viernes, 30 de julio de 2021

El último

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Con aspecto de náufrago, el General Crawford desbloqueó la compuerta del refugio. Al abrirla, el sol le cegó durante unos instantes. Recuperó la vista y pudo contemplar con sus propios ojos el horror que lo había estado esperando fuera. Ni su imaginación ni ninguna lectura de los ordenadores le habían preparado para ello. Ahora entendía por qué sus compañeros durante aquellos años, el Teniente Donovan y sus técnicos, no habían sido más que cadáveres uniformados. Silenciosos, inertes, vacíos. Como el resto del mundo. El General, en cambio, había estado en shock cuando repartieron las cápsulas de cianuro, y no le habían dejado ninguna para él.

Crawford se apresuró en su expedición al exterior. Tenía que encontrar provisiones, las del refugio estaban a punto de agotarse. Mientras sorteaba escombros y objetos calcinados, le pareció escuchar susurros. Miró hacia abajo y descubrió que entre los obstáculos había restos humanos. Cráneos. Pisó con más cuidado, pero no redujo el ritmo. Quería dejarlos atrás cuanto antes, temeroso de lo que pudieran decirle. En el refugio los muertos no hablaban; él, como máxima autoridad, se lo tenía prohibido. Pero allí en exterior su rango militar no le servía de nada.

Finalmente encontró lo que alguna vez fue una tienda de alimentación. Estaba casi vacía, pero al menos se mantenía en pie, y aún quedaban en su interior algunos productos. Registrando el local encontró un pequeño montón de latas. Se puso a rebuscar entre ellas hasta que se dio cuenta de que ya tenían dueño.
A pocos metros, sentado en el suelo, había un esqueleto femenino, con las cuencas oculares vacías y recubierto de una costra verdosa que hacía las veces de piel. En sus brazos sostenía un esqueletito envuelto en una manta.

        -Mira hijo. Ha venido alguien. Un General, nada menos.
        -¡Callate! - le respondió Crawford a la voz que oía en su cabeza -. No puedes hablar, estás muerta.
        -No estás en posición de darme órdenes. Y los muertos... lo sabemos todo.

Crawford intentó ignorar a aquel cadáver parlante, centrándose en llenar su mochila con latas de comida. Pero el cadáver no se callaba.

        -¿Para qué quieres eso? ¿Todavía te empeñas en sobrevivir? Olvídalo, ya no queda nadie más.
        -¡He dicho que te calles!
        -Llevas demasiado tiempo negándote la verdad, por eso no quieres hablar con nosotros.
        -No eres real.
        -No lo soy, pero lo fui, y tú me mataste. Nos mataste a todos.
        -Fueron los iraníes.
        -Ah, sí, iraníes. Pero, ¿quién hizo lanzar las primeras bombas? ¿Quién se dejó llevar por sus delirios de grandeza, pensando que sería un héroe para el Presidente y para todo el mundo entero?
        -Donovan me dijo que su dispositivo anti-radar haría invisible el ataque. Habla con él.-Ni siquiera esperaste a que lo probaran.
        -No estaba solo.
        -Esos hombres cumplían tus órdenes, y se arrepintieron. Crawford soltó la mochila y respiró hondo. Empezaba a derrumbarse.
        -¿Crees que yo no? Llevo años viviendo con eso. Es lo que querían para mí. Es lo que merezco. Nada de lo que haga va a arreglar las cosas, sólo me queda atormentarme por mis errores.
        -¿Y de qué te ha servido? Como ves, mi hijo necesita un padre. Podrías ser tú, General. ¿Por qué seguir sufriendo? Quédate con nosotros.

Aún sabiendo los peligros de estar expuesto a la radiación, Crawford consideró seriamente la oferta. Aún no estaba preparado para decidir algo así, pero, abrió una lata y se sentó a comer junto a aquella madre y su hijo. Raviolis rellenos de carne, llevaba años sin probarlos. Por primera vez en mucho, esbozó algo parecido a una sonrisa.

