jueves, 10 de noviembre de 2016

Superviviente

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Buscaba incesantemente algo que llevarse a la boca. Se arrastraba por el húmedo suelo cubierto de hojas secas y reptaba al interior de algún tronco hueco, ansioso por encontrar esa jugosa larva que matara su hambre por un tiempo. A veces, hurgaba con sus huesudos dedos en esos agujeros en los árboles donde algunas aves almacenan el alimento para sus polluelos. Otras veces, incluso arrancaba panales enteros y corría desesperado colina abajo perseguido por las furiosas abejas. En su loca carrera, iba devorando vorazmente la miel antes de arrojarse al río para ponerse a salvo.

Lamía el musgo que crecía en la corteza de los robles, bebía directamente del cáliz de las flores más grandes o aprovechaba la concavidad de las hojas de los ficus para libar de ellas. Masticaba nutritivas raíces que, a veces, eran de lo más dulce que había probado. Trepaba, no sin riesgo, por las ramas de los diferentes frutales hasta alcanzar y degustar manzanas, higos o peras. Luchaba con fieras salvajes con la ayuda de sus rudimentarias armas fabricadas con ramas y piedras afiladas, o las atrapaba con toscas trampas para luego asarlas a fuego lento en una hoguera. Hacía cualquier cosa, desde que se hicieron con el monopolio mundial, lo que fuera antes que comer en un McDonald’s.


Texto de A. Moreno
Dibujo (técnica mixta) de Saray Pavón

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