lunes, 30 de marzo de 2020

La estafa y el arte (VIII)

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NIVEL SEGUNDO

Salir a pintar por ahí. Esta vez sin nada, sólo las manos en los bolsillos. Entonces el amanuense tiene que buscar, además, un soporte. No vale la fachada de un edificio o el cierre echado de una tienda, porque nos podrían acusar de vandalismo y eso es un rollo. Podría encontrar una gran roca de dominio público en las afueras. De modo que uno regresa al hombre o la mujer de Altamira, quizá al primer homínido que intentó marcar con algo sobre algo. Rascar con otra piedra; dibujar con un tizón de la hoguera apagada del mendigo; untar alquitrán de la carretera recién bacheada. Con las manos callosas de uñas partidas, algo sangrantes. Manos fuertes como dos animales carnívoros que paseo sujetos con las correas de mis brazos.
Claro que todo esto puede que la lluvia lo deshaga, que el sol se lo coma. Quizá quede el rastro de los materiales más duros como el alquitrán. Esto no va a perdurar en el tiempo. La trascendencia requiere investigación.


Texto e ilustración Garven

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