Aquello fue un verdadero festín. Cuando terminó se quedó tan a gusto que se tumbó a echarse una siesta. Una larga y reparadora. Se puso todo lo cómodo que pudo en aquel suelo lleno de escombros, cerró los ojos y, al fin, hizo las paces con los muertos. 

Texto de Román Pinazo
Ilustración de Saray Pavón

miércoles, 28 de julio de 2021

Microrreseñas

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Frontera, de Carmen Herrera Castro.
Nuestra querida maestra de la intervención y los poemas visuales se desenvuelve bien en cualquier tablao. En este libro de relatos se mantiene su humor deliciosamente ácido, con toques sarcásticos a veces endulzados para dar respiros al lector. Ideal para leer en esperas, de una sentada o a pequeñas dosis. Las ilustraciones que aparecen son azulejos en VRSA y sabemos que va a mantener ese estilo en otra de sus próximas publicaciones. Sus manos nunca descansan, así que estamos seguros de que pronto tendremos motivos para volver a hablar de ella.

El jardín de los instantes, de Pepi Bobis Reinoso.
Esta musa de carne y hueso es una alma polifacética que nos atrapa en cada latido, en cada verso. Este poemario, editado por Noctiluca y con la ilustración de la portada de Rosacruz Trigo, nos vuelve a dejar la almohada »sembrada para siempre de sueños».

Literatura tridimensional, de José Antonio Gamero Romero.
Este libro pretende aunar los diferentes tipos de arte para ofrecer a sus lectores una aventura envolvente. Nos encontramos ante relatos que funcionan como historias independientes y, a su vez, tienen un hilo que las une. En ellos el detective Rick Bourbon se las tendrá que apañar para resolver casos -y su vida-. Ideal para desconectar de los quehaceres.

 

Texto de Saray Pavón
Imágenes googleadas por Antonio Moreno. Buscadlo a él para represalias 😁

lunes, 26 de julio de 2021

La piedra

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La piedra, plana por un lado y ligeramente abombada por el otro y tres picos que hacían que se acoplara a su mano como un guante. Era perfecta.

Su padre le había explicado la ciencia de aquello dos días atrás cuando habían llegado a la zona del lago donde acamparían por primera vez y él, con ocho años recién cumplidos, lo había pillado a la perfección, pero la piedra nunca era la idónea.

Ahora, por fin, la había encontrado y estaba deseando tirarla…

“Papá” gritó hacia el campamento. “Papá, he encontrado una piedra genial, va a dar por lo menos seis botes antes de hundirse”.

Ya se lo contaría. Apoyó bien los pies, giró el cuerpo y lanzó el brazo hacia adelante. En el momento justo soltó la piedra.

Fue un lanzamiento perfecto.

El primer bote fue a seis metros de él. El segundo…
A su padre le encantaba bucear. 

Texto de Migue Carrión
Imagen de www.pixabay.com

sábado, 24 de julio de 2021

Bajo este Sol que me ofende

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Debajo de un TABÚ hay algún grano adolescente que no se curó bien,
una cicatriz que no se admite por orgullo,
miedo a crecer y dejar atrás un poder que ya no vale
(mi derecho a ser alimentado porque lloro fuerte).

Sosteniendo los TABÚS está
la espalda de callados y calladas,
apaleados por la osadía de no haber cometido crimen ninguno,
pagando justos presentes por pecadores ancestrales,
aguantando el miedo de adquirir ojos de esclavos,
de perros negros limpiacuadras para aquellos que llegaron a la cima
con los tabús como escalera.

Debajo de un TABÚ hayuna víctima que
ya no es víctima sino
otra cosa
que crea víctimas nuevas que
ahora nadie cura.


Texto de Chema Villalba
Ilustración para nada perturbadora de Saray Pavón

jueves, 22 de julio de 2021

Reseña de Libro huérfano

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Carmen Aliaga, según lo han calificado otros autores, nos trae un pequeño diamante: treinta y cuatro poemas sin títulos, identificados por la letra roja de la primera palabra que abre el verso. Desde el mismísimo título, Libro huérfano es una bella metáfora que se despereza, abre los ojos para iniciar su tránsito con un poema que puede servir tanto de prólogo como de epílogo; en él, a ráfagas, nos dice: Salir del sueño / …abandonar / … exponerse abierto… / soñar ya no me pertenece… y lo cierra con contundencia: Los motores registran mi no velocidad. Te introducen en la esencia del poemario: Sueño, Infinitud espiritual, Introspectiva, Acercamiento, Huida y Pérdida buscándose la autora en la ausencia de sí misma, en el no reconocimiento, en la no pertenencia de este mundo cuanto menos feamente ruidoso y la quietud del abandono a la velocidad del tiempo inevitable, como inevitable es el paso del tiempo.

