miércoles, 20 de septiembre de 2017

El deber y no la oscuridad

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La que debo ser
abraza a pretextos de horas más largas
se entrevista con fantasmas en mi habitación
ve con mis ojos y me da por muerta
un contrapunto entre mis manos y la sucia reputación del tiempo
no pienso en emboscadas
si confunde al amor con la sombra de la lámpara.
Dentro de su capullo
bastidor por el que tamizó el vendaval del miedo
ha visto a trasluz
los huesos cansados que sostienen las dudas

No pierde el hábito de las rodillas en señal de plegaria
la traición de cambiar de lado en las discusiones
huele a bosques en la piel
y sé que me busca
en ese mediodía fatal del desierto.
Hay noches en que me alcanza con la verdad:
si han de atravesarme los años
qué sentiré un día rojo como el de hoy
la piel se mancillará delgada sin contenerla
habremos de ser por fin coraje
o para siempre el insomnio de la palabra que no dije

Aún puede ser una conquista
conmoverla con el ruido de la hoja que cae
en la costumbre de perseguir al furor como a un ídolo
enredadas en un mismo cuerpo
atadas por vendas funerarias de lealtad

Vamos a correr juntas bajo el sol eclipsado
aunque el precio sea el deber y no la oscuridad
aunque suponga un incendio infatigable sobre mis hombros.


Poema de Marinés Scelta
Fotografía de Amanda Elledge



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