Este libro lo firmó Borges,
una tarde, hace años,
conversando en un hotel de Quito.
Un arañado signo, simbólico, ilegible,
viajó conmigo por distintos caminos,
fue refugio en noches de derrota.
Esta tarde, en Barcelona, al enseñárselo a alguien,
un vaso se vertió sobre las páginas,
borrando en un segundo la tinta de su firma
y mi nombre escrito con letra temblorosa.
Ahora ya no es mío, ni suyo, ni de nadie.
Ahora es ya, por fin, lo que fue siempre,
un rastro de la vida que se pierde,
húmeda lápida, sombra de papel,
el terco sueño de unas pocas palabras.
Poema de Juan Luis Panero
Imagen de Pixabay
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