Un libro de una inmensa profundidad. Vértigo se siente en algunos poemas, en otros la huida, el vacío o el escapismo la sitúan más allá de ella misma, en la soledad del desamparo; soledad en la que se percibe una mezcla de rabia y de inconformismo y a la vez aceptación, (permítanme el oxímoron), aderezado con cierta melancolía y claros soplos de nostalgia. Más que existencialismo, casi metafísico dijo el poeta Alonso de Molina, misterioso, doloroso muchas veces en esa permanente lucha o conflicto de lo real con lo fatal, con lo ineludible.

Libro huérfano se divide en tres partes bien hilvanadas: I Gestación, II Alumbramiento y III Orfandad. Arropadas por el poético canto de la autora, por lo trascendente, la evocación de los recuerdos, por una construcción casi idílica de sueños y aspiraciones, por las propias vivencias y la sonoridad que sus huellas van dejando en vida.

Gestación, parece lógico, es la parte más optimista y más amable: inicia el vuelo con una cita de Chantal Millard que dice: Heme aquí creyendo, queriendo creer. Sugiere pues la autora que a ella le gustaría creer en el Mundo en el que vive. Y nos cuenta: “Amo sus esqueletos… / su corazón en carne viva / su sangre fresca […] Esa pequeña vértebra que me une al Mundo”. En otro poema dice: “No existe ningún viaje comparable /La tentación primera / La gran valla publicitaria de la vida". Pura gestación queriendo crecer. Pura rebeldía al no reconocerse ante la hostilidad que nos rodea, al que solo se siente unida por esa pequeña vértebra. Más adelante Carmen nos regala metafóricas imágenes con sabor a aspiraciones sinestésicas y nos dice “Yo ensanché mi caudal / Palpar la consistencia / del aroma que vuela [...] Los soles de su boca / la silvestre frambuesa de la espera”. Con otro brillo la poeta nos eleva con el “prodigioso vuelo del colibrí”.

 

En Alumbramiento, para situarnos en la escena nos dice: “Entonces / todo era miedo / incluso la pureza”. Van apareciendo sobre los raíles por donde transitan sus once poemas, el dolor presente en cada parto, como la permanente confrontación entre realidad y deseo (aprovechando a Cernuda) o la fatalidad de lo inevitable: nacer, crecer, morir; que con ese estilo tan personal que tiene la pluma de la poeta, nos lo expresa de forma mucho más soñadora afirmando: “fruta que se desploma / hueso que vuelve a la tierra [...] prematuras agujas donde enhebran alternos / los invisibles hilos de la luz”. Para ello ha tenido que “Atravesar el aire / y las locomotoras / como un dragón enorme / como en la Historia Interminable”. Y como en un gran impulso poético, nos cuenta de "cabalgar de ríos que se derraman, caóticos caballos, desde casi la muerte, de ruedas de molinos, de estrella que se estrella" y otras figuras poéticas, de intuición bien afinada, desatan nuevamente los vuelos emocionales del lector.

 

Nos zambullimos en Orfandad con estos versos: “Esto no es más que una zona de selva. / Vieja tierra de nadie / donde habitan / caníbales”. Podríamos entender esta orfandad como esa lucha continua que supone el existir. La muerte de los días pasados sin los cuales no serían posibles ni los presente ni los futuros.

Pero afortunadamente, este poemario admite innumerables interpretaciones: un sesudo recuento de la dicha o tragedia de los sucesos cotidianos... La poeta lanza el dardo, acercándonos a ese punto de mira donde las personas no se reconocen en el entorno donde habitan. Carmen saca toda la artillería del ingente poder del verso: A la altura precisa [...] la dinamita estalla”. “Los perros salivan / al oler mi corazón”. “Queda declarado / el estado de sitio”.

