sábado, 16 de noviembre de 2019

R e í r

0

Siempre he sido más de reír que de llorar. Puedo aguantar el dolor de cara tras las carcajadas, pero no soporto el dolor del corazón.  A veces pienso que la gente me cuida más de lo que yo la cuido, quizás todavía no he aprendido a querer, o se me olvidó por usar mi cariño con quien no lo merecía.  Aún así creo que no lo hago mal del todo porque siempre estoy ahí,  aunque no salude cuando llego a los sitios ni me despida cuando me voy. Puede que sí demuestre mi amor, a mi manera, pero no soy consciente. Sé que se me olvida llamar y felicitar los cumpleaños, aunque siempre los recuerde. Creo que dejé de ser detallista y por eso me abruma que la gente lo sea conmigo. Hace tiempo que mi cuerpo está inquieto y siempre estoy desubicada, pero siempre he sabido adaptarme rápido. Duermo mal, poco y en el sofá.  A deshoras. Lo mismo me pasa con la comida. Hago listas en cuadernos de las cosas que tengo que hacer. Casi nunca las acabo. Pienso mucho, demasiado. No añoro el pasado y me preocupo poco por el futuro. Sonrío cuando miro a mi gata, a mi perra y a mi perro. Sobre todo cuando duermen a mi lado con esa seguridad. Me gustan los abrazos, sin embargo soy poco dada al contacto humano. Creo que la gente se acerca más a mí que yo a ella. Soy desordenada y ordenada a la vez. Nerviosa y tranquila. Soy un péndulo que viene y va. Me gustan los días de sol y no me importa que llueva. Me hipnotiza mirar el mar, aunque me da un poco de miedo, y me pregunto mientras lo hago si algún día alguien me escribirá una canción. Me gustan las fotos en blanco y negro, aunque soy adicta al color. Y me gusta reír,  me gusta mucho reír.


Texto e Imagen: Mayte Nékez

0 críticas :

Publicar un comentario