jueves, 19 de abril de 2018

introspección #cuentosultravioletas

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En un intento de introspección me he dado la vuelta a mí mismo como a un calcetín. 

De hecho la intención del viaje introspectivo surgió esta misma mañana al ponerme un calcetín del revés, en concreto el izquierdo. Casi no se notaba, pero he decidido darle la vuelta al “invertido” por aquello de empezar el día haciendo las cosas bien, y me he dicho a mi mismo: -¡Qué elemento cotidiano tan simple es el calcetín! 

Podrías darle la vuelta sin que nadie, incluso él mismo, se diese cuenta. Y con esta ilusión de ser tan simple como mi calcetín del martes, he decidido darme la vuelta para comprobar si puedo asomarme a mis suburbios.

Ahí está lo peor de uno: los deseos inconfesables y las miserias. Apartas una víscera, y justo de ahí, de donde nunca imaginaste, salen alimañas disparadas extendiéndose por uno mismo en forma de una mala hostia que no sabía que acumulaba en mi interior. 

En el kilómetro 1 de mi viaje introspectivo he comprobado, fascinado, que soy incompresible por ambos lados de mí mismo.

Después de esta mirada a mi interior he vuelto a fijarme en el calcetín como símbolo de la simpleza y la complejidad de este universo infinito en el que vivimos. A veces parece un gigantesco calcetín que está de nuestro lado, y otras...bueno, otras está del otro lado y las costuras producen un roce que acaba arañándonos (incluso hay quien colecciona las heridas), y que depende del estado de ánimo en que nos encontremos en la transición del ahora al siguiente instante del día.




Texto de A. Ramírez
Imagen de Pixabay




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