Nos derrama la verdad de una forma directa, pero bellamente enrocada en el propio lenguaje para que sea el lector el que deduzca e interprete sus luces y sus sombras al desplegárseles las incansables alas de las emociones; buena poesía por tanto. Libro huérfano se alimenta de imágenes poéticas y es atemporal, universal, concreto, sintético, sorpresivo, insinuante, emocionante, rítmico y cuyo hilo conductor es el viejo, acertado y consabido postulado poético y filosófico del paso del tiempo por la vida.

Año: 2017
Editorial: Olifante Ediciones de Poesía, vol. 75 de Papeles de Trasmoz.
Nº de páginas: 60
PVP: 10€

Texto de Aborojuan
Imagen de la portada cortesía de la editorial

martes, 20 de julio de 2021

La memoria de las cañerías

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No recuerdo si me sorprendió más el hecho de que fuera algo vivo o que hubiera salido del desagüe del lavabo, pero lo cierto es que me quedé pasmado un rato viendo cómo ese pedacito de carne parecía respirar y retorcerse inten-tando decirme algo. Como no sabía qué hacer ni cómo manipularlo, usé un recipiente de cristal como repentina sala de curas. Lo observaba expandirse y contraerse, sangrando a veces y reabsorbiendo el líquido enseguida, palpi-tando sin descanso y volteándose de vez en cuando.


El siguiente trozo tardó una semana en salir. Nada más colocarlo junto al otro, se acercaron y se fueron uniendo muy despacio, como una herida que se cierra, hasta que al cabo de las horas solo quedó una cicatriz. Los fragmentos de ser siguieron saliendo y tuve que desechar el recipiente. Llegó un momento, cuando ya ocupaba una superfi-cie comparable a una pata de jamón, que tuve que plantearme dejarle un espacio más apropiado. Extendí un plás-tico grande sobre la cama de invitados y cerré ese cuarto a las visitas.

Perdí la cuenta de los meses, pero cada vez se parecía más a una persona. Cuando tuvo el primer brazo, lo levantó con esfuerzo y me señaló. En aquel momento dudé entre un gesto de amenaza o advertencia. No sin repugnancia empecé a encontrarle, conforme se iba armando su cara, una semejanza conmigo, pero no es menos cierto que en ese estado podría parecerse a cualquiera. A menudo me señalaba con el dedo, a lo que acabé por acostumbrarme.

En todo este tiempo, a mi mujer no le había contado nada, solo que estaba reformando el cuarto de invitados y era peligroso entrar. Su falta de curiosidad natural, extraña en una mujer, la mantuvo alejada del misterioso convaleciente.

El día que por fin adquirió una mirada lo supe sin dudas: era yo, o lo fui sabe Dios cómo. Tuve el dilema que siempre se tiene cuando uno se encuentra consigo mismo, pero no fui capaz de tomar ninguna determinación valiente. Tan solo me seguí atendiendo, en espera de que aquello acabara más o menos como había empezado.

Poco después vinieron las primeras palabras, más bien un hilito de voz tembloroso y repugnante que sonaba a cosas sueltas y colgantes. Creí entender pala y ella. Lo dijo (lo dije) sin cesar durante varios días, hasta que una tarde en la que estaba tomando un baño relajante, no vi entrar a mi mujer con una pala y machacarme la cabeza, mi sangre y su memoria yéndose gota a gota por las cañerías pacientes.

Texto de Eduardo Martos
Montaje fotochopero de Antonio Moreno con imágenes de www.pixabay.com

 

domingo, 18 de julio de 2021

Más, por favor

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Creo que en cada film podemos encontrar similitudes con algún/os personaje/s y extraer moralejas, frases o diálogos que nos abran los ojos de par en par (aunque ya sabéis el refrán de 'Nadie escarmienta en cabeza ajena'). Las cosas que vivimos nos marcan y nos hacen ser como somos pero digamos que pienso que de vez en cuando debemos decirnos "¡despierta!", "¡cambia eso!" (aunque no sea fácil). Por eso me gustó un diálogo de más por favor, porque si nosotros le sonreímos al mundo es más sencillo que nos encontremos una sonrisa de vuelta que si vamos de ceño fruncido. 
 
