domingo, 12 de marzo de 2017

Otro punto de vista

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Cuando salí detrás de la persona que admiraba, lo hice pensando que vería mundo, que me haría su amigo, que conocería otras culturas y formas de vivir y, quizás, también conoceríamos algunas chatis. Pero enseguida se juntaron los otros dos “tontosdelculo” y todo empezó a venirse abajo.

Nos persiguieron en la campiña, casi nos matan en una posada, aunque un vagabundo nos avisó y nos ayudó a escapar. Subimos una montaña sólo para ver cómo herían a mi amigo, que casi pierde la vida... y yo la cordura.

Al fin llegamos a nuestro destino. Creí que ahí acabaría todo, y lo hubiera dado por bueno sólo por ver algunas de sus maravillosas construcciones, y claro, por el porrón de tías buenas que había en estas extrañas tierras, Pero no. Mi amigo no tenía bastante. Tenía que ser el héroe. Seguro que es por las historias que le contaba su tío loco, una mala influencia sin duda.

Al final nos apuntamos a una misión absurda, y digo “nos” porque no iba a dejar a mi amigo solo, pero esta vez además de los dos encalomados estos, se apuntaron unos cuantos más. No me sé ni sus nombres, pero todos estaban muy serios.

Partimos juntos y nos hicieron subir a una montaña helada, pero helada que la nieve nos llegaba a nosotros a la altura del ombligo. Como no podíamos pasar, la volvimos a bajar para pasar por el interior. Y ahí casi palmamos y perdimos al viejo de las barbas. A la salida de la montaña estábamos todos tristes y mosqueados, pero paramos de nuevo en un bosque lleno de chatis, como la rubia potente que se metía en mi cabeza y me dejaba imágenes subiditas de tono. Esa que me regaló una cuerda antes de decirme no sé qué del bondage y de que volviera pronto…

Tras despedirnos, volvieron a perseguirnos y casi nos matan otra vez. De hecho, se cargaron a uno. No importa cuál. Uno con un cuerno que estaba siempre mosqueado con mi amigo. Que le den. Lo dejaron hecho un colador, por capullo. Mi amigo decidió irse solo. ¡Y me dejaba atrás! ¡A mí! ¡Después de lo que habíamos pasado juntos! ¡De subir y bajar una puta montaña helada!

Se montó en una barca y casi me ahogo persiguiéndolo. Soy tan estúpido que se me olvidó que no sé nadar... pero al menos sirvió para que me recogiera. Eso sí, va a volver a meterse en un río su tía la coja. Así que al fin estaba solo con mi ídolo. Un tipo al que admiraba de mi barrio y que no me echaba mucha cuenta ahora tendría que hablar conmigo y darme coba. Y fueron momentos felices. Conocimos a un bicho raro que quería hacernos de guía, pero enseguida nos volvieron a atrapar. Un nota que se parecía al que dejaron como un gruyere. Le contamos nuestra historia y nos dejó ir, pero no sin antes estar a punto de palmar porque a mi amigo le dio por ponerse delante de un bicharraco con alas que casi se lo jama. Cada vez se volvía más gilipollas este amigo, y cada vez lo admiraba menos.

Cuando nos fuimos, tuvimos que hacernos responsables de la extraña criatura que andaba detrás de nosotros. No me cayó bien desde el principio. Me llamaba seboso cuando solo estoy fuertecito, y nos miraba como si fuéramos filetitos rusos, que no sé lo que son, pero suenan rico. Yo lo hubiera abandonado en la primera gasolinera, pero no hay de eso en este mundo. Mierda. A mi amigo sin embargo le hacía gracia, lo adoptó. Decía no sé qué de que él podía convertirse en lo mismo ¡Como si eso fuera posible! ¡Él, que es lo mejor que ha dado mi barrio! convertido en un monstruo azul con ojos de dibujito manga, que tampoco sé lo que es pero sé que significa "muy grandes". El caso es que pensaba que sería útil para poder llegar a nuestro destino, otra montaña. Ésta del otro lado de la muralla china, sea eso lo que sea.

Pero mi amigo ya no se ajuntaba conmigo, el feo le metía idea locas en la cabeza, que si yo quería violarlo y cosas así. Una noche pillé al feo hablando en voz alta de matarnos, así que lo cogí y le di de hostias, ¡qué bien me sentó! Pero mi amigo despertó y no me creyó, y además cuando vimos que no había comida el apestoso le dijo que me la había comido yo, y me expulsó del grupo. No veas, tuve que bajar otra vez una puta escalera de piedra más escarpada que su puta madre, iba llorando de la rabia que tenía dentro, y para colmo me resbalé porque aún no se han inventado zapatos de nuestra talla y me pegué un talegazo del copón. Pero al menos me encontré con la comida y me di cuenta de que el feo de los ojos grandes la había tirado para tenderme una trampa. Del coraje que me dio subí otra vez las escaleras pensando en lo útil que serían unas mecánicas, pero cuando llegué arriba se habían ido.
Después de buscarlos por una cueva oscura y apestosa encontré a mi amigo, del feo apestoso no había ni rastro, pero mi amigo estaba allí, y llegué justo a tiempo de ver como una araña gigante lo mataba, o eso pensé yo. Me cagué vivo. Pero recordé el motivo por el que estábamos allí y me lancé pensando en lo que le iba a contar a la rubia que me dio aquella soga y a mi amigo la luz esa rara y mágica. Casi la palmo, pero la maté yo a ella. Pude verlo ahí envuelto en aquel sudario. Lo creí muerto y le quité la reliquia que íbamos a destruir. Estaba despidiéndome de él cuando llegaron unos monstruos más feos y malolientes que el que nos llevó hasta allí y tuve que esconderme. Así me enteré de que mi amigo estaba vivo. Admito que ya a estas alturas no lo consideraba muy amigo mío, se había portado fatal conmigo, si acaso lo consideraba un vecino de los de hola y adiós en medio de la calle. Pero mi madre me educó a ayudar a todos los vecinos, así que fui detrás para ver si lo rescataba.

