Una bifurcación
resuena en mis oídos,
me deja noches abiertas.
Camina por un tumulto de letras
que se sostienen en su propio vacío,
que se quedan flotando por mi cabeza.
Se abre diseccionándome corazón y pechos,
inseminándome con el dolor de una mordedura
de soledad y la calma que me ronda esquizofrénica.
Y Dios mira y se calla, pero llora despacio, en silencio.
Me ve nuevamente desguarnecida, como un títere arrojado
contra la pared y cargada de pasiones de vértices quemados.
Poema de Saray Pavón
Imagen de Pixabay
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