lunes, 4 de junio de 2018

El sí de esas niñas


Me miró como si tuviera la certeza de que aquella sería la última vez. Sentí que en su mirada estaban grabados mis temores futuros y presentes y entendí que también ella había sido vendida. Puede que fuera más joven que yo cuando ocurrió. La dote, me dijo entre sollozos, es muy importante para tu padre; recuerda que a partir de mañana serás propiedad de tu marido. Pero no temas, continuó, lleva esto siempre contigo; es mayor y querrá hacer cosas para las que aún no estás preparada. Respiró profundamente y cerró los ojos. Al abrirlos, dijo con voz temblorosa: sólo eres una niña, así que no dudes en usarlo.

Entonces la miré a través de una cortina de lágrimas y la besé en la mejilla con ternura y esperanza mientras recuperaba la calma. Después guardé el puñal entre mi ropa interior y deseé que llegase la noche de bodas.


Texto de A. Moreno
Imagen de Pixabay

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