lunes, 16 de octubre de 2017

Masturbación

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Toda la noche pensando. Ordenando ideas. Planteamientos para después masturbarme en un papel, mientras pienso que el cono de helado es tu ser. Duro y suave, sabor a nata dulce.

Mi planta muerta puede ser el motivo de que no me quieras. No sé cuidar las cosas. Mis camisas arrugadas. La arruga es bella, o eso dice el anuncio de los 90.

¿Qué hacer con tanta desolación? ¿Con estas ganas de fumar? De envolverte en papel y prenderte fuego para colocarme de ti. ¿Quién eres? ¿Qué tipo de enajenación mental tengo, que me hace escribirte? ¿Y tú de quién eres? Mío no desde luego. Si fueras mío, serías informe y oscuro, hermosamente bello.

Alguien tiene que apagar mi cerebro. Al menos, que me quiten este bolígrafo que se mueve sin parar. Voy a desangrarme por dentro. A vaciarme el hígado como no me dejen inconsciente o me peguen un puto tiro en este momento. Es lo que tiene la masturbación: que lo deja a uno seco. Me doy miedo.

No. Qué coño miedo, si me encanta. Me encanta esta absurda oscuridad que me come las entrañas. Nunca he sido tan yo como cuando muero por ti.

Pero…¿Y quién eres tú? Tú no existes. Tú no eres. Tú no estás.

Como te pille, no me vas a poder olvidar.



Relato de Pelusa Jones
Imagen de Pixabay 


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