad de sitios del alma donde no todos llegan. Es como si se hubieran refregado el espíritu en el barro de la condenación más profunda, y nos lo llevaron a todos los que estuvimos esa noche. No habían pasado, repito, ni siquiera 15 segundos, y la expresión mayoritaria del público ya estaba desencajada, y no terminaba de comprender que KHROM no es un dios, no es un sonido, es un concepto que viene contarte el ruido que hacen las puertas del infierno al abrirse.
De ahí en más, fue presentar cada una de las canciones como si fuera un distintopedazo de algún suburbio complejo y tenebroso. Estaban seguros de lo que hacían, y se apoyaban en su público que contenía y encajaba cada parte de esta historia. Cada sonido es parejo, con letras trabajadas, y un acento español que certifica ciertas influencias, pero ninguna copia. En futuras entregas les hablaré de las canciones, una por una, de este nuevo trabajo de heavy metal que ya se puede conseguir en internet o en la calle. Mientras tanto me quedo con la canción “Recuerdos”, relatando la vida de un tipo que lleva años batallando y ya está seguro quien no va a volver a ser . La interpretación es pura melancolía y desencanto (la balada, le llamaron), pero el sonido del grupo es cuidadosamente violento, van a la par, no hay desacoples, son como las tropas de Atila, dejando nada a su paso. Me dejó sorprendido la canción “Póstrate”. Si yo fuera el productor del grupo haría de esta canción el single de un trabajo que está basado en la intensidad, la contundencia y, en el disco, cuenta con la participación de Andreas Lutz vocalista de O´funkíllo. La letra pega profundo y el acompañamiento de la banda sigue sin dar un segundo de respiro. Es una perfecta sincronía que sabe muy bien a qué juega.
Luego, “Es ocasión” suena ya a clásico, la muchachada lo grita, lo canta, lo baila como si fuera un viejo conocido. Al fin, con lo poco que nos quedaba a todos en el pecho, luego de reventarnos con Último Round o la cuidada interpretación de Falsa Necesidad, cerraron con el himno del grupo “Machete”. Todo cada vez mejor, con el ímpetu del primer concierto, pero con más años a cuesta.
Cerraron el festival los chicos de Cannibal Grandpa, bien sincronizados y un grindcore del averno digno de musicalizar Holocausto Caníbal, y Marabunta, ajustados a un sonido que viene pidiendo pista ya para reventar escenarios más grandes. Este festival nos ha demostrado, otra vez, que Sevilla tiene Heavy Metal en la sangre, y que Andalucía es un buen laboratorio para representar este salvaje sonido que hace que la contundencia sea un precepto. No es fácil en esta época montar un espectáculo de 8 bandas, desde las 20 de la noche a las 07 de la mañana, al precio de 5€.
Repito un concepto, viviendo en una ciudad que no cesa de dar artistas de todo tipo y estilo musical, de una región con estereotipos grabados con sangre: Muchos de estos grupos, con más de 10 años de carrera, han demostrado en BLACKLOTUS Festival, que llegó la hora de desplegar las alas oscuras, cubrir otras tierras, y demoler ya los prejuicios de que en las ciudades chicas no hay material que pueda hacer temblar cualquier otra ciudad de España, o de Europa, y dejar a más de uno con el cerebro estampado en las paredes.
Texto de Sebas Abdala
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