«-¿Hacías deporte de pequeño? 
-Sí. 
-¿No te decían continúa? Pasara lo que pasara. Daba igual si tenías un ojo colgando. El entrenador te decía "venga chaval, sigue adelante". 
-Sí. 
-Algunas veces me había hecho daño de verdad, pero el simple hecho de seguir adelante era como una forma de curarme. Funcionaba. Hay que tirar para adelante. (...)»
Texto de Saray Pavón
Imagen perteneciente e la carátula de la peli Happythankyoumoreplease

viernes, 16 de julio de 2021

Mi padre lucía junto al omóplato

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Para Felipe Zapico

Mi padre lucía junto al omóplato
una esquirla de metralla.
Apenas un niño cuando los aviones
atacaron al ganado que cuidaba
y que nunca sirvió de suministro
para los soldados republicanos.

De pequeña yo jugaba con ella
la desplazaba unos milímetros
con mi dedo omnipotente.
Y al tocarla escuchaba los aviones
veía a los terneros reventados
-el terror en sus ojos suplicantes-
y un niño al que la muerte
marca con su hierro.

Mi padre cargaba en sus espaldas
una guerra que no terminó nunca.


Poema de Ana Pérez Cañamares
Imagen de Javier Infante (ilustrador)


miércoles, 14 de julio de 2021

Street Spirit (fade out)

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Si leíste el nº1 de La i Revista sabes que me apasiona Radiohead, sino... queda dicho. No puedo evitarlo, dentro de mí cada vértebra baila o se ovilla mientras resuena alguna de sus melodías. Hoy me acurruco en posición fetal porque bajo mis ojos: Street Spirit (fade out) es la canción más desgarradora de este grupo.

Sin embargo el estudio que hizo Charlie Thompson, para sacar un TopTen de las más amargas, calculó la valencia (a mayor puntuación más positivas) de las canciones con Spotify y para las letras utilizó Genius. Quedando así la lista:

10. Videotape (In Rainbows, 2007)
9. Tinker tailor soldier sailor rich man poor man thief (A Moon Shaped Pool, 2016)
8. High and Dry (The Bends, 1995)
7. Dollars & Cents (Amnesiac, 2001)
6. Exit Music (For a Film) (OK Computer, 1997)
5. Pyramid Song (Amnesiac, 2001)
4. Let Down (OK Computer, 1997)
3. Motion picture soundtrack (Kid A, 2000)
2. Give up the ghost (The king of Limbs, 2011)
1. True love waits (A moon shaped pool, 2016)

Según ese estudio Street Spirit (fade out) se posiciona en un 29.71, pero vuelvo a la carga. Thom Yorke dijo sobre ella: “Nuestras canciones más tristes tienen en algún lugar, al menos, un tenue asomo de resolución. Street Spirit no tiene resolución, es el túnel oscuro sin luz al final. […] Por eso la tocamos hacia el final de nuestros conciertos; me drena, sacude y duele […] cada vez que la toco, mirando a miles de personas aclamando y sonriendo, inconscientes de la tragedia de su significado, como cuando vas a sacrificar a tu perro y él va meneando la cola en el camino.” Su letra es un agujero negro que te absorbe.

En mi caso: al caer y vaciarme, no me sepulto con las piedras de la tristeza sino que, paradójicamente, me vuelvo más fuerte y feliz. Será una especie de catarsis. Un darte cuenta de lo efímero y que sirva para acallar miedos. Por eso mismo la quiero compartir con vosotros.
Street Spirit (fade out)
Rows of houses, all bearing down on me
I can feel their blue hands touching me
All these things into position
All these things we'll one day swallow whole
And fade out again and fade out

This machine will, will not communicate
These thoughts and the strain I am under
Be a world child, form a circle
Before we all go under
And fade out again and fade out again

Cracked eggs, dead birds
Scream as they fight for life
I can feel death, can see its beady eyes
All these things into position
All these things we'll one day swallow whole
And fade out again and fade out again

Immerse your soul in love
Immerse your soul in love
El espíritu de la calle (se desvanece)
Hileras de casas se deshacen sobre mí,
puedo sentir sus tristes manos tocándome.
Todas estas cosas en su lugar,
todas estas cosas un día engullirán todo
y desapareceremos de nuevo. Y nos desvaneceremos.

