Aquí yace mujer. Amó deprisa,
pago el reclinatorio, oyó la misa,
mantuvo el gesto leve, voz concisa,
el alma soterrada e indivisa.
Agradar al varón fue su divisa,
con un suave bosquejo de sonrisa.
Obedeció al dictado muy sumisa
guardando su virtud como Artemisa.
Quería ser poeta o poetisa,
hereje, capitán, sacerdotisa,
pero quedó atrapada en la impresisa
fragancia del ser viento o de ser brisa.
Bordó su desconsuelo en la camisa,
comió pan duro y se murió de risa.
Poema de Carmen Plaza
Imagen de Pixabay
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