25/05/2021
Salir de un laberinto, aunque sea de girasoles, levanta la autoestima. A veces podemos entrar por voluntad, por imprudencia, exceso de confianza, curiosidad. Entrar es fácil, lo difícil es salir. Y en ocasiones, cuanto más nos movemos, más nos perdemos. Porque no es cuestión de moverse, sino de ver hacia dónde. De probar, retroceder si nos equivocamos y elegir otra opción. Movernos sin ton ni son, nos agota. Así que si te agota es que tu movimiento es improductivo. La opción es pararte en ese caso. Hasta saber hacia dónde ir. O al menos elegir un camino distinto al que se lleva. Ésa opción ya has comprobado que no sirve, descártala entonces. Ya te quedan menos por probar. Y encontrarás la salida del laberinto y te darás cuenta que de camino has fortalecido tu inteligencia.
Texto e imagen de Maite Márquez Martín