Esta máquina no transmitirá
los pensamientos y la presión que soporto.
Se un chico de mundo, forma un círculo,
antes de que todos sucumbamos
y desaparezcamos de nuevo. Y nos desvanezcamos de nuevo.

Huevos rotos, pájaros muertos
gritando como si luchasen por la vida.
Puedo sentir la muerte, ver sus ojos atentos.
Todas estas cosas en su lugar,
todas estas cosas un día engullirán todo
y desapareceremos de nuevo. Y nos desvaneceremos.

Sumérgete en amor.
Sumérgete en amor.


Texto y traducción de Saray Pavón
Imagen de mowalls.net



lunes, 12 de julio de 2021

Pequeñas sediciones

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Hay tanta gente sola

seria perdida mustia
emborbonada
que sueña que sucumbe

gente que se detiene
en los semáforos
y hojea –es un decir–
revistas de países
a los que nunca irá

ánimas solitarias cuerpos solos
con tedio se masturban y a menudo
piensan en el pasado

lejos de ser felices se conforman
con la mención de la felicidad

están al día de todas las noticias
de todas las canciones
los libros las películas

son buenos anfitriones y organizan
cenas con compañeros de trabajo
en pisos de alquiler

recogen entre todos
la mesa
tristemente

después vuelven a casa
y así viven

todos creen merecer algo mejor


‍‍
Poema de Javier Vela
Imagen de Noemí Villamuza


sábado, 10 de julio de 2021

jueves, 8 de julio de 2021

Todo es ficción

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Así empieza "El ministerio del Dolor" de Dubravka Ugrešić, con una nota que nos advierte que la novela es ficción: narradora, historia, situaciones y personajes. No logro recordar dónde leí un fragmento de este libro ni cuál es o si me lo recomendaron pero lo tenía apuntado en una lista que este año he ido descargando de títulos. Y de repente aquí me encuentro marcando con papelitos fragmentos que leeré en un programa de radio.
 
Septiembre es un mes dual. Todo comienza cuando se acaba el aplatanamiento del verano pero a la vez el frío cobija el corazón, como esta novela con ese título que cuando se nos desvela a qué se refiere nos sorprende porque igual en nuestra cabeza nos estábamos haciendo una historia paralela (ya que hay muchos refugiados de guerra).

Allí, donde "ninguna historia era lo bastante personal ni lo bastante conmovedora, porque ya la muerte no conmovía a nadie" se va fraguando una soledad compartida de la que no podrás escapar. Os dejo varios fragmentos leídos por mí para que os hagáis una idea de lo que vais a encontrar:
 

http://www.ivoox.com/playerivoox_ee_4646638_1.html
http://www.ivoox.com/playerivoox_ee_4647889_1.html
http://www.ivoox.com/playerivoox_ee_4650624_1.html
http://www.ivoox.com/playerivoox_ee_4650639_1.html

Reseña de Saray Pavón

martes, 6 de julio de 2021

S. y el principito

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Cuando me estoy haciendo mayor… desde mi estantería, comienza El Principito a repetirme la misma pregunta (él nunca deja de formular una hasta que no se le responde), no entiende que no tenga a mi amapola protegida por una urna o que actúe como un adulto. Trato de calmarlo y le digo que el segundo dibujo es una boa que se ha comido a un elefante.

Al principio me molestaba que interfiriese en mis días sin previo aviso, pero ayer me pinté las uñas monocromáticamente a modo de invitación (necesitaba una de esas conversaciones sobre las cosas que están ahí y dejamos de contemplar al crecer). Me soltó con tono grave que estaba envejeciendo. No le di importancia (como un adulto cuando un niño le confiesa sus pensamientos), luego... se convirtió en la tarea primordial a resolver. Tenía razón.