Y lo hice, tuve que esconderme y hacerme pasar por uno de esos monstruos, pero conseguí llegar a él y ¿sabéis qué me dijo cuándo lo rescaté? ¿Un hola o un gracias? No. Un puto “¿Dónde está mi anillo?”. Le dije que lo tenía yo, que se lo quité pensando que había “espichao” y que iba a terminar la misión yo sólo por mis cojones y por ver si la rubia potente me explicaba que era eso del bondage...
El nota, en lugar de agradecerme el esfuerzo, se empeñó en que le diera su anillo "dimi mi inilli, dimi mi inilli", con una cara de yonki desfasado que casi se lo tiro a la cara con un "con pan te lo comas, ´saborío´"... pero me acordé de la rubia, me callé, y me aguanté las ganas de darle dos collejas.

Al final llegamos a la puerta de nuestro destino, que era el monte del Destino. Nombre original ¿eh? Estábamos agotados. Él dice que era porque el anillo le pesaba, y yo digo que una mierda, que yo tuve que subir dos veces las putas escaleras y además matar a una araña del tamaño de mi casa. Pero en fin. Ya estaba hasta los “güevos” y quería volver a casa, o a casa de la rubia, me daba igual ya.

Me lo eché al hombro y lo metí en la cueva... justo cuando apareció el puto monstruito de los cojones, el de los ojos grandes que olía a pescado pasado, el pitufo horroroso, aunque nunca he sabido que es un pitufo. Mi amigo tiró “palante” él sólo, así que era la mía, lo iba a machacar a hostias al cabrón asqueroso. ¡Uy la que le dí! ¡Una por cada escalón de la puta escalera que bajé y subí por su culpa!

Entré en la cueva, y hacía un calor de cojones, casi me quedo en calzoncillos allí mismo. Pero me acordé del encuentro con la araña gigante y mi accidente y me dio corte. Al fin habíamos llegado. Mi amigo cogió el anillo, estiró la mano, y cuando sólo tenía que abrirla y dejarlo caer... ¡va el hijo de la gran puta y me dice que un carajo! ¡Que se lo queda! ¡Que es su tesoro! ¡Será cabrón! ¡Oh, si se hubieran inventado las metralletas le hubiera dado quinientos tiros todos en la boca! Pero como no, me fui para él dispuesto a dejarle la cara con más bultos que una torta de Inés Rosales, que deben de tener muchos aunque nunca las haya visto... pero se me adelantó el puto feo de los cojones, forcejearon, y de un mordisco le arrancó el dedo del anillo. A ver quién te arregla eso, chaval, con tus muertos. En ese momento me la pelaba mi amigo, la verdad. Estaba hasta la polla de la tontería del anillo de los cojones. Por suerte, en el forcejeo los dos perdieron el equilibrio y se cayeron a la lava. ¡Yuju! No tendré que cargar con el capullo egoísta este, pensé. Pero no, estaba colgando y a salvo. Os juro que le hubiera tirado una piedra, pero pensé en mi madre... y ¡qué coño!, en lo que le contaría a la rubia potente... y lo rescaté.

Pensé que ahí acabaría todo. Pero no. Como tengo mucha suerte, la providencia me premió el esfuerzo mandándome un terremoto. Puse a mi amigo a salvo, caí a su lado y dije ¡al carajo! Cerré los ojos y me dormí.

Luego nos rescataron y nos trajeron a esta hermosa ciudad. No me acuerdo de nada del viaje ni de los días después. Yo desperté antes que mi amigo, comí como un caballo y la rubia al fin me explicó con clases prácticas lo que es el bondage. Y eso ha cambiado mi vida.

Mi amigo sobrevivirá, o eso dicen. Pero la verdad es que apenas puedo verlo. Pongo buena cara delante de los demás porque no es plan de ponerse borde, pero lo que me ha hecho pasar no se lo perdono al nota este.

Al poco tiempo partimos de vuelta al barrio aunque la verdad es que no quería irme de allí. ¿Habéis visto a mi rubia? ¿Quién querría dejarla? Además, para colmo el viaje fue con el capullo de mi amigo y los otros dos “tontosdelculo”, que resulta que también sobrevivieron a no sé qué historias. Se llevan “tol” puto día hablando de ellas, pero como me la pela, la verdad es que no me entero de nada. Se me pasa el tiempo recordando a la señora rubia de sedosos ropajes que me enseñó para que sirve una buena soga élfica... cuando llegue a La Comarca me voy a hacer más pajas que un mono “metío” en un canasto. En honor a mi rubia potente."

Texto de Sergio Salvador Campos
Dibujo de A. Moreno

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