Yo que viví en tu mundo de horas irrevocables
y golpes sin regreso,
sé que no existe paz para tu guerra,
que no hay nada más que pasado en quien nunca habrá olvido.
Benjamín Prado
Y al tercer día...
Resucité de tu ausencia,
me hice fuerte y aprendí
que hay cosas que es mejor
borrar de la memoria.
Me levánté el optimismo,
le robé horas de sueño al colchón,
sequé las lágrimas
y grité tu nombre.
Fue la última vez...
Después de eso nunca más
volví a recordarte.
Ni siquiera ahora sé
cuál es tu nombre,
ni qué sabor tenían tus besos
o la seguridad que encontraba
entre tus piernas.
Mis dedos han arrinconado
el tacto de tu piel
y no te extrañan.
Al tercer día
supe que tu olvido era mi suerte,
como tú fuiste a ratos
la suerte de mi vida.
Poema de César Ulla
Imagen de Pixabay (James_Jester)
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