Me da miedo percibir sólo el eco de su voz por eso lo releo cada cierto tiempo. Esa acción me limpia el cerebro de baobabs, espanta mis puestas de Sol y me recuerda que está tan sólo a una llamada de mí, a varias estrellas y una migración de pájaros salvajes.

El reloj marcaba las 2:11 a.m., preparé un vaso de leche (él es como si nunca tuviese hambre ni sed), me reveló el secreto de su zorro domesticado (“lo esencial es invisible a los ojos”) y entre juegos recuperé mi espontaneidad y las horas pasaron -lo noté en mis parpados- y volví a quedarme dormida a la orilla de mi pupitre. Entonces él, en silencio, apagó la luz, besó mi pelo y me susurró al oído esa frase que tanto me gusta (“Yo, si tuviera esos cincuenta y tres minutos para gastar, andaría despacito hacia una fuente...”) y llegó hasta mi sueño, en donde nos encontramos y reímos de esa forma tan única de la que sólo nosotros sabemos reír.
 
 
Texto  de Saray Pavón 
Imagen de Antoine Saint-Exupéry 

domingo, 4 de julio de 2021

Summa vitae

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De todo lo que amé en días inconstantes 
ya sólo van quedando 
rastros,
marañas,
conjeturas,
pistas dudosas, vagas informaciones: 
por ejemplo, la lluvia en la lucerna 
de un cuarto triste de París, 
la sombra rosa de los flamboyanes 
engalanando a franjas la casa familiar de Camagüey, 
aquellos taciturnos rastros de Babilonia 
junto a los suntuosos barrizales del Éufrates, 
un arcaico crepúsculo en las Islas Galápagos, 
los prolijos fantasmas 
de un memorable lupanar de Cádiz, 
una mañana sin errores 
ante la tumba de Ibn' Arabi en un suburbio de Damasco, 
el cuerpo de Manuela tendido entre los juncos de Doñana, 
aquel café de Bogotá 
donde iba a menudo con amigos que han muerto, 
la gimiente tirantez del velamen 
en la bordada previa a aquel primer naufragio... 

Cosas así de simples y soberbias. 

Pero de todo eso
¿qué me importa
evocar, preservar después de tan volubles 
comparecencias del olvido? 

Nada sino una sombra 
cruzándose en la noche con mi sombra. 




Poesía de José M. Caballero Bonald
Imagen de Pixabay



viernes, 2 de julio de 2021

Frankfurt entenza

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Tú estabas borracho, eso lo primero
y de pronto te encontrabas frente a un desconocido
que la mayor parte de las veces
parecía buena persona y afable.
Entonces se disculpaba, se ponía en pie
y se dirigía a la barra. Se colaba tras ella y le decía al dueño:
Oye, Salva, te cojo un poco de Albal.
Y papel de aluminio en mano
se dirigía a los lavabos
de donde regresaba
tembloroso y sudoroso
con las manos en los bolsillos
y con esa mirada.

En adelante aquel desconocido ya no hablaba más
y en adelante era conveniente no hablarle:
Cualquier comentario banal podía ser interpretado como insulto
cualquier pestañeo como agresión.
Visto con perspectiva
no sé qué hacía yo ahí.
Supongo que por aquel entonces
ya me había dado cuenta
de que para comerse el mundo
se precisaba hambre y de que yo era inapetente.
Tal vez quisiera información de primera mano acerca de cómo les va a los desganados.

Además, me inquietaba el contraste entre la rigidez de mi entorno
y la ternura de mis carnes, mi naturaleza masticable.
En todo caso estaba borracho, eso lo primero
y cuando al grito de ¡Todos fuera!
Salva echaba mano a la persiana de acero
yo me precipitaba al retrete a echar la última meada
y me miraba al espejo
y veía que pese a no andar trasteando con el papel de aluminio
también yo tenía esa mirada
y entonces caía también en cómo
a lo largo de la noche, todos todos
se habían guardado mucho mucho
de decirme nada nada.



Poema de Sergi Puertas
Imagen de Pixabay