lunes, 1 de julio de 2019

True Detective

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Resecos los ojos de no querer pestañear mientras te adentras en True Detective. Antología de lecturas no obligatorias. Esperan otros quehaceres pero querrás disponer de 24h enteras para estar a solas con el libro y tener amigos que lo hayan devorado para hablar sobre él y que así la palabra fin que resuena al cerrar las tapas del tomo no sea tan rotunda. Querrás que esto sea un punto de inicio... y puedes conseguirlo: bebe más relatos de Hammett, sumérgete en otras obras de Pizzolatto, indaga en Bierce, Ligotti... revisualiza la serie con el cerebro alimentado de ideas y un cuaderno para anotar las evocaciones y luego ven a compartirlas conmigo.


La mayoría de los relatos incluidos se conectan con la serie a nivel psicológico (la obsesión que le ata al caso sin resolver, la misantropía, etc.), estético (te sumergen en un mundo sombrío y turbio con pinceladas de ambientación de pesadilla, aunque los reales monstruos no sean seres imaginarios sino personas de carne y hueso) y están deliciosamente explicados por Iván de los Ríos.


"Allí aparece el secreto que Lovecraft llevaba en los bolsillos cuando murió en Nueva Inglaterra más ateo que las ratas" bajo un montón de páginas que tal vez tenían en la portada la palabra guión. Hizo su metamorfosis kafkiana y nosotros, "Durante esos ocho capítulos que fuimos esperando con impaciencia, o que deglutimos de un trago...", quedamos deseosos de seguir enlazados al universo True Detective.


"Vivos estamos todos, pero algunos nos hemos quedado dormidos en el regazo del miedo y la distracción, sobre los muslos de la esperanza..."*, aguardamos allí deseando un cambio "aunque a la larga, como un castillo de naipes, todos los simulacros se derrumban."**


Lo bueno de leer rápido es que vas desmenuzando las historias a un ritmo frenético y te sacias antes, lo malo... el final, aunque esté en la misma página para todos, es como si se adelantase. Y eso, cuando te apasiona un libro, es como un padrastro mordido o una quemadura en la lengua que rozas una y otra vez a sabiendas de que así no va a sanar nunca (Tyler lo sabe muy bien); y a veces hacemos pausas innecesarias queriendo evitar encontrarnos con todas las páginas apiladas en la palma izquierda.


Hay lecturas que sabes que volverás a pasar por ellas, disfrutándolas como si fuera la primera vez y extrayéndole más jugo y ésta entra en ese lote.

PD: También, si te gusta este estilo de novela, puedes degustar su Galveston.

*Iván de los Ríos.
**El policía de las ratas. Roberto Bolaño.


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